Texto: Pedro Andrade
Siempre es un placer presenciar los conciertos programados en uno de uno de los festivales de jazz más longevos de España. En una ciudad de encanto, como es San Sebastián, la combinación de escenarios, el musical y el monumental, es insuperable. Los parajes estivales más concurridos, acogen, temporalmente, los escenarios que se extienden por el casco antiguo de la ciudad y las playas, todos ellos esponsorizados y bien nutridos por las viandas y bebidas de la marca patrocinadora de turno, que, como es de esperar, no desaprovechan uno de los motivos turísticos más importantes y esperados del año en Donostia. Además, por qué no decirlo, la inversión privada garantiza un sostén económico, necesario para la organización del evento y explica, también, el motivo de ciertos cabezas de cartel en algunos escenarios, que de jazz tienen mas bien poco, pero que refuerzan la idea de un festival musical abierto al mayor número de público posible.
La Plaza Trinidad (La Trini), escenario único, llueva o no llueva, el museo de San Telmo, el teatro Victoria Eugenia y el colosal Kursaal Auditorioa recogen, año tras año, la magia de grandes artistas que se reúnen en un festival que combina perfectamente, en su programación diaria, la participación de grandes figuras extranjeras y también, por supuesto, los proyectos nacionales de mayor influencia.
Con la de este año ya van 58 ediciones del Jazzaldia y espero, con los dedos cruzados, que la suerte, las ayudas privadas y públicas, así como el apoyo de la administración de la ciudad, sigan haciendo posible que la vida de este maravilloso evento cultural se alargue por muchos años más.
A destacar, sin duda, el concierto de Kenny Barron, leyenda del piano que arropó las buenas intenciones de la Joven Orquesta de Euskal Herria (EGO), en un concierto que fue una clase de templanza y sabiduría musical de la que pudieron ser beneficiarios precisamente los jovencísimos integrantes de la orquesta, dirigidos por Rubén Gimeno, y que tuvo una muy buena acogida por el público que llenó las butacas del Kursaal. La combinación pautada de la orquesta no deslució la magnífica presencia jazz del trío de Kenny, aunque sí nos hizo echar de menos la fluidez y espontaneidad a la que estamos acostumbrados los seguidores del pianista.
Una apuesta interesantísima en esta edición del Jazzaldia fue el ciclo de conciertos de pianistas japoneses que se llevaron a cabo en el museo de San Telmo a primera hora de la mañana. Mencionar la presencia de Yosuke Yamashida (Tokio, 1942) que tocó dos días seguidos a piano solo, con dos propuestas que a más de uno sobrecogieron. “Quiet Memories”, que da nombre también a su último disco editado en 2020 (BS&T, 2020) y que contiene piezas originales y algunos estándares de jazz y “Classical Momentum” en el que el pianista pudo explayarse haciendo una interpretación muy personal de composiciones tan célebres como el Summertime y el Rhapsody in blue de George Gershwin o el Humoresque de Dvorak, entre otros.
Con estos conciertos el pianista pudo hacer un repaso de su extensa carrera y fueron la excusa necesaria para dar a conocer al público donostiarra el motivo por el cual es reconocido como un tesoro nacional en Japón y por el que le ha sido otorgada, en esta edición, la máxima distinción del Festival de Jazz de San Sebastián, el Donostiako Jazzaldia.
Miguel Martín, director del festival, comentaba en la ceremonia de entrega del premio, que la presencia del jazz japonés no es nueva en el festival, nombres como Aki Takase, Hiromi Uehara y la mismísima Toshiko Akiyoshi, que ya fue galardonada con la misma distinción allá por el año 2014, han estado presentes en los carteles de antiguas ediciones. Cada vez es más visible la presencia de músicos japoneses en los festivales de música jazz en nuestro país, no por casualidad, sino gracias a la labor diplomática de la embajada nipona, así como el trabajo de la Fundación Japón, que promueve la llegada de grandes figuras culturales de su país hasta nuestras ciudades.
