Texto: Federico Ocaña / Fotografías: Nerea Coll / ACT Music Gmbh
“A monster press machine is on her body / While she is stepping on the quicksand /
A beautiful rose, stay at the corner / She is living in and out of tune”. “Una monstruosa máquina de prensa está en su cuerpo / mientras pisa las arenas movedizas / Rosa preciosa, quédate en la esquina / Ella está viviendo dentro y fuera de onda”. Esta estrofa está extraída de “Vitamin C”, el tema que cierra el disco que nos ocupa, “Nesrine”, aparecido en octubre de 2020 en el sello alemán ACT Music Gmbh y firmado, en efecto, por Nesrine Belmokh.
“Vitamin C” es la referencia más conocida de Can, uno de los grupos punteros del krautrock, aquel estilo que -según el testimonio de algunos de sus músicos- necesitaba cantar en idiomas inventados, pensarse como una música cósmica, llevar el rock hasta su máxima experimentación, para evadirse de la Alemania que arrastraba la herencia del nazismo sin caer en brazos de la confrontación de la Guerra Fría. Querían, según decían aquellos intérpretes que agitaron la vida cultural de Europa, salir de las ruinas para llevar la música, y con ella a los oyentes, a un plano espiritual.
Aunque de una manera muy distinta a la del krautrock, también apunta a una música global y espiritual “Nesrine”, disco con el que debuta en solitario esta violonchelista y cantante a la que no le da miedo emplear el árabe en sus canciones, que también combinan el francés y el inglés -y hasta algunos términos en español.
En solitario no quiere decir sola, aunque el buen encaje de sus músicos hace que percibamos la agrupación como un todo. En este “Nesrine” cuenta con Vincent Huma a la guitarra, David Gadea a la percusión (perteneciente con Matthieu Saglio al trío con el que Nesrine grabó en 2017 el álbum “NES”), Swaeli Mbappe al bajo y moog, Manel e Imène Belmohk y Leïla Guinoun en los coros.
El conjunto suena moderno, una actualización de la “world music” gracias, principalmente, al estilo multicultural de Nesrine, su impronta de personal mestizaje, y a una producción, a cargo de la propia artista y de Huma, que nos deja degustar los temas con un toque minimalista. Las bases, el bajo (Rissala), el moog, las palmas y coros (My Perfect Man, Elle), la percusión (Memories, Silent Mood, Vitamin C), son fundamentales, pero lo es sobre todo el respeto hacia la línea melódica de Nesrine: la voz y, cuando , el chelo (Mumkin, Silent Mood). La voz y el chelo actúan como solistas, incluso cuando funciona como acompañamiento -en pizzicato o frotando la cuerda, haciendo pequeños fraseos, en eco o contestando a la voz.
Es patente la influencia de las raíces africanas en Rissala, apertura del álbum y de sonoridad brillante y, con tonos más oscuros, en Rimitti (con papel destacado de Huma y Mbappe, aportando dinamismo durante todo el tema, y de la propia Nesrine, al chelo y con recitado en español incluido) y en Mumkin. En este último, bajo, chelo y coros disputan protagonismo al recitado en árabe, de un lirismo intimista impecable. Son tres temas hipnóticos, curiosamente entre los más breves del repertorio, pero de los que merece la pena una segunda escucha -y una tercera, y una cuarta- para atender a los recitados y las capas de sonido, los recursos de la percusión y el acompañamiento del chelo.
Quedan aparte de este análisis Fantasy y Night, quizá los temas menos contundentes, los que pueden pasar más desapercibidos (Fantasy como un estribillo de balada pop con ritmos afro-árabes en los acompañamientos, Night con efectos en las voces y el moog que por momentos despistan de los interesantes cambios de ritmo de la canción, muy bailable, por lo demás).
El minimalismo, basado en el protagonismo claro de la voz, tiene en Elle, My Perfect Man y Memories ejemplos notorios, pero es Silent Mood el que lo radicaliza. No hay, en estos casos, una herencia tan explícita de la tradición árabe, y sí una fusión bien acoplada entre blues africano músicas urbanas, canción francesa o un jazz siempre arraigado en el blues.
Escuchamos en este “Nesrine” una gran voz, que destaca en la heterogeneidad de estilos por el carácter minimalista de las composiciones, apoyada apenas en la percusión, con rasgados de guitarra, arpegios de chelo, notas del moog, un recorrido por recitados en estilos diversos.
Dentro y fuera de la onda, en las arenas movedizas que llevan de una cultura a otra, donde la voz funciona como un instrumento más, donde el chelo puede acompañar y ser protagonista al mismo tiempo, donde los giros melódicos y los cantos árabes no pierden intensidad y frescura -o dramatismo- en su fusión con otras lenguas e instrumentos, en una producción contemporánea.
Podemos imaginar, mecidos o sacudidos por el sonido de las palabras, una banda sonora de una película independiente, una película que no necesita el artificio de la imagen para hacernos entrar, como quisieron otros en otros tiempos, en un plano más espiritual. Porque el mestizaje, como entiende y ejecuta a la perfección Nesrine Belmokh, hace que la música se eleve por encima de las fronteras. Sin renunciar a lo propio, sin inventar extravagantes idiomas, sin elevar el volumen: en la intimidad se abre la posibilidad de lo universal.
El catalogo del sello ACT Music Gmbh esta distribuido en España por Karonte distribuciones