El pianista israelí sembró de frescura el 21é Festival Menorca Jazz 2019.
Por Miguel Valenciano.
El pasado 5 de mayo tuvimos la fortuna de asistir como invitados al concierto que Shai Maestro Trio ofreció en el Auditorio de Ferreries, como una de las sedes de la presente edición del 21º Festival Menorca Jazz 2019. La Associació D´Al-ligators, con el apoyo de Mahou, multitud de Ayuntamientos de la isla balear y la Fundació Foment de Turisme de Menorca (FFTM), ha sacado adelante la 21ª edición de un festival atípico, ya que las propuestas musicales se extienden durante los meses de marzo, abril y mayo, en diferentes auditorios y espacios culturales que alcanzan numerosos rincones de Menorca. De esta manera, casi todo el limitado territorio menorquín queda integrado en la celebración del festival, haciendo un gran esfuerzo por difundir la cultura jazzística a toda la población. Shai Maestro, uno de los protagonistas del nº46 de Más Jazz, es todavía un joven pianista, pero su trayectoria es una realidad desde que, siendo aún un adolescente, entró a formar parte de uno de los mejores tríos del israelí Avishai Cohen, completado por el batería Marc Giulliana. Juntos firmaron algunos de los mejores trabajos del contrabajista y, desde 2010, el pianista y compatriota, Maestro, lidera su propio trío. Ya disfrutamos de su espontaneidad sobre las tablas en la pasada edición de Jazz Madrid, pero esta vez pudimos verlo junto a su formación titular, compuesta por el jovencísimo batería (también israelí) Ofri Nehemya y el contrabajista peruano Jorge Roeder.
Con el auditorio lleno, Shai Maestro hizo gala de su simpático temperamento desde un principio, introduciendo sin demasiada ceremonia un espectáculo que, como bien dijo, tiene más de improvisación que de repertorio al uso. Mostró una lista de canciones con el convencimiento de que tan sólo serviría de referencia, ya que su desarrollo habitualmente depende de la energía que rige el momento. Y así fue que las diferentes propuestas improvisatorias que se lanzaban los músicos entre sí, comenzando como juegos rítmicos o melódicos, daban lugar al desarrollo de temas incluidos en los últimos álbumes del trío. En ocasiones era el propio pianista el que lanzaba el anzuelo, pero si algo caracteriza a Maestro es que no antepone su lucimiento personal, buscando el foco musical permanente, al diálogo con sus compañeros. Quizás esto provoca que algunos de los presentes entre la audiencia vivan momentos de desconcierto, puesto que la incertidumbre de los propios músicos por saber dónde terminará una improvisación se traslada al público, y los hay que no disfrutan tanto de la generación espontánea. No es nuestro caso, ya que esa pureza musical que fluye cuando la técnica y la creatividad trascienden cualquier planificación, nos embarga y nos permite disfrutar de la creación en el mismo momento en que esta se manifiesta. Esto acarrea imperfecciones, dudas, risas cómplices de los músicos, pero también destellos de brillantez irrepetibles, magia musical al servicio del “aquí y el ahora”, la envidia del mind-fullness.
Maestro hace honor a su apellido, a pesar de su juventud, por ser capaz de mostrar esa arrolladora personalidad y atrevimiento, sin soberbia o divismo, asumiendo el riesgo como vehículo para alcanzar la excelencia. La estructura “motivo-solo-motivo-solo… ”, tan habitual en los conciertos de jazz, queda deconstruida en manos de este combo, que prefiere jugar con el lenguaje musical de tal manera que el diálogo devora la sucesión de monólogos. No quiere decir que esta manera de plantear el show complique el disfrute del talento individual y la pericia de cada músico, ya que el lenguaje de cada uno de ellos rebosa expresividad, elegancia y energía a raudales, sino que todo ello está al servicio de la energía que teje las conexiones.
No merece la pena, creo, desglosar las piezas que sonaron en Ferreries, porque las mismas no fueron más que una excusa para que los tres jóvenes músicos, afincados en Nueva York, demostraran todo lo que tienen que decir, hoy y en el futuro. Es mucho, y es muy tentador.