Recuperamos, para la sección de «Hemeroteca» de la web, esta breve reseña publicada en el primer número de la revista de Más Jazz en papel en 1998
Redescubrimos alguno de los discos más destacados de la época.
Por Federico García Herraiz
El guitarrista Carlos Gonzálbez (nacido en Valencia, abril de 1957) y el pianista Fabio Miano (Brindisi -Italia-, 1956) han grabado un bello disco en dúo. Ambos ya habían registrado un elepé cuando el sexteto de Carlos Gonzálbez ganó el I Concurso de Jazz Valenciano en 1986. Pero este disco jamás fue distribuido y cría telarañas en algún despacho institucional. Así pues, estamos ante la verdadera carta de presentación de dos músicos ya muy curtidos.
Lo primero que sorprende es un repertorio de una exigencia jazzística muy elevada y que no recurre a standards manidos. ¿Quién conoce y toca hoy en día Ecaroh de Horace Silver o Domingo de Benny Golson? Por no hablar del muy poco frecuentado Four in one de Thelonious y algunas de las composiciones más convincentes e inusuales de Pat Martino, Wes Montgomery, Mingus, Corea o McCoy Tyner. El único standard -y no precisamente de los famosos- es Emily de Johnny Mandel, que fue el tema de una película dirigida por Arthur Hiller.
En su caso la ausencia de rítmica no es un lastre y ambos jazzmen recorren estas piezas con seguridad y entendimiento, complementando sus voces en un diálogo fecundo. Miano, al que se suele oír con el Milestone Trío, está tocando cada día mejor y su asimilación de la rica escuela bop (Powell, Evans, Phineas Newborn… ) está perfectamente integrada en su pianismo.
Tras un período de oscuridad, Gonzálbez ha vuelto sin perder un ápice de las cualidades que hicieron que muchos lo considerásemos (junto a Sean Levitt) el mejor guitarrista bop en España. Esa sobriedad, totalmente depurada de estéril verborrea y de trucos facilones que muchos cultivan, esa riqueza armónica y melódica de su juego, junto a un sonido redondo, impregna el acabado de su fraseo y todo su quehacer y, estoy convencido, será un descubrimiento para aquellos aficionados que aún no lo conocen. Un disco de jazz puro, sin concesiones, enormemente gratificante y absolutamente recomendable.