La discográfica danesa April Records edita la ópera prima del quinteto A plane to catch, un proyecto iniciado en plena pandemia del coronavirus
El sello discográfico danés April Records presenta Moko Jumbie, el debut de su último grupo, el quinteto A plane to catch. Lanzado el pasado 28 de abril, el trabajo refleja las luchas de la pandemia y un amor mutuo por la Motown, el soul y el afrobeat.
El saxofonista Andreas Toftemark, el trompetista Rolfe Thofte, el guitarrista Mads Nørgaard, el bajista Anton Langebæk y el baterista David Besiakov integran el grupo.
El título, Moko Jumbie, hace referencia a un personaje mítico del folclore afrocaribeño. Durante la temporada de carnaval, se puede ver a moko jumbies enmascarados bailando sobre zancos con prendas coloridas, elevándose sobre la multitud.
Son en parte dioses, en parte curanderos, en parte fantasmas y, lo que es más importante: expresiones conmovedoras de libertad.
Para hallar el origen de esta obra hemos de retroceder a principios de 2020, cuando la escena del jazz danés se detuvo de golpe junto con el resto del mundo por culpa del coronavirus, y una comunidad de músicos emergentes se vio despojada de la mayor parte de su sustento y alegría: la actuación en vivo.
Reunidos en un espacio lleno de grafitis en una antigua instalación industrial a las afueras de Copenhague, estos artistas crearon un espacio para improvisar sonidos funky basados en el ritmo.
El resultado fue una expresión de anhelo por todo lo que se perdió durante la pandemia: un antídoto musical contra la pérdida de diversión, alegría, comunidad, movimiento, viajes y abandono juvenil que el virus había detenido temporalmente.
Explorando el rico intercambio entre las tradiciones musicales de África Occidental y el funk y el soul occidentales, la música de Moko Jumbie está pensada para bailar y transportar al oyente a pistas de baile tanto reales como imaginarias.
Con una producción cálida y cruda, el disco crea una sensación real de energía e intimidad, como si el oyente estuviera en un club oscuro con una banda de jam eléctrica.
A través de las ocho composiciones, el quinteto navega alegremente por clichés armónicos familiares de las melodías soul de los años 70, una variedad de ritmos infecciosos, improvisaciones divertidas y arreglos melódicos de dúo de trompetas.
Las exploraciones de tonalidades más oscuras popularizadas por la leyenda del álbum Ethio-Jazz, de Mulatu Astatke, otorgan a las composiciones aire fresco a través del contraste armónico y el polirritmo.
Manu Ibáñez