El artista catalán Grabu, que sentado en el piano explora sonidos asociados con la electrónica, mantiene que siempre le ha gustado coquetear con el jazz, pero se resiste a que le impongan etiquetas. Con apenas 23 años ha recorrido gran cantidad de festivales y ha compartido cartel con músicos célebres de diferentes géneros. Con motivo del lanzamiento de su segundo álbum, Time and again, comienza una gira por España en la que sin duda revalidará sus títulos. MásJazz lo entrevistó para profundizar sobre su pensamiento y sus conceptos creativos.
Texto: Editorial
Fotos cedidas por Grabu
La experimentación de los músicos de jazz con instrumentos eléctricos, que tuvo su auge en la mitad de los 70, con Miles explorando y bandas como Return to Forever o Weather Report ampliando horizontes y audiencias plantó una semilla que con altibajos fue renovándose década tras década.
Las herramientas actuales son lógicamente más extensas e innovadoras que aquellas de hace 50 años, a lo que debe añadirse ahora la Inteligencia Artificial, que muchos artistas están comenzando a abordar con expectativas de renovación.
La incorporación de elementos de electrónica a cierta música que tiene su base en el jazz, pero no sólo en ese género sino en capítulos más abiertos, ha atrapado a buena parte de los artistas jóvenes. Es cierto que para nativos digitales resulta un fundamento natural. Para muchos de ellos un trío acústico de piano, contrabajo y batería acaso sea parte del arcón de los recuerdos.
Pero es interesante el surgimiento de ciertos músicos que han logrado atrapar audiencias, atraer la atención de otros artistas de géneros diversos y alimentar críticas favorables con sus proyectos.
Es el caso de Grabu, músico catalán bautizado como Arnau Grabolosa, que con apenas 23 años se ha convertido en uno de los músicos más solicitados de la escena catalana. Con su set multi-instrumental, llevando las canciones producidas al directo, es uno de los artistas más innovadores de la escena. Grabu ha actuado en casi todos los festivales de renombre de Cataluña y ha compartido cartel con artistas como Jorge Drexler, Rosario Flores, Julieta Venegas o Paul Anka, entre otros.
“Blast” fue su disco debut y estuvo nominado a Mejor Disco Catalán del Año por Radio 4. La gira de presentación le hizo viajar por más de 50 festivales y salas de referencia. Ahora publica un nuevo trabajo de la mano del sello Picap: Time and again. Este álbum es una inmersión profunda en el universo de la electrónica que captura la complejidad del tiempo y su intersección con la nostalgia y la familia. Con melodías evocadoras, el disco encara un viaje emocional, abordando el mecanismo según el cual los recuerdos se entremezclan con el presente y cómo el paso del tiempo provoca una inevitable transformación.
Grabu comienza este mes una gira por España, que le llevará inicialmente a Madrid, donde se presentará en el Teatro Fernando de Rojas el día 14. Luego recorrerá Langreo, Zaragoza, Cáceres, Badajoz, Valladolid y Orense, con shows entre marzo, abril y mayo.
MásJazz lo entrevistó con motivo de este paseo musical español.
¿Cómo has comenzado a vincularte con la música y cuál fue el o los sucesos que definieron que te dedicarías a ella?
Mi conexión con la música ha sido innata, desde siempre. Desde pequeño, sentía una profunda curiosidad, me hacía muchas preguntas: ¿cómo logran subirse a un escenario? ¿Qué instrumentos tocan? ¿De qué manera lo hacen? Me fascinaba observar a un grupo de personas ofrecer un concierto, y desde esos primeros momentos supe que quería dedicarme a ello.
El momento clave yo creo que llegó cuando comencé a ver a personas cercanas a mí, de mi propio pueblo, subirse al escenario durante la fiesta mayor. Fue ahí cuando entendí que no era un sueño inalcanzable, ya que ellos lo estaban logrando. Y si ellos lo hacían, yo también podía hacerlo
¿Qué lugar ocupa el piano en tus composiciones y performances y cuál es el concepto en el que te has parado para añadir elementos electrónicos?
