Texto: Juan Ramón Rodríguez / Fotografías: Iñigo de Amescua
El pianista gallego presenta su último disco envuelto en un halo de las mejores vibraciones. A las puertas del Auditorio Nacional, el músico desgrana los elementos más primarios de Sorte, nuevo registro del formato de trío y de una carrera que aúna con la sabiduría del ágora tradición y vanguardia. Un acervo, sin duda, más que presente tras años de jazz y folclore como los mejores estandartes de la realidad, conspicua y con arraigo de leyenda, de Galicia. Ante ello, un ojo a los sonidos procedentes del largo y ancho de los océanos con vistas a las fuentes más esenciales de ritmo y dinámica. Tal vez no sea todo azar.
La Real Academia Gallega define la suerte como “un poder o fuerza imaginaria a la que se atribuye la distribución de felicidad o desgracia y la capacidad de establecer o modificar el curso de las cosas”. Es una definición mucho más bonita, casi mística, en detrimento del diccionario español. ¿Te identificas con esta definición de “suerte”?
Totalmente! ¡Soy muy fan de ese diccionario, sí, sí, sí! No se si trae la acepción que hay de “sorte” … la sorte en Galicia es un método de adivinación en el medio rural. Igual el diccionario no la trae pero es eso. ¿Sabes lo que son las témporas? Pues es similar. Los paisanos observaban los doce primeros días del año y hacían una especie de extrapolación de cada uno de esos primeros doce días a los doce meses. Entonces, sacaban conclusiones para las tierras, para plantar, sembrar, recoger. Para todas las labores que había que hacer en el campo, que sobre todo tenían que ver con las plantas. Con el tiempo atmosférico, evidentemente, se sacaban conclusiones de cómo iban a tener que hacer las cosas. Era, en el fondo, como un método de adivinación, un oráculo. Y entonces resulta que la palabra tiene tantísimas connotaciones que me parecía un mundo muy interesante.
Incluso, fíjate, en la propia idea de utilizar conceptos para trabajar los temas, que es lo que intenté seguir en trípticos. Al principio, ya lo pensé como algo que me pudiese dar mucho juego con Bruno [Pedroso, batería] y con Pablo [Martín-Caminero, bajista]. Todo esto que suena medio mágico y fácil de hacer, como muy onírico… claro, está muy bien pero nadie te libra de pasar por un arreglo con el que mazarlo, currarlo y meterle los dedos. Y te digo más, este disco es complicadísimo desde el punto de vista pianístico. Suena todo como muy mágico y tal, pero todo el trabajo que tiene un disco convencional este lo tiene por dos. Pero lo que mola es que, al haber un concepto que aglutina la canción, imagínate por ejemplo “Lúa”, “Victoria” o “Pálpito”. Es decir, son conceptos tan fuertes y que cualquier músico realmente con el que tú vayas a tocar se puede meter, con su subjetividad, en esa idea y le puede sacar partido pensando interpretativamente cómo sonar a un pálpito. Ahí empezaron a surgir cosas brutales. El propio Pablo en el segundo tema del disco, que es “Pálpito”, un día se le ocurrió meter un palpitar de corazón haciendo vibrar las cuerdas de una manera que suena a un corazón. Y estas películas que nos estamos montando con cada uno de los conceptos, en el directo están cobrando vida propia. Ya no sé de aquí a un año lo que acabaremos tocando, pero nos estamos metiendo cada vez más a tocar lo que es cada una de esas palabras talismán. Yo quería proponer un juego, de alguna manera, con el disco que fuese en esa línea.
“Un poder o fuerza imaginaria” … ¿qué supone Galicia para ti? Tu carrera está impregnada de tal influencia.
Totalmente, y además donde menos te lo esperas. Hoy me di cuenta de una cosa que no había caído en ella. Hay una de las piezas del disco, que se llama “Travesía”, que cuando hoy estaba estudiando uno de esos pasajes que hay complicados del tema, con un rollo vibrante, estaba tocándolo despacito y de repente hay esa cosa tan bonita cuando escribes despacio, como debe hacerse para que la memoria muscular se active y los movimientos queden bien grabados, así como cuando lees música despacio eres capaz de analizar lo que estás tocando. Pues cuando estudias un pasaje complejo con ese cuidado, especialmente si es jazz que lleva la variación implícita siempre con respecto a todo lo que tocas porque estás interpretando y variando en tiempo real; puedes hacer pequeños adornos, subir unas notas escalares, cambiar el ritmo o sincopar. Y me daba cuenta de que estaba tocando este tema y me salía el tipo de adorno de la música tradicional de Galicia. O sea, que se puede meter y hoy sí que flipé con eso a lo que se prestan los temas para poder hacer.