Eri Yamamoto, otra de las pianistas japonesas, afincada actualmente en Estados Unidos, que también tuve la oportunidad de ver en concierto, mostró su lado más humano con la presentación de las composiciones de su último disco A woman Whith a Purple Wig (Mahakala Music, 2022), creado en plena pandemia y que tiene como temática principal el vaivén emocional que vivimos todos en los momentos más difíciles del confinamiento por la Covid 19 y, también, como no, la desconfianza social que se extendió por todo el planeta.
A su modo y como consecuencia de sus vivencias personales, Yamamoto nos da un testimonio de lo ocurrido con una visión positiva y optimista, que refleja en composiciones como Internal Beat, Sound of Peace, Memory dance, Smile, smile, smile, todas, interpretadas con la elegancia y destreza que le son propias. En el concierto fuimos testigos también de su gran carisma y de su sorprendente dominio del castellano, así como de su generosidad artística, invitando al escenario, para tocar a cuatro manos, a uno de los pianistas y productores más importantes del panorama jazz de Nueva York, Bruce Barth, músico y amigo de la pianista que ya fue testigo del calor del público de San Sebastián en la edición pasada del festival.
Julian Lage y Bill Frisell, dos generaciones de grandes guitarristas, convivieron musicalmente en la Plaza Trinidad para dar testimonio del pasado, presente y futuro del jazz.
La tarde de conciertos de La Trini, fue inaugurada por el trío de Lage, compuesto por Jorge Roeder al contrabajo y el excelentísimo Joey Baron a la batería. La interpretación instrumental de estos tres músicos fue un testimonio de complicidad e imaginación enorme. La implicación y entendimiento musical entre los tres es absoluta y eso se hizo visible y audible, en las miradas de complicidad que se intercambiaban continuamente durante su actuación y en el sonido compacto y potente que proyectaban en cada tema. El concierto, que empezó con puntualidad kantiana a más de uno le pilló en la cola de acceso o en el kiosko de bebidas. Sin miramientos y con la sonrisa que le caracteriza, Lage le sacó brillo a su Fender Telecaster, interpretando temas como Twiligth surfer, You and the nigth, Nothing, Lullaby, temas extraídos de sus álbums Squint (Blue Note, 2021) y Word´s fair (Modern Lore Records,2015) dejando para la última parte del concierto los temas incluidos en su último álbum , View With a Room (Blue Note, 2022) como es el caso de Tributary, un claro ejemplo de la capacidad creativa del virtuoso guitarrista estadounidense que ha contado, como invitado especial para la grabación de este disco, con el mismísimo Bill Frisell, que fue reclamado por Lage, a modo de bis final e interludio entre un concierto y otro, para hacer una jam interesantísima, en la que los dos guitarristas se intercambiaban el diálogo musical con sus dos guitarras Telecaster, mientras la sección rítmica, que también tuvo sus momentos de exclusividad, extendía un campo sólido y marcado para que los dos intérpretes dieran rienda suelta a su imaginación, creando imágenes sonoras improvisadas, que más allá de ser una exhibición de técnica, que lo fue, dio color emocional a una noche musical de texturas armónicas de gran belleza.
Bill Fisell, por su parte, acompañado por Greg Tardy al saxo tenor, clarinete, clarinete bajo, Gerald Clayton al piano y órgano y Johnathan Blake a la batería, celebraba su tercera comparecencia en la programación de Jazzaldia en la que presentó Four (Blue Note, 2022) disco pensado y editado también en los meses de pandemia más desfavorecedores y en los que la improvisación es la pauta determinante. Dear old Friend, Claude Untley, Blues from before, Look out fot hope, fueron algunas de las composiciones que Bill y los suyos eligieron para darnos muestra de un jazz magnético, en los que el público, atento en todo momento, tenía que guardar silencio y agudizar el oído para apreciar los detalles más sutiles que la banda iba creando. Algunos problemas con el sonido se pudieron percibir en los gestos de Clayton, que reclamaba un poco más de volumen en su monitor.
