Texto: Rosa García Mira/ Fotografías: Patricia Vinuesa – Circulo de Bellas Artes de Madrid
Con la sala de columnas del Circulo de Bellas Artes a rebosar, con las pertinentes medidas de seguridad puestas en marcha, y con un público ansioso de escuchar la frescura de los alumnos procedentes del Centro Superior de Música del País Vasco, Musikene, comenzaba el evento. Entre el silencio provocado por la repentina ausencia de luces aparecieron los músicos.
El quinteto abrió el concierto con She’s Molly, un tema del guitarrista Juan Oliveira, en un progresivo crecimiento que culminará en un emocionante trading de guitarra y saxo, con Oliveira y Juan José Cabillas, que, además, hicieron uso de diferentes pedales de efectos para aportar un toque diferente al formato. Trafalgar, del pianista Nacho Soto, continuó la velada, demostrando su compositor el manejo técnico y la sensibilidad que posee con su instrumento en una preciosa introducción. La composición fue realmente maravillosa, y, además, el pianista desarrolló su solo con gran habilidad bajo el sólido y elegante acompañamiento de Ander Alonso y Joan Codina.
Baseltine, de Juan José Cabillas, el saxofonista, que actualmente estudia en Suiza, continuaba la noche. El sonido de Cabillas es claro y limpio, y su solo, realmente interesante: en un divertido desarrollo motívico nos mostró su ligereza, su inventiva y su agilidad técnica. Blues no Blues de Nacho Soto fue el punto de inflexión de la velada, donde, de nuevo, Cabillas nos brindó una maravillosa cadencia final de saxofón a solo, con sonido muy moderno y en medio de una reverberación que daba una atmósfera casi religiosa, para enganchar directamente con el tema Krantz Dance, del guitarrista Juan Oliveira. Aquí, los músicos swingearon desde el hardbop más puro, dejando atrás la estética tan europea desarrollada en la primera mitad del concierto. Oliveira ofreció una improvisación que llevó hasta un elevado nivel dinámico, con punches y con licks emocionantes que llevaron al público a aplaudir ferozmente; es destacable el creativo e interactivo desarrollo en las líneas que proponía Joan Codina.
Entre risas, Ander Alonso, micro en mano, presentaba a sus compañeros y la canción Portrait of a Smile, de Nacho Soto, cuyo título se había decidido minutos antes del concierto. Una balada bella y llena de gusto, como ya ha demostrado el pianista que realiza sus composiciones, que acababa en un breve pero interesante solo de batería de Ander Alonso, que demostraba una capacidad de interplay que daba hasta rabia. Groznjan, del saxofonista Cabillas, anunciaba en un progresivo desarrollo el final del concierto, que acabaría con Cruz del Fierro, en un trading de guitarra y saxo, tal y como empezó el concierto, en el que cada vez las interacciones de los solistas eran más breves hasta acabar en una improvisación conjunta. El acompañamiento acabó tornándose hasta rock en este pico tan interesante, donde Oliveira y Cabillas se fueron realmente lejos, para terminar con la melodía a dúo sin la sección rítmica.
Un concierto realmente interesante que destacaba por su simpleza, por la comunicación entre los músicos, por unas composiciones originales e interesantes y por una sofisticación generalizada. Jóvenes promesas que, sin lugar a dudas, tienen un público asegurado en la capital, deseoso de descubrir cómo se desarrollan sus carreras.
La programación completa y detallada de JAZZMADRID 20 esta disponible pinchando este enlace