Texto: Pedro Andrade
Fotos cedidas por Getxo Kultura
El pasado 4 de julio, el Festival de Jazz de Getxo vivió una de sus noches más divertidas con la deslumbrante actuación de Hiromi, la virtuosa pianista japonesa que ha conquistado los escenarios de todo el mundo. Desde el momento en que Hiromi pisó el escenario, la audiencia fue transportada a un universo de sonidos vibrantes y emociones profundas, confirmando una vez más por qué es considerada una de las figuras más innovadoras y talentosas del jazz contemporáneo.
A primera hora de la tarde, en la plaza de la estación de Algorta nos encontramos con el trompetista bilbaíno Juan De Diego que presentaba su nuevo trabajo, Grebalariak (Los huelguistas), trabajo que manifiesta nuevamente las inquietudes políticas del músico bilbaíno que defiende su ideario con su trompeta con la que argumenta líneas sonoras discursivas con fluidez y emoción, algo que solo puede provenir del profundo compromiso de músico alineado con su mensaje. El sonido en general del concierto, hablo como parte del público, se notó apagado y falto de fuerza, haciendo que la música fuera difícil de percibir con claridad. Muy interesante la propuesta, sin duda, el motivo reivindicativo y el homenaje a la histórica huelga de la fábrica La Canadiense de Barcelona.
A las 21:00 volvimos al Muxikebarre para sorprendernos con otra banda incluida en el concurso de proyectos programado por el festival. En esta ocasión pudimos escuchar a Flen compuesto por unos jovencísimos músicos, originarios de Suecia y Dinamarca que proponen una visión del jazz en su vertiente más free e improvisada. Su música trabaja con secciones dilatadas en las que cada uno de sus integrantes tiene la oportunidad de mostrar sus dotes técnicas, apoyados en una base rítmica compacta en la que, a mi parecer, destacaba, quizás en exceso, el contrabajo con un walking insistente durante todo el concierto, unas veces más rápido y otras veces más pausado.
Tras este más que interesante aperitivo, el concierto de Hiromi comenzó con una energía arrolladora. La pianista nipona nos presentó su último álbum Sonic Wonderland (Concord Jazz 2023) acompañada por tres grandísimos músicos (en sentido literal, eran grandes grandes) a la trompeta Adam O’Farrill, el bajo eléctrico Hadrien Feraud y la batería Gene Coye.
Desde las primeras notas, la intensidad y la pasión de Hiromi se hicieron evidentes, capturando a la audiencia con una mezcla de técnica impecable y emoción desenfrenada. Cada nota parecía cobrar vida bajo sus dedos, mientras el público permanecía en un asombroso silencio, hipnotizado por la habilidad y el carisma de la muy sonriente pianista. Los contrastes en sus interpretaciones, pasando de secciones frenéticas a pasajes melódicos llenos de lirismo, mantenían a todos en vilo, sin saber qué esperar a continuación.
A medida que avanzaba la noche, Hiromi llevó al público a un viaje musical que abarcó una variedad de estilos y emociones. Para su repertorio eligió sobre todo temas de Sonic Wonderland, composiciones que demostraron su capacidad para fusionar influencias clásicas y modernas, creando paisajes sonoros ricos y complejos y muy divertidos.
Hiromi también rindió homenaje a sus influencias clásicas en uno de los bises finales, con una versión improvisada de “Fascinating Rhythm” de George Gershwin, transformando la pieza clásica en una explosión de modernidad y originalidad. La forma en que deconstruyó y reimaginó este estándar de jazz demostró no solo su profundo respeto por la tradición, sino también su visión vanguardista que empuja constantemente los límites del género.
Hiromi no solo ofreció un concierto, sino una experiencia transformadora que dejó una marca indeleble en todos los presentes. La pianista japonesa demostró que el jazz sigue siendo una fuerza viva y vibrante, capaz de evolucionar y sorprender a cada paso.