En esa línea, yo como todos me vi condenado durante un año, o gran parte de un año, a no viajar y estar en casa. Es decir, estar muy en la raíz o en el sitio en el que nos haya pillado. A mí me cogió en Santiago todo este año y, bueno, no me quejo porque viajé bastante pero nadie me quitó mis semanas de encierro. Y al final, estuve muchas horas en contacto con la música de allí. Este último año he tomado una decisión y es que mi próximo disco va a ser uno donde la influencia ya va a ser descarada. El cantante y percusionista de música tradicional Davide Salvado va a tener un papel fundamental. Va a ser un disco dedicado a los árboles de Galicia y va a ser un disco con voz integrada en el proyecto. O sea, va a tener una parte jazzística clara —quiero decir, no va a ser un disco de folk para que me entiendas—, pero desde luego que va a haber percusión tradicional integrada en su sección rítmica, una parte jazzística más convencional y voz. No un disco tanto de canciones pero sí de coplas relacionadas con los árboles, pues se va a titular Botánica. De repente aparecen tonadas tradicionales con melodías originales a lo largo del trabajo del disco. Y es un proyecto que en el fondo que ya descaradamente va en esa hibridación, y es parte de mi lenguaje. Tiene mucho que ver, pues son cabos que vas atando a medida que estudias, con ciertos ritmos tradicionales que hay en Galicia como el maneo, la muñeira bella o la propia jota, especialmente los dos primeros que te cito. La subdivisión ternaria que tienen dentro es muy fácil de emparentar con el swing o con el 6/8 afro, por ejemplo. Con cosas, vamos, que están en el jazz a la orden del día. Y entonces imagínate, eres capaz de mezclar dos cosas que nadie diría que se pueden hacer. Y cuando un tío de la música tradicional como Davide puede cantar encima de un bajista como Pablo tocando en 6/8… eso es un filón que hay que explotar. Y en el próximo disco voy a saco ya. O sea que sí, Galicia calidade.
Sorte cuenta con una estructura de cuatro trípticos, una suerte del mejor de los álbumes conceptuales. ¿Suerte mística, épica, íntima o lúdica?
Exactamente, son esos cuatro epígrafes, esos cuatro apartados. Yo te diría que la estructura del disco es casi de cuatro suites. Quiero decir, además en directo tocamos de esa forma los tres temas enlazados. Hacemos como trípticos. Conoces los trípticos pictóricos, ¿verdad? Pues es un guiño a eso. Es decir, la estructura del disco es un guiño al tipo de relación que, imagínate por ejemplo en una sala, un espacio donde tienes tres frescos, dos en las paredes laterales largas y uno en la pared frontal que es más pequeño. Un poco hacer ese juego pero en lo musical. Con lo cual, lo primero que hice con las piezas, y esto es plenamente consciente, fue romper la relación de simetría entre estas. Fíjate que hay siempre una piececita más corta entre los tres. De duración, quiero decir.
Y por otro lado, con respecto a los títulos que acabas de decir, es decir, las sorte mística, sorte épica, sorte íntima y sorte lúdica. Es decir, al final de lo que intento tener en el disco es lo que hay en cualquier disco de jazz: en la primera, la mística, son temas un poco más meditativos o contemplativos; la segunda suerte, que es la épica, es donde está el músculo, donde está la energía, la tralla; la tercera, dónde está lo emocional, más entendido como balada, mirar para adentro o incluso te diría que el lado oscuro. El tema más experimental del disco es “Lua” con la armonía más oscura; y el último es el juego, el humor, la coña y la fiesta que es la lúdica. Tienen nombres un poco pomposos, pero como en el fondo en todo disco de jazz o en casi todos. No voy a ponerme estupendo, ¿sabes? O sea, en la mayoría de discos de jazz encuentras estos cuatro caracteres, responde un poco a esto.
Los mismos compañeros de viaje de siempre: Pablo Martín Caminero en el bajo y Pedroso en la batería. ¿Para qué cambiar?
