No hay Montilla sin vino, ni vino sin JAZZ en Montilla

Texto y fotos: Álvaro de la Rosa

@alvarorosar

El aroma del vino amontillado ha vuelto a estar presente para dar la bienvenida al mejor jazz del país. En la nueva edición del festival Montijazz celebrado en la localidad de Montilla, comarca  vitivinícola con Denominación de Origen Montilla-Moriles de la Campiña Sur Cordobesa, en un espacio único como son las Bodegas Alvear de la localidad Montillana, la más antigua de Andalucía, fundada en 1729.

La Asociación Cultural Jazz Amontillado, sin ánimo de lucro, que nació en el año 2020 con su mejor propósito, que no es otro que disfrutar y dignificar el buen vino autóctono, deleitándose con la mejor música jazzística, promocionar la cultura con especial atención al jazz y dar a conocer los vinos de Montilla Moriles. Una asociación joven, heredera de la antigua asociación Montijazz Vendimia, pero que ha sabido crecer y hacer una gestión perfecta para presentar este gran evento musical.

El impulso del festival ha evolucionado hasta este año 2024 con la entrega del I premio Montijazz, concedido a uno de los artistas invitados, el gran pianista Chano Dominguez. 

El festival se inicia con un monográfico de la historia del jazz ofrecido en la Casa del Inca de Montilla con un taller titulado «Los Orígenes del Jazz». Impartido por Amador Pérez de Algaba, director del Instituto para la Música y el Conocimiento (IMK), donde abordó de manera gráfica cómo el jazz emergió como una fusión de tradiciones musicales africanas y cánticos de trabajo que se escuchaban en las plantaciones del sur de Estados Unidos.

Continúa el festival con la primera actuación, Alejandro Esperanza Trío. Alejandro al piano,  Román Cubelos (contrabajo), Marcelo Woloski (batería). Presentaron su segundo trabajo discográfico Olivos además de nuevas composiciones. El joven pianista logró emocionar y conmover con su actuación y con su alegato a recordar de donde venimos, haciendo partícipes emocionalmente al público en cada interpretación. Interpretaron canciones de su disco Olivos, que según narra, el nombre radica del barrio oscense donde creció y evocación al mediterráneo. También interpretaron tres arreglos, dos standards: “Skylark” (Hoagy Carmichael) y “Someone To Watch Over Me” (George Gershwin), ademas de “In My Life” (The Beatles).

Me comentaba uno de los organizadores que mire la referencia de Marcelo Woloski, el batería del trio. Me quedo perplejo al leer el historial musical del argentino. Consulten en su web, no tiene desperdicio. Miembro de la banda estadounidense Snarky Puppy (2004) de jazz fusión con una variedad de estilos de jazz, rock, música del mundo y funk, llegando ha ganar cinco premios Grammy.

Tras su actuación subieron al escenario el fantástico grupo The Bop Collective: Irene Reig (saxos alto y soprano), Marta Garrett (voz), Joan Mar Sauqué (trompeta), Héctor Floría (saxo tenor), Alba Pujals (trombón), Joan Monné (piano),  Pau Sala (contrabajo) y Joan Casares (batería).

El octeto catalán representó canciones del  último  trabajo Decisió i Coratge en la que la saxofonista Irene Reig es parte fundamental con sus composiciones y arreglos. Irene presentó la canción “Alfareros”, compuesta en su pueblo natal y de la que según dijo, le dedicó a la localidad cordobesa de La Rambla muy vinculada a la alfarería. 

Rescato un fragmento de frase del reverso del disco que escribe la escritora Verónica Nieto: “Envidia me da la música que consigue comunicarse con la emoción sin intermediarios”. Después de disfrutar de su actuación, pienso que sea cual sea el estilo de jazz que se escuche, siempre es muy agradable escuchar la voz de una cantante como Marta Garrett. Magnífica.

El sábado noche fue un apoteosis de jazz. Inicia la actuación Trinidad Jiménez Trío: Trinidad Jiménez (flauta), David Sancho (piano y sintetizadores) y Fran Gayo (batería). Debo de confesar que me sorprendió, para bien, la fusión que interpreto el trio. Eléctrica, no puede haber un nombre para un disco tan descriptivo. Con un carácter personal y elegante esa flauta tan cautivadora que a la vez te emociona, te seduce y de repente te somete…esa batería que acompaña como acariciando el sonido de la flauta, para dar paso al piano -teclados – sintetizadores y a esa conexión tan “eléctrizante” que te conmueve, te agita, te agrada. Una montaña rusa de sonidos en los que David Sancho es pieza esencial con un trabajo magistral con el sintetizador. Sonidos embaucadores que te mantienen atento toda la interpretación.

La Almeriense, con su versatilidad, se ha convertido en una figura destacada en el panorama del jazz contemporáneo nacional creando un estilo propio. Ella misma cita que Eléctrica es la búsqueda que ha hecho entre sus mundos. Mirar al flamenco, trasladar su amor a las armonías del jazz, el paisaje y todo envuelto con lo eléctrico: “Quiero reinterpretar el flamenco y llevarlo a la música que me late”.  

Continúa con la actuación de Chano Domínguez Trío. El entusiasmo por disfrutarlo era palpable. El lleno absoluto y la atención del publico entusiasmado se mostró en todo su actuación. Chano Dominguez acompañado de Horacio Fumero (contrabajo) y David Xirgu (batería). Ya en la prueba de sonido el pianista demostraba su entusiasmo por el festival y necesitaba sentir a la gente cerca. Hizo mover todos los instrumentos y por consiguiente el sonido y la iluminación para estar lo más cerca posible del público. El artista gaditano demostró, junto con el contrabajo y el baterista, la capacidad de improvisar con brillantez, sabiduría. Uno de los máximos representantes del jazz-flamenco a nivel mundial. Chumburún, con esta palabra iniciaba Chano su concierto. Palabra colombiana semejante a la expresión “del tirón”. 

En un momento del espectáculo, cuando tuvo que subir uno de los técnicos de sonido, el pianista no desaprovechó la ocasión para invitar al escenario a su amigo Chipi, de la banda La Canalla, donde con un toque de humor, interpretaron una canción con la magnifica forma de crear y ejecutar el jazz que el público supo agradecer con ese toque polifónico de jazz que estimuló el ambiente. Cuando parecía que la noche de jazz terminaba, Chano Domínguez junto a Trinidad Jiménez sorprendieron con un dueto con la interpretación del tema “Canción de amor”, un tributo al maestro Paco de Lucía.

La semana siguiente, para poner fin al festival, el swing fue la guinda del pastel. The Jump Club, la banda andaluza compuesta por Charito Sánchez (voz), Patricio Caparrós (contrabajo), Andrew Lynch (saxo), Edu Navarro (piano) y Elena Berrocal (batería), hicieron levantarse de sus asientos a los asistentes.  Con la espinita clavada por  su última actuación en plena pandemia, en la que el público no disfrutó con normalidad, el grupo supo darlo todo en el escenario.  Ofrecieron un repertorio dinámico y atractivo propio del swing original estadounidense, que desde 1935 se consolidó como un estilo dominante en el mundo del jazz popular americano.

En Montijazz Vendimia hemos bebido vino mientras se disfruta del jazz de fusiones, de historia, flamenco, humor, tecno, bailes, un dueto inesperado, todo en la coctelera del mejor jazz nacional y en un lugar muy especial.

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