Para mí, el piano ocupa un espacio super importante en mis composiciones, y en mi vida en general. Es un instrumento que me da libertad para poder expresar todo aquello que no canto o no explico con palabras. Es una extensión de mi persona, de lo que pienso o de lo que hago, y por lo tanto, el espacio que ocupa sería el de mi persona, como si yo estuviera dentro de las canciones. La electrónica fue apareciendo poco a poco en mi vida. Los gustos cambian y lentamente fui escuchando a más artistas que mezclaban la electrónica en sus canciones. Yo quería hacer lo mismo, pero tenía claro que no podía hacerlo de la noche a la mañana. Es por eso que, si escuchas mi discografía, la electrónica ha ido apareciendo muy poco a poco, de manera muy lenta pero sin pausa, y sobre todo sin perder lo que soy yo y lo que me representa: el piano.
Has compartido escenario con muchos músicos reconocidos, varios de ellos de la escena latinoamericana, ¿qué te dejaron esos encuentros en tu camino musical?
Para mí compartir escenario con otros artistas siempre es una experiencia muy bonita. Conocerlos, escucharlos y ver lo que hacen siempre te ayuda a inspirarte. Considero super importante estos encuentros y espacios entre músicos, ¡a mí me dan la vida!
¿Cómo imaginas la evolución de tu música en los próximos años?
Es algo que no me planteo mucho. Mi música ha sido siempre un reflejo de lo que me pasa y de lo que siento, y no sé lo que voy a sentir dentro de 5 años. Lo que sí sé es que ya estoy trabajando en el próximo proyecto, que no sé cuándo va a salir aún, y que hay una evolución clara e importante, más que entre los dos discos ya publicados. Me gusta experimentar y contar las cosas que estoy viviendo, y el próximo proyecto va un poco por ahí.
¿Nos puedes contar algo sobre tus influencias musicales? ¿Cuáles fueron las iniciales y qué escuchas ahora?
En mi casa siempre había escuchado clásicos: desde Michael Jackson, pasando por Stevie Wonder o Madonna, entre otros. Esta música me fascinaba (me fascina aún) pero cuando empecé a escuchar música por mi cuenta, sobre todo en el instituto, me empecé a enamorar de artistas catalanes como Judit Neddermann, Clara Peya o Sey Sisters, entre otros, y ahí es donde comencé a cultivar más mi criterio musical, pasando por artistas super referentes para mí ahora, como James Blake, Fred Again o Stromae, entre otros.
¿Qué relación tienes con el jazz? El mundo del jazz es complejo, tal vez muchos asocien tu música con el smooth jazz u observen con desdén tu afición a la electrónica. Más allá de la favorable respuesta del público, ¿tienes alguna definición para la música que haces?
Para mí la palabra jazz es una etiqueta tan y tan grande que es imposible poner límites a qué es jazz y qué no. Creo que es el gran problema de la gente purista, que muchas veces ve a su género como algo puro e intocable. La música es evolución y experimentación, y para mí el jazz es otra extensión de mí mismo, un recurso y un mundo que con el que me gusta coquetear, pero no quiero que me limite ni que me corte las alas. Todo puede convivir en un mismo mundo, que es el de la música. Por suerte, el público lo ha recibido siempre muy bien en mis conciertos y poco a poco, va entendiendo el proyecto. No tengo una definición para la música que hago. A veces, siento que si la describiera (no sabría ni por dónde empezar) haría precisamente eso, ponerla en un cajón y delimitarla. Yo siempre digo que mi música es el reflejo de mi alma, mis experiencias y mis historias.
¿Qué podemos esperar de tus presentaciones en España?
Estamos muy emocionados por empezar esta aventura por España. Yo creo que podéis esperar mucha emoción a flor de piel, mucha intensidad y sobre todo, mucha música. Mis conciertos son un espacio donde quiero que la gente se olvide de todos sus problemas y disfrute, conecte con uno mismo y con su interior.