Recuperamos, para la sección de «Hemeroteca» de la web, esta doble reseña publicada en el primer número de la revista de Más Jazz en papel en 1998
Redescubrimos alguno de los discos más destacados de la época.
Por Javier de Cambra
Doble reseña
John Coltrane: The Complete 1961 Village Vanguard Recordings (Impulse/Universal)
Sonny Rollins: The complete, Sonny Rollins RCA Victor Recordings (RCA/BMG/Ariola)
Valga aclarar que estas dos ediciones integrales podrían llevar las cinco estrellas si no contempláramos la existencia de otras obras de ambos músicos. Para cualquier aficionado, para cualquiera que se haya cruzado antes con John Coltrane y Sonny Rollins son, expresamente, un claro objeto de deseo.
La edición integral de cuanto queda registrado de la estancia de John Coltrane en el Village Vanguard de Nueva York en las primeras fechas de noviembre de 1961 y el completo de cuanto grabó Sonny Rollins para RCA entre 1962-1964, con las colaboraciones que nadie podía esperar, son, por sí mismas, un verdadero acontecimiento; una invitación cierta a emprender -o retomar- una aventura musical.
El inicio de la década de los sesenta coge a John Coltrane en las mejores posiciones. Ha pasado ya por sus dos grandes escuelas de aprendizaje: el cuarteto de Thelonious Monk y la banda de Miles Davis, y con la fundación de su propio cuarteto alcanza el éxito con disco del periodo Atlantic como Giant Steps y My Favorite Things.
En las votaciones de críticos de Down Beat ha quedado en cabeza en cuatro apartados: revelación, saxo tenor, instrumentos misceláneos (por el saxo soprano) y grupo nuevo. Apenas estrenado en el liderato había obtenido todo reconocimiento, pero por los testimonios recogidos por su biógrafo C. O. Simpkins su planteamiento era claro: o seguía explotando una fórmula con éxito o seguía buscando ‘la esencia’ de su expresión musical. Optó, ciertamente, por lo segundo, en una galopada musical, vital y espiritual que duraría hasta su muerte en 196 7. El año de 1961 marca también el inicio de sus grabaciones para Impulse. Recién fundado su cuarteto, opta por empezar por las obras de ampliación: graba con un grupo de 14 músicos África/Brass y en septeto, Olé (el primero para Impulse y el último para Atlantic). Wes Montgomery se suma al cuarteto en la Costa Oeste, pero quien se queda en la banda es el arreglista de Africa/Brass, Eric Dolphy, saxo alto, flauta y clarinete bajo.
Antes de partir para Europa de gira (visitarán los países nórdicos, Londres, Berlín y Munich), Coltrane ha fijado unas fechas (del 1 al 5 de noviembre, sin que se conserven grabaciones del día 4) en el Village Vanguard para registrar un disco en directo. Tiene los músicos y tiene el temario: no se trata de unas fechas en un club sino llevar lo que se ofrece en escena al disco. Condiciones contractuales con Atlantic excluyen del temario composiciones como My Favorite Things (de la que sí existen registros piratas de los conciertos europeos). Para Naima se emplea el subterfugio de exponer la melodía al revés en la intro y titularla Amian. Por eso el temario es nuevo, no repite lo hecho antes.
Es el momento de eclosión de India y Spiritual, dos llamadas de arrebato de Coltrane al mundo de la espiritualidad, de Impressions, el So what de Miles Davis llevado al paroxismo hasta ser otra cosa, del blues Chasin’ the Trane, del único standard elegido: Softly as in a morning sunrise. Hay pocas variaciones en el temario de cada noche, pero sí la búsqueda de nuevos recursos expresivos: utilizando dos contrabajistas -sumándose Reggie Workman a Jimmy Garrison- o el oud de Ahmed Abdul-Malik, el oboe y el contrabassoon de Garvin Bushell o sumándose Roy Haynes a la plaza de baterista de Elvin Jorres.
En el piano está, claro, McCoy Tyner y Eric Dolphy se desdobla en su panoplia instrumental. Estas grabaciones alimentaron los elepés Live at the Village Vanguard e Impressions, luego aparecerían The Other Tapes, pero esta es su primera edición íntegra: una caja con 4 CDs y un cuaderno con texto de David A. Wild y fotografías inéditas. Las pinturas retrato de Coltrane de las cubiertas de las carpetillas son una opción bien cuestionable. La música supone ni más ni menos que acudir cuatro noches al Village Vanguard a escuchar a John Coltrane en el momento en que empieza a romper diques en la expresividad musical. Bien es cierto que al año siguiente grabaría Ballads y el disco con Duke Ellington, pero es en estas sesiones de 1961 cuando se anuncia el Coltrane que seguiría viniendo. En su escucha íntegra, esta caja es una de las cumbres del jazz moderno: una piedra millar en la mstrucc1on del aficionado al jazz.
Entre tanto, Sonny Rollins había trazado sus propios caminos. Seis años más joven que Coltrane, había llegado a la madurez musical antes que este. Tras su periodo de colaboraciones -Bud Powell, Miles Davis, Modern Jazz Quartet, Monk, Roach-Brown Quintet- Rollins había entregado obras mayores del jazz en Saxophone Colossus (con el manifiesto fundacional de su solismo, Seven, 1956) y Freedom Suite (en trío con Oscar Pettiford y Max Roach, 1958).
Luego vendría un periodo de silencio (que se repetiría más de una vez en la carrera musical de Rollins, como en la de Miles Davis y Charlie Mingus) y, según se han contado tantas veces, el inicio de los 60 encuentra a Rollins practicando sobre el puente de Williamsburg y desconcertado ante los cambios llevados adelante por Coltrane y Ornette Coleman.
El caso es que en 1962 empieza su periodo de grabaciones para RCA y en momento de duda entrega obras de gran calado. Esta edición integral ofrece 6 CDs que incluyen 6 LPs originales más notables materiales editados en Francia. Los títulos canónicos son: The brigde, What’s new, Our man in Jazz, Sonny Meets Hawk, Now’s the Time y The standard Sonny Rollins. Recusados por algún sector de la crítica, en este completo se encuentran como piezas suntuosas. The Bridge, con Jim Hall en la sección rítmica, muestra a un Rollins a contracorriente y tan coloquialmente expresivo como en su trabajo sobre God bless the Child; Our man in Jazz, con medio Ornette Coleman Quartet -Don Cherry y Billy Higgins-, sumándose a la vanguardia emergente (tal vez el último gran grupo con el que tocó Rollins, señala Loren Schonberg en el texto que acompaña esta edición); y el encuentro con Coleman Hawkins -con Paul Bley al piano- en el que ambos juegan a entrar en el estilo del otro. Confieso que los tres están entre mis discos favoritos.