Texto & entrevista: Paolo Marra / Traducción: Mattia Borrelli / Fotografías: Alejandro Azcuy / Carles Roig
Publicado en exclusiva para España por cortesía de All About Jazz Italia
Figura prominente del escenario latín jazz del nuevo milenio, Roberto Fonseca encierra heterogéneas influencias europeas y africanas que han caracterizado la evolución de la música popular cubana, su tierra de origen. Su energía acompañada de una sorprendente técnica de piano tiene raíces en el espíritu más profundo de las tradiciones caribeñas. Una cultura más allá de innecesarios estereotipos que se traduce en puentes de intercambio entre diferentes realidades musicales: funk, jazz, hip hop y música electrónica, hasta llegar a las inevitables referencias de estampado clásico, a medio camino entre la poética romántica de Chopin y la audacia innovadora de músicos de jazz como Joe Zawinul o Herbie Hancock.
Roberto Fonseca inicia su carrera musical a la edad de 15 años actuando con el conjunto “Buena Vista Social Club ” en el festival Jazz Plaza de la Habana, sustituyendo al veterano pianista Rubén González y acompañando en la gira a los otros dos miembros de la histórica formación: Ibrahim Ferrer y Omara Portuondo. Los sucesivos discos que grabara Fonseca en solitario, Abuc, Zamazu y Yo con la participación de la cantante maliense Fatoumata Diawara, lo definen tanto como pianista y compositor.
Su último trabajo titulado Yesun alcanza posibilidades mayores involucrando también otros celebres músicos como el saxofonista norte americano Joe Lovano, la rapera cubana Danay Suarez y el trompetista franco-libanés Ibrahim Maalouf (sobrino del afamado escritor Amin Maalouf). Yesun es un disco hipnótico, envuelto en la necesidad de una búsqueda insaciable de poder descubrir nuevas formas y lenguajes diferentes, sin olvidar la enseñanza de los viejos rituales africanos plasmados en la rumba, en el mambo o en el cha cha cha; porque como canta el mismo Fonseca ” Ah! de Cuba yo soy!”.
Como ha evolucionado tú recorrido artístico hasta llegar a tu último disco Yesun?
Yesun es un disco donde se reflejan mis influencias, mi manera de pensar. Hay muchas historias reales dentro de este disco que se ven reflejadas en las composiciones. Y es el resultado de varios años de trabajo que se ha ido haciendo “a fuego lento”. Además es un proyecto muy amplio que no se queda sólo en la parte musical ya que hemos trabajado para que haya una gran presencia visual, de hecho en mis conciertos cada tema tiene su propia historia que se puede ver proyectada en diferentes videos. Volviendo al disco he combinado diferentes géneros y he ampliado la gama de teclados, intento a través del jazz mostrar esa Cuba más moderna.
En Yesun encuentro, haciendo una comparación con Abuc, una mayor exploración de estilos musicales: el rap, el funk, la música progresiva y clásica: en este caleidoscopio sonoro cuanto influyeron tus raíces cubanas?
La música tradicional cubana está presente en un 70% en mis composiciones. Siempre trato de mostrar de dónde vengo, es importante no olvidar de donde viene uno mismo porque está en nosotros. Siempre me ha gustado la mezcla de raíces y de mis raíces yo he aprendido mucho.
Cuales fueron las experiencias artísticas que contribuyeron a construir tu personal lenguaje musical y multicultural?
Lo primero ha sido la influencia que ha tenido mi familia, gracias al apoyo que siempre me dan y me han dado. Gracias a ellos pude descubrir muchos estilos diversos de música desde la rumba, los cantos folclóricos pasando por el rock, el jazz y muchos otros estilos muy diferentes. Es por esto que mi interés siempre fue tocar la mayor variedad de estilos posibles. Me encanta descubrir sonoridades y códigos musicales diferentes.
En el disco, además del trió, intervienen otros artistas con un recorrido musical aparentemente distinto del tuyo: Joe Lovano, Ibrahim Maalouf, Danay Suárez e incluso Mercedes Cortés, tu madre: ¿cuál fue el hilo conductor para la elección de los músicos? ¿Cuál fue el nexo de unión durante la grabación del disco?
