Texto: Eduardo De Simone
Con cada vez mayor frecuencia aparece algún tesoro oculto de Bill Evans. El sello Elemental Music lanza ahora un concierto en trío de 1970 en la localidad de Kongsberg que muestra al pianista en estado de gracia junto a Eddie Gomez y Marty Morell. El poeta del jazz hechizó al público en esa velada y ratificó su conocida sentencia de que este género no se trata del “qué sino del cómo”.
Fue dicho alguna vez que en su momento Liszt conquistó el piano mientras que Chopin lo sedujo, y que aplicada al jazz la sentencia indica que si Oscar Peterson es nuestro Liszt, Bill Evans es nuestro Chopin.
Sin que remita a una comparación, a Bill Evans no le habría disgustado la reflexión, puesto que era un profundo conocedor de la música de Chopin. Y también, por cierto, de Oscar Peterson, que lo influenció en sus años iniciáticos.
Bill Evans, el poeta del jazz, sigue dando que hablar, no ya por sus innovaciones estilísticas y por la huella que dejó en varias generaciones, sino porque, aunque resulte inverosímil, continúan apareciendo grabaciones inéditas que nos retrotraen a épocas de alto vuelo en las performances de sus tríos o sus experimentos en solitario.
Se sabe que en los últimos años Zev Feldman, el llamado detective del jazz por sus búsquedas incesantes de tesoros ocultos en las discográficas o entre los herederos de los grandes músicos, ha lanzado al mercado conciertos inéditos de Bill Evans con alta calidad de producción.
Se anuncia ahora un nuevo hito: a fin de mes saldrá a la luz el disco doble Bill Evans in Norway, una actuación del gran artista en el Festival de Jazz de Kongsberg, en 1970.
El box set incluirá, además de la música, entrevistas con el propio Evans, el bajista Eddie Gomez y el baterista Marty Morell, así como con el pianista noruego Roy Hellvin, que estuvo entre el público en esa noche memorable. También reflexiones sobre el arte de Evans por parte de los pianistas Aaron Parks y Craig Taborn y notas del estudioso de Evans, Marc Myers.
El lanzamiento se concretará a través del sello Elemental Music y mostrará a Evans con su trío de Eddie Gomez y Marty Morell, uno de los que más recorrido tuvieron entre los grupos del pianista.
“Entre Resonance Records y Elemental Music, he tenido la suerte de trabajar con Evan Evans (hijo de Bill) durante los últimos catorce años, y esta será mi duodécima producción trabajando con la familia”, sostuvo el productor Feldman al presentar esta estimulante novedad. “Estas grabaciones provienen de los archivos del Festival de Jazz de Kongsberg de Noruega, que se inició en 1964. Ha sido un gran avance para nosotros haber establecido contacto con su equipo en 2023 y estamos muy entusiasmados con esta nueva relación”, añadió.
El 26 de junio de 1970, día de la presentación en Kongsberg, el trío Evans se encontraba en estado de gracia. El pianista había empezado a dejar atrás su adicción a la heroína gracias a un programa de metadona supervisado y se encontraba especialmente sensible a los gustos de su público, lo cual contribuyó a que soltara energía fresca en su repertorio.
El académico Myers señala: “Evans apreciaba la reserva, la modestia y la cortesía de los noruegos. También era consciente de que sus estados de ánimo tendían a ser lúgubres en invierno, cuando había menos luz solar cada día, y más alegres en verano, cuando el sol se ponía alrededor de las 11 de la noche. Mientras preparaba la lista de temas de Kongsberg, sabía que los asistentes noruegos al concierto tendrían una conexión profunda con piezas melancólicas como “What Are You Doing the Rest of Your Life?”, “Turn Out the Stars” y “Quiet Now”. Pero al escucharlas, se darán cuenta de que el Bill Evans Trio interpretó muchas de estas canciones tradicionalmente sombrías con un ritmo más animado”.
El propio Evans dijo al día siguiente del show: “Este es un público excelente, y es extraño pensar que un pequeño lugar como Kongsberg pueda contratar músicos de todo el mundo sólo porque les gusta el jazz.”
La sección rítmica del pianista, ambos con experiencia en giras europeas, se inspiró en el enfoque del líder. Gomez recuerda: “Cuando estuvimos en Kongsberg, acabábamos de tocar en el Festival de Jazz de Montreux en Suiza. La grabación de ese evento se llamó Montreux II. Y en ese momento Montreux era un festival de muy alto perfil. Después de superar ese obstáculo, fuimos a Kongsberg, y eso fue un alivio. Me sentí muy relajado, como, ‘Bueno, esto es bueno. No es como en Montreux, hay menos presión. Y creo que el resultado es un disco bastante bueno”.
