Texto: Claudio Reina
Fotos cedidas por Festival JazzMadrid
Retumbaron las palmas sordas de Michel Camilo por el teatro Fernán Gómez para dar compás al Maestro de la bajañí José Fernández Torres “Tomatito”, quién siguió al tempo en su rasguear, comenzando la primera armonía de la noche, haciéndonos expectantes del gran encuentro entre guitarra y piano, que se dio a través de la interpretación única y severamente genuina del «Libertango» de Astor Piazzola.
El público se puso en pie y las ovaciones tomaron vida propia, Michel Camilo, sin poder ocultar la sonrisa de su rostro, salió del piano para dirigirse al centro del escenario dando pequeños saltos de alegría, contagiando a su compañero de la misma y haciéndole acompañar al vergonzoso lugar del diálogo.
“Bueno, estaba en Nueva York…” Tomatito lo mira cómplice, el silencio se hizo en la sala.
Camilo seguía callado, el público, atento, a la espera…
“Venga, io, si estás frito por decirlo” – añadió el tocaor.
“¡El disco está nominado a un Grammy americano!” dijo el pianista de puntillas al micrófono, lo que acompañó el aplauso de los asistentes.
Tomatito puso en sus manos la soleá, y rozó con tristeza y raza las cuerdas, gozando del compás lento de las lágrimas, del tempo solitario y moribundo que desembocaría en una interpretación delicada y minuciosa de «Alfonsina y el Mar», encajando sus melodías argentas por el latir gitano hasta bordar el silencio de Michel, quién apareció con lentitud sobre el estándar marino. Un momento tan íntimo como precioso, tan precioso como único, pues dos genios de esta talla, vestidos con la misma música, solo pueden ofrecer un recital de semblantes imposibles de repetir.
Michel Camilo y Tomatito, cuyo dúo oficia música desde hace (casi) treinta años, han adquirido tal experiencia en las miradas, los gestos y sombras de cada uno, para saber cuándo entrar, y lo más importante, y más si es por bulerías, cuándo salir. La siguiente obra, “A mi niño José” de Tomatito, incluyó falsetas que acompañaron al genio Camarón de la Isla, falsetas que se hartaron de Tomate e incitaron los primeros piques entre guitarra y piano, donde Camilo actuaba en los graves como si el rasgueo de nailon y abeto rezumaran la oscuridad de su ébano; y viceversa, Tomatito picaba en sus cuerdas las armonías del pianista, gozando de un juego de magias cuyo resultado en el remate fue la ovación eterna del público, que solo pudo ser interrumpida por las palabras de Camilo.
«Antonia», de Pat Metheny, fue la siguiente canción que hizo eco de las manos de estos artistas. Tras la introducción de raza que nos brindó José, partiendo del clasicismo más gitano, introdujo por sus uñas las primeras notas de Metheny, y dejó al silencio para Michel, quien, detallista, terminó la preciosa armonía. Dos virtuosísimos bajo un solo nombre.
¡Tiempo de Mambo! Llegó la hora de los Valdés, con «Mambo Influenciad»o del maestro Chucho, y una interpretación tan fiestera que Michel lucía en su hogar, bailando por los extremos del piano con una técnica infalible, alterando en las repeticiones bajo el compás hipnótico del Mambo, percutiendo en las alturas de su instrumento. Y Tomatito… de raza versátil, se movía por los géneros dando a su garra la sangre de distintas tierras, sin olvidar el dominio de Pescadería en los rasgueos. Una barbaridad de interpretación rebosante de juerga, que aún siendo del otro lado del charco, boza su océano musical hasta ahogarnos de agua caribeña en el Centro Cultural de la Villa.
«Remembrance» es el título que da Michel Camilo al segundo movimiento de su Concierto para Piano y Orquesta, una composición tan bella que fue tejida para ser interpretada en soledad junto a la guitarra del maestro. Aquí vimos la capacidad de escritura del pianista, así como su dirección musical, encaminando su Añoranza para tecla y cuerda, la expresión en su pulso, el alma de los Fernández por cada nota, que unían al recuerdo de Michel Camilo, su nostalgia de piano con quejidos de blues, y algún que otro modo frigio reflejándose en las manos de Tomatito. Un anhelo magistral compuesto por el genio de Santo Domingo.
Después de la tristeza, siempre viene la alegría, y ¡qué mejor manera de expresarla si no es por rumbas! La Vacilona de Tomatito, rumba que nació de la mano de los Maestros José Fernández y George Benson. Su origen y destino, de La Chanca a Pittsburgh, pasando por Cuba y República Dominicana, estas rumbas, fueron musicalizadas con gestos de todos los lugares y colores, cambiando el compás al gusto, improvisando frente al marfil como un jazz gitano o una rumba de Santo Domingo. Simplemente… ¡Música!
Y llegaron los jaleos, en homenaje directo al Genio y Maestro José Monje Cruz “Camarón de la Isla”. Esta música, basada en los versos de la obra “Así pasen cinco años” de Federico García Lorca, trajo su leyenda en los agudos del piano, entreviéndose la rima, hasta que comenzaron los rasgueos del Tomate y llegaron las falsetas que marcaron un antes y un después en la música española. El Rey de los Gitanos, Camarón, y el Maestro del Verso, Lorca, ducaron esta noche al escuchar tales músicos rindiendo sus manos ante la pena andaluza.
Durante este tiempo de duelo, Michel Camilo y Tomatito aprovecharon para rendir candiles a Chick Corea, gran músico y leyenda del jazz, uniendo tres canciones: «Armando’s Rumba», «La Fiesta» y «Spain» (composición que juntó por primera vez a Michel Camilo y Tomatito) en un tributo con forma de suite. Una actuación preciosa rebosante de virtuosismo y amistad, que derivó en improvisaciones sobre los temas de Chick, para rematar con una soleá de raza por parte de Tomatito.
Comenzó Michel, con un tacto suave y gentil sobre el Adagio, dejando sus notas calladas al aire, restos de melodía que recogió Tomatito en su canasto de pino, un Aranjuez gitano, la duquela almeriense y oxidada respirando entre los campos de España y sus pueblos de piedra gris ¡y llegó el jazz! para bordar la composición del Maestro Rodrigo con las armonías de Corea, ya repleto el teatro de improvisación, música, virtuosismo y alma, el público se puso en pie, devoto al arte, y entregó un aplauso que acabó con la interpretación del tema de amor de la película Two Much en forma de bis. Una despedida sincera y romántica, donde lucían, guitarra y piano, entre dos aguas, enredando sus melodías bajo los Jardines del Descubrimiento.
1 comentario en «Michel Camilo y Tomatito: Spain Forever Again»
Ea, que difícil es transmitir el sentimiento flamenco y el duende de los artistas, pero está crítica lo consigue, miarma.