Fue muy enriquecedor también, como seguidor del jazz nacional, ver, durante mi estancia en San Sebastián, las propuestas que el Festival, asociándose con la SGAE, traían al teatro Victoria Eugenia de la mano del ya conocido Festival Jazz Eñe, que por tercer año consecutivo coordina objetivos con Jazzaldia. Según Javier Estrella, director de este proyecto, para la última edición de Jazz Eñe se habían presentado más de 250 propuestas, de las cuales tan solo ocho habían sido elegidas. La madrileña Lucía Rey y su trío presentó los temas de su próximo disco, Nómadas, inaugurando con gran acogida del público y crítica la serie de conciertos que se llevarían a cabo durante todos los días del festival y a los que estaban invitados varios programadores de los festivales de jazz más importantes del momento.
Una iniciativa, a mi parecer, coherente y necesaria, dada la proyección internacional que tienen todos los proyectos elegidos y una oportunidad de oro para que cada una de las bandas pudieran explicar, cara a cara, las características de sus propuestas, en los encuentros o meets programados que tuvieron, post concierto, cada uno de ellos con los representantes de los festivales invitados. Move, Carles Margarit, NGBM, Alto for two, Niño Josele, Bandolero y Gonzalo del Val, fueron el resto de propuestas que dieron forma al cartel de conciertos que se celebraron desde el 22 hasta el 25 de julio, último día del festival.
Otro de los grandes protagonistas de Jazzaldia, que tuve la oportunidad de ver en La trini fue Abdullah Ibrahim y su trío. El pianista sudafricano también fue galardonado, esta vez al inicio del concierto, con el Donostiako Jazzaldia, la máxima distinción del festival, como homenaje a su longeva carrera, 70 años de música, ni más ni menos. A sus espaldas lleva la distinción de ser el pionero del jazz africano junto a los The Jazz Epistles con los que grabó el primer disco de Jazz hecho enteramente por músicos sudafricanos, Jazz Epistle Verse One (1960). El mismo Duke Ellington apadrinó uno de sus primeros trabajos grabados en el extranjero con el mítico Duke Ellington Presents The Dollar Brand Trio (1963). Precisamente Abdullah, que por entonces era conocido con el nombre de Dollar Brand, sustituyó al maestro como director al frente de la Duke Ellington Orchestra durante cinco conciertos.
El concierto que ofreció en la Trini, que al principio resultó algo incómodo de seguir debido a las correcciones técnicas que el pianista hacía a los responsables de la mesa de sonido, fue, posteriormente, un testimonio sobrecogedor de la luz que todavía brilla en las manos de uno de los estandartes del jazz contemporáneo activo. Al pianista se le notan los años, sin duda, sin embargo, el sonido, quedo y contenido de sus notas, acompañado por dos músicos fantásticos, el saxofonista y flautista Cleave Guyton y el contrabajista y violonchelista Noah Jackson, dibujó una noche en la que pudimos palpar la solemnidad y la esencia del jazz. Temas como Dream time, Peace, The Wedding y algunos tributos, como fueron su interpretación del Giant Steps de John Coltrane y el Skippy de Thelonious Monk, emocionaron a un público entregado y paciente, debido a los problemas iniciales del concierto, y que rompió en una gran ovación tras un final de concierto evocador e inesperado. El pianista dejo su instrumento de lado y, a capella, entonó un canto tradicional de su tierra con el que dio por finalizada su actuación. El músico salió del escenario ayudado por sus músicos que apartaban obstáculos de su paso, mientras la leyenda sudafricana saludaba agradecido y caminaba con pasitos cortos.
Espero con muchas ganas las propuestas del cartel del Jazzaldia, edición 59, aunque sé, sin lugar a dudas, que debido al buen hacer de la organización y de su equipo, así como su calidez y calidad humana, harán posible una nueva edición del festival con la profesionalidad y el respeto por la música que les caracteriza. De momento, para los que no pudisteis ir, recomiendo fervientemente ver, en la página web o en el canal de youtube oficial de Jazzaldia, todos los conciertos que pudieron ser grabados y de los que podemos disfrutar online hasta el año que viene.