Texto: Rosa García / Fotografías: Jaime Massieu – AIE
El concierto del quinteto de Roberto Nieva tuvo lugar un frío y lluvioso domingo en pleno puente de la Almudena, en un Madrid segmentado por los confinamientos parciales, en medio de la última vuelta ciclista. Sin embargo, ya desde finales del mes de octubre se anunciaba que las entradas estaban agotadas para este maravilloso evento al que íbamos a asistir.
A pesar de las restricciones de aforo, de las mascarillas y de la distancia de seguridad, se vivió una atmósfera familiar y divertida, con momentos de risas y silencios de respeto. El saxofonista dedicó el concierto a la recién fallecida María Eugenia Salcedo, responsable de la sociedad de Artistas, Intérpretes y Ejecutantes, a la que agradeció la oportunidad de realizar el encuentro.
Se abrió el concierto con la composición El Malo, con Jorge Vistel y Roberto realizando arreglos en las melodías y el apoyo implacable de la sección rítmica. Process, canción de nombre homónimo al álbum debut del líder, elevó la energía del escenario con los solos de Roberto y de Jorge Vistel sobre el potente ostinato que los acompañaba. One of those days, una balada, también del disco, comenzaba en un arreglo contrapuntístico de saxo y trompeta, al que se incorporaban el resto de instrumentos en un desarrollo que culminó en un delicado solo del pianista Luis Guerra, que aún no siendo el habitual de la formación, como el baterista Francesco Ciniglio, encajaba a la perfección en el proyecto.
Setup fue una pieza moderna y fluida, con un ritmo en nueve que se desdibujaba entre el contrabajo de Reinier Elizarde El Negrón y los cueros de Francesco Ciniglio, que contó con un grandioso solo de Roberto Nieva en ausencia de armonía. Se nos brindó una segunda balada, I Never Was Like That, en la que la formación se convirtió en un cuarteto con Roberto a la melodía. Fue una verdadera estrella de la noche: comenzó con una sofisticada introducción a piano solo de Luis Guerra, para continuar, tras la melodía, con un melódico, divertido y aventurado solo de El Negrón, que el público aplaudió realmente entusiasmado. Un feroz intercambio improvisatorio entre el saxo de Roberto, con solos llenos de frases frenéticas, y el piano de Luis, nos tuvo en ascuas, llevando una canción lenta a ser el momento más álgido de energía del concierto, para finalmente acabar con la melodía en el punto en el que se originó. Un arreglo inteligente que no se podrá oír de nuevo, a no ser que asistamos a los próximos directos de este maravilloso proyecto.
En Wetiko, que debía ser el último tema del concierto, el público aplaudió el solo de Jorge Vistel, como siempre, lleno de claridad, despliegue virtuosístico y juegos melódicos. Pero la guinda del pastel la puso el único solo de batería de todo el concierto: Francesco Ciniglio ejecutó su improvisación, al principio sobre el ostinato del piano y el contrabajo, hasta liberarlo en una explosión rítmica para comenzar desde abajo en un desarrollo de motivos simples que fue creciendo con el uso de diferentes texturas. Todo el público estuvo expectante ante el cambio de densidad sonora que se produjo en este momento.
Como no podía ser de otra manera, la audiencia no se conformó con que aquello fuera todo y pidió en unísono y durante un largo rato que los músicos tocasen una más. El tema elegido fue Ascending de Jorge Vistel, de su disco Ossain, manteniendo la línea estética sugerida por las composiciones de Roberto Nieva. Los músicos nos volvieron a mostrar sus pensamientos y sus emociones en una bella y simple melodía que se prestó a complejas improvisaciones.
La música habla por sí sola, y más en este caso, con unos interpretes tan bien empastados y unas composiciones tan maravillosamente elaboradas. Sólo queda agradecer al Festival de Jazz de Madrid que podamos seguir disfrutando de estas experiencias sonoras con músicos locales que nos transportan a la escena más internacional del panorama.
La programación completa y detallada de JAZZMADRID 20 esta disponible pinchando este enlace