Allá por 1998, en el primer número de la revista Más Jazz, Javier de Cambra, su director, firmaba esta entrevista a Gabino Diego, conocida cara del cine español, con motivo de su intenso trabajo como productor de Jazz
Por Javier de Cambra
Ha sucedido más de una vez. El pianista, el canario Polo Ortí, gira el torso frente al teclado y se dirige al público:‘Ese que está ahí en la tercera fila es mi productor. Ha hecho el anuncio de Pizza Hut para producirme mi disco’.
El ocupante del asiento señalado no es otro que Gabino Diego, uno de los rostros más populares del nuevo cine español, aficionado cierto al jazz y a otras músicas, quien con lo obtenido como modelo publicitario fundó Producciones Sorondongo cuya primera entrega es el CD Polo, de Polo Ortí (distribuye Karonte).
Para los aficionados al jazz el rostro de Gabino Diego es familiar no sólo en las pantallas cinematográficas, sino también en festivales, salas y clubes a los que suele acudir. Habitual en el circuito madrileño, concurrente a los festivales veraniegos de San Sebastián y Vitoria, ahora se le puede ver a menudo en la Nova Jazz Cava, de Terrasssa (Barcelona), de cuya programación habla con entusiasmo. Desde siempre le gustó la música y en una representación teatral colegial tuvo su primer encuentro con la música de Weather Report. Este es el primer grupo al que escuchó en directo y desde entonces ha sumado experiencias allí donde ha andado.
Nos encontramos en un club de Madrid y fuera de todo orden, mis preguntas no llegan a burocratizar lo que es un simple encuentro entre aficionados al jazz. Gabino salta a placer de un tema a otro, insiste en que no está ‘puestísimo en cuestiones musicales’, pero demuestra recordar datos, músicos y sesiones con toda exactitud.
Era un estricto teenager cuando acudió a un campo de fútbol a ver a Weather Report y cuando empieza a sentirse fascinado por los discos de Stan Getz con Joao y Astrud Gilberto, y un imborrable concierto de Milton Nascimento. Pronto dio con uno de sus favoritos: ‘Uno de los descubrimientos que ha marcado mi vida fue escuchar a Pat Metheny. Y es que juntaba todas las músicas que a mí me gustaban: el country, el rock and roll, el rythm and blues, la música brasileña… Creo que Metheny es fantástico y a través de él he conocido otras músicas, como la de Minas Gerais (Brasil), Toninho Horta, que es buenísimo, y también a Ornette Coleman’.
Van saltando nombres de sus favoritos: Frank Sinatra –‘Es curioso cómo Miles Davis cuenta en su autobiografía que fue influenciado por él. Sinatra, siendo cantante, fue todo un músico’– y Nat King Cole –‘su disco The Midnight Sessions es una pasada. Está con su trío tocando con el violinista Stuff Smith, el trompetista Harry Sweets Edison y Juan Tizol, el trombonista que compuso Caravan en la banda de Ellington’.
Toca un primer turno de pianistas: Keith Jarrett, Bill Evans, Chick Corea: ‘Return to Forever fue un grupo que me volvió loco. Yo escuchaba sus discos y me decía: no sé lo que es esto, pero me gusta. Admiro a Corea. Y es que te paras a escuchar lo que ha hecho… Muchas cosas de las que puedas oír hoy, hace tiempo que ya las hacía Chick Corea. Una vez me lo encontré en un avión y estuvimos charlando mucho, hablando de música … Le dije el tiempo y tiempo que había pasado escuchando su disco Friends‘.
Y antes de agotar sus pianistas de jazz, Gabino salta a otros que aprecia de otras músicas: ‘Mis padres nacieron en Cuba y a mí me gusta mucho esa música. Peruchin, Arsenio Rodríguez, Rubén González, Larry Harlow… son pianistas que saben lo que es la música, la seguridad, el silencio. Y que saben llevarte donde te tienen que llevar’. Y en otro momento habla de Tete Montoliu: ‘Tengo mucha admiración por Tete, Iturralde, Lou Bennett, Jorge Pardo, Carles Benavent… Entonces no había escuelas y lo hicieron todo a pulso’. Y de otro excepcional pianista, Randy Weston: ‘Me gusta porque es como si el jazz y África se acercaran, pero saliendo desde el jazz. La última semana que estuvo aquí, en el Café Central, vine todos los días. Randy, para mí, es como Rubén González: son músicos que respiran autenticidad pura’.