Todos son artistas muy originales que creen en lo que están haciendo y lo defienden con personalidad, buscando siempre poder definir su propia voz. Estas fueron las características que permitieron ese acercamiento y que determinan la admiración que siento por ellos.
Son evidentes las referencias al mundo de la música clásica, pero también a la corriente de fusión de los años 70 con la introducción del sintetizador, instrumento que recuerda a pianistas como Herbie Hancock y Joe Zawinul. De donde proceden todas esas influencias?
No tengo ni idea, pero creo que eso se debe a la crianza que tuve desde pequeño en casa. Siempre había mucha música y siempre había un ambiente musical. Hancock y Zawinul estaban entre los preferidos por ser músicos completos, que rompen esquemas y sobrepasan las barreras de los estilos musicales.
En el año 2000 entras a forma parte de Buena Vista Social Club sustituyendo al histórico pianista Rubén González, una gran responsabilidad pero también una gran oportunidad de crecimiento. Como viviste esa nueva etapa?
Fue algo inesperado en mi vida. Una experiencia con mucha presión pero con mucha magia a la vez. Agradezco el apoyo que recibí por parte de Ibrahim Ferrer, de Javier Zalba, de Cachaito Lopez, de Guajiro Mirabal y de Omara Portuondo que siempre respetaron las inquietudes musicales del joven músico que era en ese momento y me enseñaron a entender el verdadero significado de la música tradicional cubana.
Recuerdo que uno de los primeros conciertos con Buena Vista… fue en el Hollywood Bowl de Los Ángeles. Tres pianistas en el escenario: Chucho Valdés abriendo el telón, seguido de Rubén González para acabar un servidor cerrando el show. Después de escuchar a esos grandes maestros, cuando fue muy turno y salí a la palestra, todos se preguntaban quién era ese joven y si iba estar a la altura. Recuerdo que literalmente pensé “comerme ” el piano para poder quedar bien después de tanta presión pero no fue necesario; todo fue a pedir de boca y me sentí muy contento de que a todos les gustase mi manera y estilo de tocar. Para mí fue una enorme lección de vida y generosidad por parte de estos grandes músicos.
Piensas que tu música ofrece una imagen que vaya más allá de los estereotipos que se suelen asociar a Cuba?
Uno de mis cometidos es luchar contra esos estereotipos y esos clichés. La cultura cubana es tan rica y tan diversa que sería una pena sólo mostrar lo más popular de mi tierra, es un riesgo que siempre he tomado. Me gusta que en cada concierto las personas hagan un viaje y conozcan un poco más de mi cultura para precisamente poder erradicar esos estereotipos.
En el tema Cades hablas de cómo poder librarnos de nuestras ataduras mentales y también de nuestra necesidad de espiritualidad: cómo influyen esos conceptos sobre un artista que ha logrado alcanzar la fama como es tu caso?
Tenemos demasiadas ataduras, mayormente mentales, salir de la zona de confort musicalmente hablando es complicado porque se está cómodo, pero al mismo tiempo nos ponemos cadenas a nosotros mismos ya que nos impide divisar lo lejos que podemos llegar…
Que tenemos que esperar de tu próxima gira para promover este disco?
Estoy inmensamente contento con esta gira de Yesun; es un disco que representa muchas cosas para mí. La intención es que todos viajemos hacia una galaxia donde la espiritualidad, la amistad, la paz, la pasión, el respeto y el amor sean los medios para llegar… que sientan gran parte de mi cultura y que nos lleve a cada rincón de este planeta como lo hace el agua. Por esa razón el disco se llama Yesun, es una palabra que yo cree: es la unión de dos deidades afrocubanas que representan el agua, Yemaya, diosa del mar y Oshun diosa de los ríos. Ademas tengo a mi lado a mis compañeros Yandy Martínez al bajo, Ruly Herrera a la batería y Javier LLoret en el sonido y la producción. Con ellos tres este viaje es posible y completo.
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