Texto & entrevista: Jaime Bajo / Fotografías cortesía de Bejazz
Habrá quien pueda pensar que, siendo originarios de Marchena, el quinteto sevillano lo han tenido más asequible para desarrollar su particular fusión del flamenco jazz (que se extiende, en tanto lo creativo como en su condición de viajeros, hasta el noreste de África). Pero lo cierto es que la ausencia de atención mediática ha impedido que una propuesta tan consolidada como la suya, con cinco álbumes y colaboraciones con cantaores de la talla de Falete, José Mercé o Enrique Morente, haya logrado mayores cuotas de conocimiento popular.
La Bejazz es un curioso (y extraño) caso de banda conformada en torno a una relación de parentesco entre los miembros de la familia Carmona, un apellido con un innegable arraigo flamenco. ¿Podéis comentar un poco la génesis de la banda, el motivo por el que os inclinasteis por el flamenco jazz como hilo conductor y el proceso de reclutamiento de sus distintos componentes?
La Bejazz comenzó en el 2006 siendo un cuarteto bastante amateur que tocaba “standards” de jazz. Ese recorrido fue muy corto. En el 2007, en un concierto que fue un punto de inflexión para el grupo, invitamos a que subiera con nosotros a tocar “La leyenda del tiempo” a Melchor Chico, guitarrista que pertenece a una de las estirpes más importantes de la historia de la guitarra flamenca, y a Juan Antonio Suárez, un muy buen cajonero flamenco. El resultado nos entusiasmó y también al público pareció gustarle mucho, y viramos hacia el flamenco jazz, camino que ya no abandonaríamos.
Los seguidores tanto del flamenco como el jazz han sido tradicionalmente poco abiertos a hibridaciones o a un diálogo franco y abierto con otros géneros musicales. Y, sin embargo, dicho diálogo se ha producido con cierta frecuencia para permitir a la música seguir avanzando sin estancarse. ¿En algún momento os habéis topado con el rechazo de los puristas, de los guardianes de las esencias? ¿Cuál es la actitud que adopta la banda frente a aquellos que dictan lo que el flamenco o el jazz deberían ser?
La verdad es que nunca nos hemos encontrado con un rechazo frontal, aunque es posible que nos hayan dado por “tos laos” sin nosotros enterarnos. Sí es cierto que, aunque participamos en la Bienal de Sevilla en el año 2014 y en algún que otro festival flamenco, la gran mayoría de conciertos que hemos dado siempre han estado vinculados al mundo del jazz. Aquí en España el mundo del flamenco parece ser más hermético que el del jazz. Nuestra actitud es muy libre a la hora de crear, los cinco miembros componemos en mayor o menor medida y cada uno tiene su personalidad, lo cual confiere al grupo un carácter bastante heterogéneo.
No todos los géneros flamencos han conseguido ser adaptados con idéntica facilidad siendo armonizados en clave de jazz. Así, mientras las bulerías suelen adaptarse bien, las granaínas apenas se han explorado hasta la fecha. ¿Qué requisitos debe reunir un palo flamenco para poder ser adaptado y qué problemas concretos os habéis encontrado para llevar a cabo dicha tarea? ¿A qué recursos acudís para resolverlos una vez se presentan estos?
Es una muy buena pregunta. A menudo la fusión del flamenco y el jazz se ha basado, sobre todo, en el componente rítmico del flamenco, que es sumamente interesante. Es decir, coger un tema de jazz o componer un tema según patrones jazzísticos y llevarlo a ritmos flamencos. En esa forma de fusionar ambas músicas, las bulerías con su patrón rítmico de 12 tiempos dan mucho juego y es natural que haya sido más explotado que otros estilos. Es más difícil adaptar palos que rítmicamente son más libres como la granaína a la que te referías, que pertenece a los cantes de levante, que son cantes rítmicamente bastante libres donde el cantaor puede lucirse. Nosotros somos bastante eclécticos y coqueteamos también a menudo con lo étnico y otras músicas. En cualquier caso, partimos normalmente más del flamenco que del jazz, si bien en todos nuestros temas es condición “sine qua non” que exista siempre un espacio para la improvisación.
Llama la atención la cantidad de colaboradores ilustres del flamenco que habéis captado para vuestros trabajos: Enrique Morente, Falete, Vicente Soto “Sordera”, Curro Cueto… ¿Existe un mayor aperturismo entre los flamencos del que a priori podríamos pensar para que el género dialogue y genere nuevas ramificaciones adicionales a las ya existentes? ¿Resulta tan complicado como dicen adaptar el “cante jondo” a las armonías del jazz?