¿Qué opina el actor de célebres películas dedicadas al jazz en estos años?: ‘Bird (de Clint Eastwood) me gustó, pero Round Midnight (de Bertrand Tavernier) me gustó más, me emocionó mucho. Creo que la música de jazz ha sido minoritaria. Yo, después de un concierto, tenía la sensación como de decirme: ¡Qué suerte que me guste a mí esta música! Por eso el personaje de Francis me emociona mucho. Francis le da al músico de jazz el valor que la sociedad le niega. Un músico de jazz, para ser medianamente bueno le cuesta mucho trabajo, tiene que trabajar muchísimo y tener mucho talento’. Y en seguida Gabino recuerda una de las películas que le conmocionaron siendo un niño: ‘King Creole, con Elvis Presley, de Michael Curtiz que es el mismo director de Casablanca. Es un peliculón de verdad, no como otras películas que tienen a Presley como protagonista’.
Y también cabe preguntarle si el jazz, la música como arte de interpretación (performing art), le ha sugerido puntos de vista en su trabajo como actor: ‘Un curso de interpretación dice: cuando no estés trabajando, lee buenos libros y escucha buena música; eso te hace más sensible. Y es que el arte es todo igual. A mí Fernando Fernán Gómez me puede parecer un Miles Davis. Todo tiene que ver con expresar lo que has vivido. Dexter Gordon no había estudiado interpretación pero cuando hizo Round Midnight resulta que ha dicho tantas veces ‘te quiero’ y se ha emborrachado tantas veces que no le cuesta interpretarlo’.
Veamos, ya, cómo un actor aficionado a la música llega a su primera producción discográfica: ‘Un día, escuchando Reunion de Gary Burton y Pat Metheny, vi que había tres temas que me encantaban, entre ellos, el primero y el último y estaban firmados por Polo Ortí. Luego vi que un crítico americano le ponía por las nubes y aseguraba que gracias a sus temas era uno de los discos de Gary Burton con mejor repertorio. No volví a saber de Polo hasta cinco años más tarde cuando conocí a su representante. Me dio una grabación de Polo a piano solo y me pasé todo el tiempo escuchándola. También conocí a Lyle Mays, el teclista de Metheny, que había dado clases a Polo en Berklee y le dije que tenía que hacer algo con él. Y Mays me dijo: ¡Claro! Y me decía que cuando te gusta el jazz te metes en movidas porque sabes que tienes que hacerlo, no porque te dé popularidad ni para cultivar el ego. Y estuve un año hablando con gente hasta que pudimos hacer el disco’. Y sigue con entusiasmo: ‘¡Polo tiene un talento! Su disco creo que hay que escucharlo muchas veces, cada vez puedes encontrar más cosas. Creo que lo oye un músico y se da cuenta del nivel que tiene y lo oye la portera o alguien que pasa por ahí y también le puede gustar’.
Antes y después también han saltado a la arena de nuestra mesa Frank Zappa y la música de los 60-70, Brian Wilson (de los Beach Boys) y Wayne Shorter, Chet Baker y Bernardo Sasseti, Perico Sambeat y Cachao, Jaco Pastorius, El perseguidor de Julio Cortázar y el fotógrafo Robert Freeman, Chucho Valdés con Monk y el clarinetista Giora Feidman y las partituras que Gabino lee, pues está estudiando canto. Tanto el disco Polo como los proyectos de su productora merecen nuestro reconocimiento. Y dice Gabino: ‘A mí me gusta toda la música, siempre que sea buena’.
-Algo así dijo Duke Ellington.
-Tenía toda la razón.