Billy Higgins, baterista: ‘Ese instrumento melódico’

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Imagen de Encyclopaedia Britannica

Billy Higgins, clásico batería estadounidense fallecido en 2001, fue uno de los entrevistados en el primer número de Más Jazz, publicado en enero de 1998.

Ahora, 25 años después, recuperamos aquella interesante entrevista y la sacamos del olvido, inaugurando la sección “Hemeroteca” de la web. 

Texto: Javier de Cambra

Es difícil tener 50 discos de jazz y que en alguno no esté Billy Higgins.

Compañero de Ornette Coleman a lo largo de 40 años, el hombre que empuña las baquetas en muchas de las mejores grabaciones Blue Note de los años sesenta (de Dexter Gordon a Herbie Hancock, de Freddie Hubbard a Lee Morgan), sigue trabajando con pianistas tan distinguidos como Hank Jones y Cedar Walton, y Randy Weston le llama para algunas de sus grabaciones.

De la vanguardia más arriesgada -y resuelta- a los contextos del hard bop o el clasicismo intemporal de Jones, Billy Higgins es el maestro discreto que llena de luz rítmica y melódica cuanta sesión en la que interviene. Durante un año ha estado alejado de los escenarios, aquejado de una enfermedad. Recuperado, tiene más ganas de tocar que nunca y sigue tocando como nadie.

Estuvo el pasado diciembre en España, en los tres conciertos homenaje a Tete Montoliu registrados en Madrid, Barcelona y Valencia, junto a Johnny Griffin, Bobby Hutcherson, Cedar Walton, N. H. O. Pedersen, Horacio Fumero y Peer Wyboris. Más delgado, generoso con su tiempo, me recibe en la habitación de su hotel madrileño. Libros, ropa, los diversos maletines ambulantes que suelen usar los músicos y una guitarra española que hace unos años que toca.

El nombre de Tete Montoliu, pocas horas antes del concierto homenaje, salta en el diálogo antes de que nos hayamos acomodado.

“He acudido porque Tete y yo éramos muy próximos. Tete era uno de los más grandes músicos de toda Europa. Tocó con los más grandes, gente como Ben Webster y Don Byas. Y fue un músico influyente, tenía tanta música, tenía un don. Conocí a Tete en Nueva York en los años 60. Vino a Nueva York y tocaba a piano solo en la misma sesión que el cantante Mose Allison. El contrabajista Walter Booker y yo estábamos con Allison. A Walter y a mí nos parecía tan hermoso lo que tocaba Tete que quisimos tocar con él. Desde entonces yo era amigo de Tete. Luego pasó el tiempo, tocamos en Estados Unidos, en Europa, éramos muy cercanos. Creo que todos los músicos están especialmente motivados para esta noche y supongo que también el público. La gente debería saber que Tete ha representado a su país más que casi nadie. Y era alguien especial, verdaderamente especial”.

 

Si quiere, vayamos a sus principios. Su madre no tocaba el piano en la iglesia…

No, ella tocaba la batería.

 

No es lo habitual.

Sí, es cierto. Tocaba en una banda toda compuesta por mujeres. Tiene ahora 94 años y conserva la lucidez, sabía mucha música y conoció a todos los músicos. Una hermana mía bailaba y otra es pianista. Sí, había música en casa, y mi madre sigue sabiendo mucho de música.

 

Dio sus primeros pasos tocando en bandas de rythm & blues, ¿fue una buena escuela?

Yo creo que la música es algo que siempre tiene que ver con el baile. Tocábamos para que la gente pudiera bailar y que bailara tocando nuestra música, creo que fue un muy buen aprendizaje.

 

Conoció al saxo alto Omette Coleman en 1955. Entonces no era en absoluto aceptado. ¿Cuál fue su primera reacción al escuchar su música?

Omette era diferente, pero Omette era ritmo. Y tenía un genuino feelin’ en su música y como ser humano. Tocaba y creía en lo que estaba haciendo. Toqué con él entonces y lo sigo haciendo ahora, recientemente, en Nueva York, en el Lincoln Center, con Charlie Haden, Wallace Roney y Kenny Barron. Omette es maravilloso y lo era entonces cuando le conocí, pero mucha gente no entendía su música. Pero a mí no me extrañaba porque tampoco habían entendido a Charlie Parker. Parker era Parker pero cuando hacía lo que hacía mucha gente pensaba que estaba loco, se suponía que no debía tocarse así.

 

Lo curioso es que los que rechazaban a Parker luego fueron sus productores…

Sí, son muy lentos, muy lentos. No tienen nada que ver con la creación artística. Que ellos sean lentos en percibir no quiere decir que el artista esté equivocado con lo que está haciendo. Los músicos de Clásica también sufrieron eso.

 

En los años sesenta usted tocó y grabó, prácticamente con cada uno de los músicos en activo. ¿Qué representan ahora para usted aquellos años, los años Blue Note?