No era la primera vez que Bill Evans se presentaba en Noruega. Unos años antes, en octubre de 1966, lideró una actuación en Oslo junto a Eddie Gomez y a Alex Riel, que quedó plasmada luego en el disco The Oslo Concerts, uno de los más celebrados por el público escandinavo.
Y luego de la presentación de 1970 que ahora se edita, Evans regresó a Kongsberg en 1980 para volver a subir a escena en el festival de jazz de esa localidad. En esa ocasión el trío ya incluía a Marc Johnson en contrabajo y Joe LaBarbera en batería.
La gira de 1970 daría para más. Pocos días después del concierto de Kongsberg, el 3 de julio de ese año, Evans reunió a un supergrupo que sería recordado en Noruega: nada menos que Lee Konitz en saxo, Niels-Henning Orsted Pedersen en contrabajo -acaso uno de los más grandes músicos europeos en su instrumento- y Alan Dawson en batería.
Todos blancos, salvo Dawson, un tema sobre el que Evans sobrevolaría a lo largo de su carrera, habida cuenta de que por otra parte fue el único músico blanco que participó del disco más icónico de la historia del jazz, Kind of Blue, de Miles Davis. Sentenciaba Evans en una entrevista con DownBeat de 1976: “Históricamente el ímpetu negro fue el principal responsable del crecimiento del jazz, pero si aparece un artista de jazz blanco es simplemente otro ser humano que ha crecido amando el jazz y puede contribuir al jazz. Es triste que exista un pensamiento prejuicioso”.
Toda novedad asociada a un trío de Bill Evans es un acontecimiento excepcional, si se tiene en cuenta que el pianista fue el pionero de la redefinición de ese formato. Lo puso en marcha junto a los notables Scott LaFaro y Paul Motian, contrabajista y baterista, con quienes abandonó la estructura tradicional en la cual el piano lideraba con la melodía y el resto oficiaba de acompañamiento rítmico para alentar una nueva dinámica que ponía en un pie de igualdad y sentido colaborativo a los tres músicos. Un “Interplay”, como se titula uno de sus discos, que paradójicamente fue grabado en quinteto a principios de la década de los años sesenta.
La libertad rítmica que desarrolló en su estilo rompió con las referencias habituales del swing y del bebop. Su enfoque expresivo, flotando sobre el ritmo, fue un disparador para pianistas que llegaron después y que por cierto no habrían sido lo que fueron sin Bill Evans.
Como recuerda el crítico Gene Lees en el libro Reading Jazz la música de Evans, especialmente la que surge a partir del álbum Everybody Digs Bill Evans, de 1958, sonaba como una suerte de “carta de amor escrita desde cierta prisión del corazón”.
“El jazz no es un qué sino un cómo”, es una de las frases más recordadas de Evans, para quien “no se puede encontrar en el jazz la perfección de la técnica que es posible en la música contemplativa. Sin embargo, curiosamente, esta misma falta de perfección puede dar lugar a un buen jazz. Por ejemplo, en la música clásica un error es un error. Pero en el jazz, un error puede ser -de hecho, debe ser- justificado por lo que le sigue. Si estuvieras improvisando un discurso y comenzaras una frase de una manera que no habías pretendido, tendrías que llevarla adelante de forma que tuviera sentido. Lo mismo ocurre en la música espontánea”.
Volviendo al show de Kongsberg que se apresta ver la luz, el pianista noruego Roy Hellvin recuerda en las liner notes del disco: “Fue un gran estímulo para mí escuchar la cinta de este concierto de Bill Evans de 1970 54 años después de estar allí. Todavía puedo recordar la atmósfera creada por el trío. El verano en Noruega fue inusualmente cálido ese año, pero dentro del cine Kongsberg había un ambiente especial. No creo haber visto nunca a otro público tan tranquilo y concentrado, especialmente durante la interpretación de Bill de Some Other Time. ¡Realmente nos dejó hechizados! Para mí, Evans tocaba un poco más hard que lo habitual y con más ataque en sus piezas de ritmo rápido”.
Con esa percepción coincide Craig Taborn, un pianista contemporáneo cuyo estilo no puede asociarse al de Bill, quien sostiene en las liner notes: “El grupo que toca en Kongsberg es verdaderamente interesante para mí, porque creo que los años de Marty Morell son fascinantes… Con Morell, Bill está ciertamente en la cima. Tiene una sensación mucho más brillante. Realmente está impulsando las cosas. Incluso aumenta un poco los tempos”.
Fue un momento clave en la trayectoria de Bill Evans, que quedará reflejada en la nueva evidencia que Elemental Music se dispone a descubrir.