Cuando echamos la vista atrás y vemos que han colaborado con nosotros artistas como José Mercé, Raimundo Amador o Enrique de Melchor, todavía nos sorprende. Probablemente es inmerecido, pero conseguimos engatusarlos y “pa nosotros se queda”. La mayoría de las colaboraciones han sido cantaores, y en estos casos han intervenido normalmente sobre armonías y estructuras flamencas.
En varios de los temas que integran vuestro quinto trabajo, “Raíces”, participan a los coros diversos niños, que le aportan un aire fresco y accesible al resultado global del disco. ¿Cuál era vuestro propósito al hacerles participar de vuestro trabajo?
Efectivamente, la participación de niños ha sido una constante en nuestros discos. El que varios componentes nos dediquemos a la docencia ha sido determinante, además todos los niños que han participado siempre han sido alumnos nuestros, con lo cual las grabaciones con ellos siempre han sido muy especiales.
Dado que algunos componentes de La Bejazz sois profesores de escuelas de música, ¿qué herramientas cabe incorporar al proceso de enseñanza musical para que el flamenco o el jazz sigan impregnando y desarrollándose en las siguientes generaciones?
Pensamos que el flamenco debería tener un mayor apoyo institucional dentro de la enseñanza y que tendría que formar parte del currículo tanto en Primaria como en Secundaria más allá de lo anecdótico. El flamenco es nuestra seña de identidad cultural en cuanto a música se refiere, si le preguntamos a cualquier extranjero cuál es la música popular de España, el 99% va a responder que el flamenco y, sin embargo, los españoles no recibimos ninguna formación básica sobre flamenco. Si preguntas a cualquier persona no aficionada al flamenco por Pastora Pavón, “La niña de los peines”, probablemente no sabrá quién es, y estamos hablando de la que es para algunos entendidos la cantaora más grande que ha dado este arte. Es cuanto menos curioso.
¿Cómo podemos conseguir devolver estos géneros a la cultura popular de la que partieron?
Devolver el género a la cultura popular tal como era antes probablemente no es posible, pero siendo un valor cultural tan evidente y rico, debería haber un mayor conocimiento de este, y eso se consigue dándole una mayor importancia desde las instituciones.
En los últimos tiempos de la banda, que ya cuenta con un cierto bagaje, ha ido incorporando progresivamente otras sonoridades del arco mediterráneo y especialmente las arábigas, lo que os ha permitido actuar al norte de África. ¿Qué vías de experimentación le quedan al flamenco jazz? ¿Puede un proyecto llegar a agotarse por haber experimentado ya todas las hibridaciones posibles? ¿Cuáles han sido las reacciones que habéis observado al exponer vuestra música a un público como el del Magreb?
Pensamos que el flamenco jazz puede dar aún mucho de sí, pues ambas son músicas amplísimas e inagotables. Nuestras incursiones en el mundo árabe, tanto en las creaciones de temas como “Lamento de Boabdil”, “Itimad” o “Averroes” como en los conciertos que hemos dado en Marruecos, Pakistán o Indonesia (que es el país con más musulmanes del mundo), han sido muy satisfactorias. El público árabe ha reaccionado siempre con entusiasmo a nuestra propuesta; es un público muy cálido.
De un tiempo a esta parte vivimos, a escala mundial, una explosión de proyectos que de una u otra manera tienen el flamenco jazz en el punto de mira, incluso fuera de nuestras fronteras. ¿A qué achacáis este interés creciente por este género y la receptividad que existe fuera de España? ¿Consideráis que existe un cierto “oportunismo” entre aquellos que ven en él una posibilidad real de ganarse la vida que no brinda “per se” interpretar exclusivamente jazz?
En cuanto al reciente interés a fusionar flamenco y jazz, el flamenco abre muchas posibilidades sobre todo rítmicas, y es posible que eso llame la atención de los músicos, sobre todo de jazz, para explorar esa veta. Es probable que haya oportunismo, quizás no somos quienes para juzgar a otros grupos que experimentan sobre lo mismo que nosotros. Todo vale cuando se hace desde la honestidad y el conocimiento.
Habida cuenta de la desaparición del Café Jazz Naima y la adversa situación que afrontan los tablaos flamencos, ¿existe una infraestructura suficiente para dar soporte al flamenco, al jazz y a la combinación de ambos géneros? ¿Qué factores serían necesarios para que esta situación revirtiera (incremento del apoyo económico de las instituciones públicas, formación de un público especializado, una mayor atención mediática, lograr una mayor accesibilidad al flamenco jazz como música popular…)?
Por desgracia, no hay una suficiente infraestructura para dar soporte a un grupo de flamenco jazz, tienes que complementar con otros proyectos, lo cual no es lo ideal si se quieren alcanzar ciertas cotas artísticas. Probablemente, una mayor proyección mediática, tanto del flamenco como del jazz, nos ayudaría a crear un conocimiento y de ahí un mayor interés, pues no puede interesar lo que no se conoce.