Tú lo has dicho. Además, en estos días que estamos de promoción me lo están preguntando bastante, como si fuera algo bastante atípico llevar tanto tiempo tocando. Hay una cosa que sucede cuando tienes casi una relación familiar, ¿no? Y en mi caso, además, fíjate que te añado ahora tengo más que esa familia. Es decir, esa es la nuclear en el escenario, pero esa familia tiene dos círculos concéntricos más: el discográfico y el de la agencia. Es decir, yo llevo trabajando con la misma discográfica, con Karonte distribuciones, desde 2003, y con la misma agencia de management desde 2003 también. La idea es tener un equipo humano, no fue premeditado. Tú no lo puedes controlar, pero sí que lo puedes cuidar, lo puedes mimar. Y la idea es que al final las cosas son mucho más fáciles de hacer de esa forma. En lo estrictamente artístico, cuando tienes un trío estable como este desde el año 2008, haciendo discos, conciertos y preparando repertorios, en el escenario ya no hay nada que demostrar en el sentido tonto del “demostrar”, ¿me entiendes? A ver qué piensa el otro. Son tonterías que a veces en las bandas donde menos te esperas pasan estas historias. Cuando un grupo trasciende eso y digamos que por mil ocasiones en las que nos hemos vacilado hasta límites insospechados y conoces a ciertas personas y ellos a ti más que a ti mismo, a veces. Son muchos viajes, muchos discos, muchas experiencias juntos. Eso se lleva un escenario y el grado de comunicación que estableces va más allá casi de las cosas que podamos hablar entre nosotros tres. Y eso engancha.
Además al principio, cuando empezamos a tocar juntos, veníamos de lugares muy diferentes. Bruno venía del jazz más ortodoxo, mezclado con el free jazz que se hace en Portugal, que tiene mogollón de predicamento en Portugal. Él hizo muchas experimentaciones con Zé Eduardo, varios discos con mucho éxito allá en Portugal. Bruno es fuerte ahí. Además es el batería de Sobral, por ejemplo, a día de hoy. Pablo Martín viene de otra galaxia, viene de tocar mucho flamenco, de la Escuela de Viena de cuerda, del conservatorio de Viena, y viene de tocar jazz pero muy tangencialmente. Quiero decir, no era su fuerte. Al final, mi apuesta en 2008 cuando entra Pablo en el grupo es tener los mimbres para poder explorar musicalmente y equilibrar una banda que a priori tampoco estaba equilibrada. Esa era la apuesta. Y al final se consiguió congeniar y se consiguió establecer una alianza, una entente entre nosotros tres. Y eso te diría que en este momento yo lo siento como algo casi inagotable, ¿sabes? Es bonito todo lo esto supone. El otro día en Oviedo que tocamos el viernes pasado fue una pasada porque también arriesgas y yo no las tengo todas conmigo. Si hago un disco así como este, que de repente tiene mucho arreglo y piensas a priori que el arreglo se puede comer la creatividad de dos bestias como Bruno y como Pablo. Pero cuando ves que en el escenario ellos se pueden llevar a su terreno el disco en este y en tal sitio y que tienes filón para aburrir y sabes que la cosa va a volar en cada concierto es un flipe. Yo no los cambio.
Sorte fue grabado en octubre de 2020, en pleno azote de la COVID-19. ¿Fue concebido también durante la pandemia?
Bueno, al final todo lo que edites esta época lo es. Pero disco está concebido, utilizando estos términos, su concepción es prepandemia. Te voy a decir algo que te va a sorprender: el comienzo del disco es de otoño del 18. Es ahí cuando escribo los motivos principales y los embriones de lo que finalmente es el disco, compositivamente los sketches que yo tengo grabados en el móvil y en el ordenador o pasados a partitura si hacía bocetos. Eso tiene mucho que ver con el disco. Ya sabes, el disco es una evolución de eso, en esencia los temas son aquello que ya había en el 18. Mi idea inicial era hacer un concierto para piano y orquesta con el material, no hacer un disco de trío. De hecho, creo que acabaré haciendo una versión sinfónica de Sorte porque realmente esa es la razón por la que te decía antes que Sorte es tan jodida a nivel pianístico. Cada vez que toco este tema o mañana, mañana no es excepción, es de los discos que no sé si el que más, mis últimos dos discos tenían algo de esto, pero en este ya es exagerado. Es el disco más pianístico que he hecho; te parecerá una chorrada de lo que te digo, porque siempre es de piano, pero este es especialmente pianístico. Es decir, tiene muchísimo peso el piano más que en los últimos discos, yo creo. Esa es la razón por la que inicialmente yo pensaba que iba a tener forma de concierto. Y también es la razón por la cual tiene una forma y una estructura que conecta tanto con la música clásica, tan programática. Esa es una de las razones por las que lo es prepandemia.
