Las 12 actuaciones promovidas por Fundación SGAE, albergadas por el Teatro Echegaray de Málaga, dibujan un rico abanico de artistas nacionales ante promotores de todo el mundo.
Por Miguel Valenciano. Fotografías de Jesús Domínguez/Fundación SGAE.
Por sexto año consecutivo, la Fundación SGAE llevó a cabo, esta vez en la ciudad de Málaga, el encuentro JazzEñe. Como el propio Javier Estrella, director del ciclo, confesó, el éxito de esta convocatoria anual se refleja en la cantidad de solicitudes recibidas. Hasta 208 propuestas musicales fueron presentadas al proceso de preselección, de las que sólo 12 participaron en este fin de semana de jazz con acento (aunque no exclusivamente) español.
Durante las tres jornadas tuvieron lugar 12 conciertos en formato showcase (ninguno duró más de 50 minutos), a razón de cuatro conciertos por día. Comenzó el jueves 26 de septiembre, con las actuaciones de María Berasarte y Pepe Rivero, Yul Ballesteros Canarian Quintet, Miryam Latrece Quartet (junto al hiperactivo Marco Mezquida) y 23 Collective. Desafortunadamente, no pudimos presenciar tales shows, pero la sensación general de los asistentes, con los que pudimos intercambiar impresiones, fue de haber comenzado la “muestra” con buen pie. Un buen puñado de músicos, de generaciones diferentes, algunos consagrados y otros en proceso de consagración, dejaron entrever la amalgama de expresividades que JazzEñe ayuda a visibilizar.
El viernes 27 salieron a escena otros cuatro proyectos. El primero, JVera Qu4rtet, es un combo liderado por el versátil bajista y contrabajista José Vera, quien estuvo acompañado por figuras reconocidas como Andrés Litwin, Jacob Sureda y Ariel Brínguez, quien repitió con el siguiente combo, el quinteto del trompetista Miron Rafajlovic. La solemnidad del primero contrastó con la soltura del bosnio, recién estrenado como autor de su disco Haruki. Las piezas de Rafajlovic, perfectamente empastado con Ariel Brínguez (saxo), transpiran tradición musical balcánica, con obligados ágiles, aire desenfadado y unos característicos vibratos y trinos que dotan de un sonido muy personal y preciso a su trompeta. La propuesta del quinteto es enérgica, rica en pasajes y arreglos originales. Goza del envolvente contrabajo de Toño Miguel, con un pulso inquebrantable, sostenido junto al batería Shayan Fathi y el pianista Daniel García. Es fácil entender por qué Miron se ha prodigado en los últimos meses en festivales de toda la península, ya que su frescura merece mucho ser descubierta.
Tras un breve receso, fue el turno del quinteto del pianista Juan Galiardo, quien será uno de los protagonistas en el ejemplar nº48 de Más Jazz (noviembre), dedicado al piano. El músico andaluz, formado en la Escuela Berklee de Boston, lidera un grupo elegante, que disfruta de una cremosa sección de vientos, Enrique Oliver (saxo) y Voro García (trompeta), que llamó especialmente la atención. Otro artista nacido en tierras andaluzas, aunque de origen mestizo, lideró un nuevo quinteto desde el piano. La juventud y energía del combo de Daahoud Salim, salido de la escuela de Amsterdam, brilló con sus composiciones conceptuales, haciendo gala de su sentido del espectáculo (faceta a menudo olvidada de la música en directo) y puesta en escena. El joven pianista supo presentar las piezas con fluidez, simpatía y profundidad, invitando a la audiencia a descifrar y disfrutar su música, llena de guiños, sorpresas, momentos volcánicos y vitalidad.
The Diego BrothersEl sábado 28 dio comienzo con el proyecto de los hermanos De Diego (Brothers), saxo y trompeta, curtidos representantes de la escena catalana. Mucho swing (Caspar Saint Charles, batería), pinceladas de boogaloo y un destacadísimo teclista, Abel Boquera, que lució en el manejo del Nord (simulador de teclado Hammond), asumiendo las labores del órgano y el bajo. Sudan buen hacer, con motivos clásicos tocados con agilidad y solos bien construidos, y un cierto aire sarcástico y travieso que transmite la complicidad delos hermanos.
Los penúltimos en actuar fueron dos conjuntos de gran proyección que han sido recientemente entrevistados por este medio. El primero, Los Aurora, son una de las apuestas más arriesgadas del panorama emergente. Los cuatro músicos y el bailaor que lo integran han creado, a partir de piezas de Lorca o Falla, un espectáculo dinámico en el que su juventud juega un papel importante, pues dotan a su mixtura de flamenco, jazz, baile y cante, de un aroma renovador. No es que jamás hayamos visto un formato parecido, pero lo que si huele a nuevo es su manera de cocinarlo y emplatarlo. Y así lo supo ver el respetable, que salió dando palmas y visiblemente excitado.
The Machetazo, otro conjunto formado a partir de estudiantes emigrados a EEUU, dio muestra del porqué de su reciente acceso a diferentes festivales. Conjugan una fuerte raíz clásica con un buen manejo de la dinámica, disfrutando de pasajes vamp y sonoridades más modernas, cercanas por momentos a la música progresiva, no necesariamente rockera. Suenan contemporáneos, y la inquietud que refleja su lenguaje presagia un interesante camino por recorrer.
Para terminar, el pianista Diego Amador clausuró JazzEñe 2019. Su toque y cante, empapados de tradición gitana, han crecido hasta ofrecer un espectáculo de energía torrencial, con arrolladoras improvisaciones donde el pulso y el ritmo predominan por encima de todo. Su sonido, contundente y explosivo, está perfectamente sostenido sobre un carisma innegable con el que hizo desaparecer el cansancio de quienes habían presenciado tal maratón de talento durante tres días.
Podemos sentirnos satisfechos de la cantera nacional, pero no queremos olvidar hacer una mención especial a los otros casi 200 proyectos que no fueron seleccionados, y no por falta de calidad. De la muestra de este año podemos concluir que algunas artistas comprendieron mejor que otros el tipo de evento. La corta duración de los conciertos, lo específico de la audiencia (fundamentalmente promotores de festivales internacionales de todo el mundo, ávidos de descubrir nuevos talentos para sus programaciones) y la acumulación de shows, eran circunstancias muy a tener en cuenta a la hora de diseñar cada uno de los espectáculos, su puesta en escena y, al fin y al cabo, su exposición. Del altísimo nivel general, nos sorprendió el excelente elenco de vientos que desfilaron por el Teatro Echegaray, pero también de pianistas, baterías, bajistas… Esperanzador.
Hasta JazzEñe 2020.