Texto: José An. Montero
Fotos: María Ramos
Primera actuación en España de Gabi Hartmann, enésima promesa del jazz francés, prácticamente desconocida hasta que a principios de año publicó su primer trabajo en Sony con canciones de Jesse Harris colaborador de Norah Jones, Melody Gardot, o Madeleine Peyroux. Un primer disco que destronó a Ibrahim Maalouf o Nina Simone de lo más alto de las ventas de jazz con este primer disco, consiguiendo con canciones como I’Tell You Something, casi tres millones de reproducciones en las plataformas de audio y con temas como La Mer compuesto junto con Andreel.
Con fechas programadas en Francia, Nueva York o Canadá y en festivales de referencia como Jazz des 5 Continents (Marsella) o Jazz en Marciac, la cita de la Mar de Músicas en Cartagena era la única ocasión en España para encontrarte con esta artista y compositora francesa. La cita era el 16 de julio a las nueve y media de la noche en el antiguo patio del Cuartel de Instrucción de Marinería (CIM) hoy transformado en Universidad Politécnica de Cartagena, un espacio idóneo para disfrutar de la esencia musical de los intérpretes.
Gabi Hartmann se presentó acompañada únicamente por el guitarrista guineano Abdoulaye Kouyaté, que supo arropar y aromatizar un viaje musical personal por los múltiples manantiales de los que bebe la francesa que abarcan desde el swing, el afro-jazz o la música brasileña. Nacida en Paris, habitó en Río, completó estudios en Londres y recorrió Guinea, Portugal o Nueva York. Sólo con todo bagaje cocido a fuego lento es posible habitar de manera natural entre el jazz, la canción francesa y la bossa, surgiendo equilibrados aromas árabes o subsaharianos.
El siempre magistral Ludovic Perrin escribió sobre el primer concierto de presentación del álbum, “cabello castaño, ojos de agua de mar y un discreto arete en la nariz, solo el latido de un corazón humano actúa como tempo”. Sólo el corazón humano como tempo. Transitando mares, océanos, desiertos, urbes y siglos con sólo el corazón humano como tempo, paladeando cada nota y cada momento. Sin prisa, pero sin languidez. Sólo de esa manera es posible comprender que el primer bis fuera una versión a capela de voz frágil de La Pomeña de Mercedes Sosa y formara parte de esta manera de sentir el mundo que propuso sobre el escenario.
“El mar se llevó, profundo en sus profundidades, los sueños inconclusos, almas anónimas. Ver todos estos barcos, romper en las olas. Ver todas esas caras, ahogarse cerca de la orilla”. Estos versos de La Mer cantados por Gabi Hartmann casi en un susurro, a escasos metros de la Bahía de Cartagena, en un lugar con la potencia vital de este patio que tanto vivió, tan cerca de gentes que tanto dolor viven, estremece.