¿Qué sucede? Que llega esto. A nosotros nos pilló el inicio de la pandemia de viaje, nos pilló presentando este disco y este material aún inéditos en Bangladés. Y el 14 de marzo del año pasado estábamos volando de vuelta a España cuando se estaba cerrando todo, se estaban cerrando las fronteras. Probablemente fue de los últimos aviones, realmente, que pudo volver desde Bangladés, que ya me dirás dónde estábamos. Y claro, si sufrimos la pandemia en el sentido de que de que el disco se tenía que haber grabado en abril, teníamos fechas en el Café Central. De hecho, la idea era hacer Café Central por radio por la noche y hacer grabaciones a la mañana y tarde siguientes. Se tuvo que cancelar todo, lo cual le vino muy bien al disco si te digo la verdad. Hicimos maquetas a distancia, grabando cada uno en su casa y, bueno, pulimos muchas cosas. Yo cambié bastantes cosas de los arreglos, limpié bastantes cosas en función de aquellos meses de encerrona. Y al final con salvoconductos para Bruno y para mí nos vinimos a Madrid a grabar este Sorte en Camaleón.
Las influencias se suceden con respecto a discos anteriores como Piano Solo. Hay blues, jazz contemporáneo y muchos pasajes introspectivos. ¿Con qué corte te quedas de este Sorte?
Es difícil responder a esto. Pienso que es difícil decir que si del disco o del repertorio, porque para mí hay diferencia. Para mí el disco ya es la cristalización del repertorio en un momento que ya es pasado, porque ahora los temas empiezan a crecer. Mira, te voy a responder del disco, de lo que está grabado. Mi corte favorito del disco, el que a mí más me gusta, es “Travesía” de lo que ha quedado. Hay dos temas que para mí en el repertorio que estoy defendiendo ahora en directo tienen, van a tener más recorrido, los veo más vivos. Son “Fluido”, que es el tercer tema, y el primero “Orballo”. Pero mira, del disco que es lo que más preguntas yo me quedo con “Travesía”, que es la pieza número cinco. Ahí Pablo se hace un solo que a mí me recuerda al rock sinfónico de los setenta y tiene esa energía con el contrabajo y suena a Jimi Hendrix de repente porque parece que está distorsionando con el arco por ahí arriba y me gusta mucho. Tiene mucho peso por un lado y tiene mucha energía por otro. Después el tema se abre y de repente es como muy libre y me gusta mucho cómo queda en el disco, sí.
¿Hay expectación ante el concierto del Auditorio Nacional?
Sí, claro. Ya te decía antes que para mí tocar con ellos es siempre una celebración, máxime cuando hemos tenido un concierto la semana pasada y han quedado cosas ahí por seguir evolucionando y ya no es cualquier sitio, evidentemente. Es decir, es un lugar que es muy interesante que programe jazz, y también incluso te diría para para ampliar el eje y el arco de influencia de esta música. Tiene que llegar a muchos tipos de público, es decir, tiene que llegar al que habitualmente iba, y espero que vaya en breve otra vez, a locales de jazz, garitos o que van a festivales y al público que va a auditorios. Y yo creo que es un acierto programar jazz en todos los tipos de recintos, pero evidentemente en auditorios también y en un sitio tan significado como el Auditorio Nacional pues ni te cuento.
Finalmente, ¿qué suerte piensas que le depara al jazz, o a tu jazz en concreto?
Pues no sé, igual no soy el más indicado para adjudicarme una suerte u otra. Yo te digo lo que deseo, ¿vale? Deseo llegar con este proyecto a muchísimos escenarios. Es algo que desde hace muchos años tiene vocación internacional y espero que llegue. Por desgracia, la actual coyuntura no permite esto. Pero bueno, es algo que poco a poco va a ir cambiando, en cierta medida se lo auguro porque algo hay en lontananza que apunta en esa dirección. Y, desde luego, yo trabajaré para que esto sea así. Y lo que más deseo, fíjate, es que en lo musical, en lo artístico, la evolución que tenga en Sorte en lo puramente creativo, encima del escenario, sea de altos vuelos. Hablaba de esto el otro día con Pablo y con Bruno antes de tocar en Oviedo. Les dije literalmente que se cargaran el arreglo; los arreglos ya nos los sabemos y lo que hay que hacer ahora es volar. Y es lo que más deseo, volar con este disco y que cada concierto sea una historia diferente en un ámbito diferente. Que llegue al público cada vez que se toque y que tengamos cuantos más conciertos mejor.
Nuestro agradecimiento al Circulo de Bellas de Artes de Madrid, así como a La Pecera del Circulo por brindarnos la oportunidad de disfrutar, una vez más, de ese espacio para la sesión de fotos que allí tuvo lugar.