Maravilloso, maravilloso, uno de los mejores tiempos de mi vida. Tuve oportunidad de tocar con gente con la que había soñado tocar: Sonny Rollins, Jimmy Heath, Jackie McLean, Thelonious, Dexter Gordon, John Coltrane, Lee Morgan, Hank Mobley, Freddie Hubbard… Freddie era mi tronco, él era joven y yo también en aquellos años y también Lee Morgan. También toqué con Hank Jorres, Sonny Clark… todos estos grandes pianistas… Cedar Walton, he estado con Cedar años y años.

 

Hablando de aquellos tiempos con Joe Henderson, me dijo: ‘Hoy los músicos jóvenes quieren ser famosos, ganar dinero. Nosotros sólo pensábamos en tocar’.

Eso son cosas que van con los tiempos. Parece que hoy las cosas no son así, como antes. Entonces cuando tocábamos, todos conseguíamos la misma cantidad de dinero, ahora hacen el mismo dinero. Entonces la música era más importante. El dinero era importante, pero muchas veces tocábamos sin cobrar, simplemente por tocar música. Hoy es un negocio, un gran negocio. A lo mejor ahora se paga según lo famoso que sea uno o según lo que sea. Las cosas son diferentes ahora.

 

Usted participó en el disco Free Jazz (1960), el manifiesto de aquella aventura musical. ¿Cree que hoy toca de modo más clásico o es lo mismo?

Yo siempre soy el mismo. Para mí tocar la batería puede ser como pintar, como un pintor que no tiene nada en el lienzo. El lienzo está vacío y tú puedes poner lo que quieras. yo creo que un baterista es lo mismo. El baterista tiene que tener invención para llenar el lienzo, para que suceda, que las cosas pasen. Tocar con Cedar, tocar con Ornette… para mí se trata de saber cuál es la concepción que ellos tienen. Yo no tengo problemas en acercarme e integrarme en una concepción musical. Y si la música es grande, es más fácil.

 

Recuerdo que en 1990 le vi con Omette en un festival en Italia y unos meses después en el Bradley’s de Nueva York, con Hank Jones y Ray Drummond y una mesa muy cerca de sus platos. Ciertamente eran contextos distintos.

Sí, pero todo es música.

 

Sí, pero el caso es que usted es capaz de hacerlo. Ser el baterista de Ornette y el baterista de Hank Jones.

Sí, entiendo, pero lo que hay que comprender es que quien hace que la música suceda es el Creador. cuando se toca y todos tocamos juntos y la música es hermosa, no es Ornette, no soy yo … es Dios. Yo estoy ahí sentado, recibiendo. Cuando todo suena bien yo no puedo decir más que Al Hamduli-Lah, eso es obra de Dios. A veces tienes problemas con la gente, con gente que quiere meterte malos rollos en la cabeza y eso no es lo que debe ser. La verdad es la verdad y es de la verdad de donde debes tomar. Yo no tengo problemas de tocar con uno o con otro; eso hace tu mundo más grande.

 

Siempre ríe o sonríe mientras está tocando.

Sí, estoy disfrutando del regalo de la música. Cuando río, realmente no me doy cuenta de si lo estoy haciendo. Es simplemente lo que siento dentro. Cuando toco música siento alegría, no siento pena, siento alegría.

 

Recuerdo que la última vez que tocó en Madrid no hizo ningún solo en el concierto.

(Risas) Quizá esa noche no, quizá no.

 

¿Cuál es su concepción del solo?

Ahora mismo estoy trabajando en un disco de batería solo. Yo puedo tocar de distintos modos, eso no marca ninguna diferencia, el asunto es cómo va la música. Yo toco en bandas, pero cuando en un solo improvisas en la batería es diferente, porque tocas por ti mismo.

 

¿Piensa usted que no es necesario hacer un solo en cada tema? A mí la tanda habitual de solos, siempre igual, me parece algo aburrido.

Suelo tocar con Hank Jorres en trío y siempre me anima a que haga solos en las baladas. Hank Jorres trata al baterista como si fuera un saxofonista u otro instrumento solista. Pero tienes que tocar melódicamente, tienes que hacer eso, integrado con el sonido. Y si tú haces eso a un cierto nivel, a un alto nivel, consigues que la batería sea un instrumento melódico. Y es que es un instrumento melódico. Hank sabe lo que son los instrumentos y su alcance melódico. Y sabe tantas canciones… Hank, Cedar Walton, Tommy Flanagan, Ahmad Jamal… son totalmente diferentes a todos en su forma de tocar el piano.

 

Para mí usted siempre está haciendo solos cuando está acompañando, aunque no tome un solo. Siempre está ahí.

Sí, sí, puede ser así, es cuestión de estar ahí.

 

Usted está en cientos de grabaciones, pero ha grabado poco como líder.

Tengo otro disco reciente como Billy Higgins Quintet, con el saxofonista Harlod Land, el trompetista Oscar Besher, el contrabajista David Williams, Cedar Walton y yo. Lo hice para Japón y ha aparecido en Estados Unidos.

Transcripción por Manu Ibáñez

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