Texto: Pedro Andrade
Fotos cedidas por Getxo Kultura
En un día cargada de expectativa, el Festival de Jazz de Getxo fue testigo de una explosión de talento y energía desbordante con la presentación de James Carter, uno de los saxofonistas más virtuosos y versátiles de la escena jazzística contemporánea. El evento, que se llevó a cabo en el auditorio Muxikebarre de la pintoresca localidad costera, atrajo a una multitud de entusiastas del jazz que se deleitaron con una actuación memorable y electrizante.
Getxo, conocido por su tradición de albergar uno de los festivales de jazz más prestigiosos de España, se transformó una vez más, y ya van 47 ediciones con esta, en el epicentro de la música en una tarde que combinó la magia del lugar con el talento de los tres grupos que se presentaron en esta primera jornada de conciertos. Iñaki Saitua, programador del festival desde hace varias décadas, reafirma nuevamente su visión inclusiva y su enfoque experto en la calidad y la diversidad del jazz, trabajando incansablemente para llevar al festival tanto a grandes figuras del jazz mundial como a nuevos talentos emergentes, asegurando que la programación sea variada y atractiva para una audiencia amplia.
Los escenarios enmarcados por la cálida acogida de su gente, fueron el telón perfecto para la inauguración de nuestra cita anual con el jazz en Getxo. La primera jornada empezó con la cantante duranguensa Irati Bilbao, que dio además el pistoletazo de salida a los conciertos gratuitos ubicados en la plaza de la estación de Algorta, dentro de la sección de conciertos Tercer Milenio. La actuación de Bilbao fue recibida con entusiasmo bajo el sol menguante de una tarde cálida y luminosa. Su habilidad para navegar entre diferentes estilos de jazz y cautivar al público con su calidad vocal fue notable. Interpretó una mezcla de temas propios y clásicos del jazz, destacándose por su capacidad de infundir nuevas interpretaciones a canciones muy reconocidas. Su repertorio incluyó piezas de su álbum debut Begin (Errabal 2020) y también nuevas composiciones que, según nos comentó, se incluirán en la grabación de su próximo trabajo, previsto para este mismo verano. Sus interpretaciones llenas de emotividad y técnica vocal, permitieron a los oyentes apreciar su destreza en el scat y su profundo entendimiento de la música jazz.
A las 21:00h nos esperaban Seada Quartet en el auditorio Muxikebarre, agrupación coruñesa que se estrenaba en el festival de Getxo dentro del concurso de bandas organizado por el festival que este año acoge propuestas de Dinamarca, Italia, España, Suecia y Países Bajos.
Las bandas elegidas tienen la oportunidad de disfrutar de un escenario único siendo teloneros de los cabeza de cartel de la jornada, un marco incomparable para dar a conocer su propuesta musical.
Seada Quartet, con Lois Rivera (saxo), Martín Otero (piano), Miguel Piñeiro (contrabajo) y Esteban Lavigne (batería), hicieron un concierto contenido y con un buen despliegue técnico, son buenos estudiantes, sin duda. No fue hasta el final del concierto cuando se les vio sacudirse de la partitura y demostrar que a su compenetración técnica le acompaña también una sensibilidad musical profunda. Cada miembro del grupo tuvo su momento para brillar, contribuyendo con solos que mostraron su virtuosismo y creatividad individual, además, como nos comentó Rivera en una de sus intervenciones, cada uno de los integrantes aporta sus propias composiciones al repertorio de la banda.
Tras un breve receso James Carter subió al escenario, la energía en el ambiente fue palpable. Con su característico carisma y una técnica impecable, Carter se lanzó a un viaje musical que abarcó desde el jazz más tradicional hasta experimentaciones vanguardistas. Su dominio de diversos tipos de saxofones, incluidos el tenor, el soprano y el barítono, fue simplemente asombroso.
Tras un bailecito de bienvenida el de Detroy nos adelantaba los temas que tocarían esa noche: dos temas de Django, uno de Lonnie Smith, ‘A flower is a lovesome thing’ de Billy Strayhorn, ‘Tricotism’ de Oscar Pettiford y el standard ‘Body & Soul’.
El concierto comenzó con un ritmo a lo New Orleans que pronto se transformó en un derroche de improvisación y creatividad. Carter, conocido por su capacidad para explorar los límites de su instrumento, ofreció un despliegue de sonidos que iban desde suaves melodías hasta explosivos solos, sonidos chillones y armónicos, vibratos imposibles que arrancaron risas de incredulidad a un público disfrutón e hipnotizado.
Acompañando a Carter, la banda estuvo a la altura de las circunstancias. Cada miembro, con su propio virtuosismo, contribuyó a crear una atmósfera única. Gerard Gibbs y su Hammond B3 nos dejó a todos con la boca abierta, ofreciendo el contrapunto perfecto a los vertiginosos solos de Carter. El organista con su base de pedales apoyó a la base rítmica dando un latido constante y profundo, sobre la que se construía cada pieza. El batería suizo Elmar Frey, que sustituía al habitual Alex White, según Carter, su hermano de otra madre (risas del público), trabajó con energía y precisión, añadiendo una capa de complejidad rítmica que mantenía al público en constante expectación.
La actuación de James Carter en el Festival de Jazz de Getxo fue un testimonio del poder de la música para unir y emocionar. Su virtuosismo, combinado con una interpretación apasionada y una banda excepcional, convirtió la noche en una celebración del jazz en su forma más pura. Sin duda, una experiencia que quedará grabada en la memoria de todos los asistentes y un hito más en la rica historia musical de Getxo.