Texto: David Sanz Frías
Fotos: Jesús García
El público abarrotaba el teatro Magno de Madrid. Se percibía en el ambiente que había muchas ganas de ver y escuchar lo que Xavier Amin Dphrepaulezz, más conocido como Fantastic Negrito, ofrecería esa noche. Expectativas tan altas no siempre son buenas: a veces, no se cumplen; aunque otras veces, se cumplen con creces.
Salió la banda y una potente distorsión de guitarra arropada por una formación clásica (bajo, teclado y batería) llenó la sala. El público rugió. Estaba ganado antes de empezar el concierto. Ya en los primeros sonidos se pudieron comprobar las influencias del rock de los 60 y los 70 de la banda: Jimi Hendrix y Led Zeppelin planeaban sobre el escenario cuando Fantastic Negrito salió vistiendo una chaqueta que le llegaba hasta los tobillos y un sombrero rematado con una pluma.
En los primeros temas, la voz quedaba por detrás de la banda. Y, desde luego, no se debía a una falta de potencia por parte del cantante, como luego se demostraría. Quizá era una decisión del diseño del sonido o tal vez el técnico de sonido aún estaba ajustando el control. Por fortuna, esto se solventó a lo largo del concierto.
Lo que estuvo claro desde el principio fue que, quien esperara un concierto de blues tranquilo y clásico, se había equivocado de lugar. En el teatro Magno sonó, sobre todo, el rock sucio, guitarrero y ardiente de Woodstock. Incluso se percibía un ligero aroma a marihuana (Xavier se dedica a su cultivo legal en California). También sonó mucho funky rock que animaba a mover los pies, la cadera y la cabeza.
Los temas se sucedían sin solución de continuidad. No había tiempo (ni ganas) para la presentación de las canciones ni de la banda. Aún era pronto. Sólo importaba la música: una banda que funcionaba con la precisión de un reloj suizo para acompañar la voz de Fantastic Negrito, una voz que puede con todo, no sólo rock y funk, también blues, soul y lo que le echen, con un registro vocal amplísimo, afinación y, lo más importante en este tipo de música: rollo, mucho rollo. En un momento dado, la banda quedó en silencio y Fantastic Negrito continuó cantando a capela, demostrando que era capaz de retener al público en la palma de su mano sin ayuda insturumental. Pocos cantantes pueden alardear de algo así.
Porque Fantastic no es sólo un estupendo cantante y un gran compositor, es también un gran showman. El concierto fue un espectáculo que podía parecer improvisado, pero, en realidad, cada nota, cada arreglo, cada final, cada berrido estaba perfectamente ensayado. Y esto demuestra que los cinco músicos que pisaron el escenario son enormes profesionales.
Fantastic Negrito se disculpó por no poder tocar la guitarra debido a una lesión en la mano. Una lástima, sí. Sin embargo, el guitarrista Clark Sims Gaines consiguió que nos olvidáramos de ese detalle: él se bastaba y se sobraba, tocando solos incendiarios, riffs rotundos o acompañamiento funkero.
La noche tuvo su momento emotivo cuando explicó la inspiración de su último álbum, Son of a Broken Man: una música inspirada por el dolor de la relación con su padre. Y el perdón. Él mismo lo explicó: si tienes un dolor que te rompe el corazón, agradécelo: puedes convertirlo en algo bueno, ya sea a través de la música, de la escritura o de la cocina. El bluesman decidió regalar un vinilo a alguien del público y eligió a una pareja de la primera fila. Se lo entregó con una condición: que no rompieran nunca. El amor bendecido por Fantastic Negrito. Sin duda, recordarán el concierto toda su vida. Y nosotros también. Porque, esta vez sí, las expectativas se cumplieron con creces.