Texto: José Pruñonosa / Fotografía: Bianca de Vilar & Pepe Ainsua
Resulta gratificante comprobar cómo han vuelto a florecer los festivales estivales de jazz por doquier. La gente tiene ganas de música, los músicos de trabajar y los organizadores de reactivar el negocio. Y he aquí el eterno dilema de los programadores: saber encontrar su lugar entre el jazz y diversos puntos cardinales musicales; díganse: flamenco, clásico, rock, o, ¿por qué no?, pop, ya que, al fin y al cabo la gran mayoría de estos eventos veraniegos contiene en su descripción el término “festival de jazz”.
El Sohail Marenostrum, 1º festival de jazz y world music de la malagueña y costera población de Fuengirola, arrancó el pasado jueves 17 con las actuaciones del guitarrista israelí Dan Ben Lior, colaborador entre otros de Diego El Cigala, Naike Ponce y Diego Guerrero, (justamente el cantante que cerró el festival con su fusión flamenco-cool jazz) y La Canalla, swingante y desenfadada formación local liderada por Antonio Romera “Chipi” a la voz, que cuenta, entre otros con el veterano pianista Javier Galiana y la joven promesa del saxo andaluz Bernardo Parrilla.
El viernes 18 aconteció el evento que nos ocupa: la actuación del dúo formado por Enrique Oliver al saxo y Jaume Llombart a la guitarra, precediendo la actuación de Zenet en formato acústico, con su guitarrista habitual José Taboada, el gran maestro Manuel Machado a la trompeta y Raúl Márquez al violín presentando su nuevo disco, “Zenetianos”.
El festival continuó con las actuaciones del trio de referencia formado por Perico Sambeat al saxo, Javier Colina al contrabajo y Marc Miralta a la batería, y con la actuación en solitario del pianista malagueño José Carra. Por último, y como ya hemos dicho, el festival se remató el domingo 20 con la fusión “fresquita” del cantante flamenco Diego Guerrero y su trio formado por José María Pedraza al piano, Ivan Ruiz Machado al bajo eléctrico, y la percusionista Nasrine Rahmani a los que se unieron de manera espontánea el flautista Alejandro Escalera Canillas, el saxofonista jienense Sergio Albacete, y los guitarristas Dan Ben Lior y Juan José Suárez “Paquete” para el fin de fiesta.
Así pues, la 1ª edición del festival de jazz y world music Sohail Marenostrum consiguió la cuadratura del círculo: jazz nacional, andaluz y malagueño a partes iguales, maridado con música más o menos de cierto atractivo comercial. Es más, si echamos un vistazo a los carteles de los próximos festivales andaluces, vemos que esta va a ser la tendencia este verano. En último término, efectivamente el jazz es uno de los elementos que conforman estas mixturas, ciertamente de calidad, al igual que la copla, el bolero, lo flamenco, lo latino y lo “manuche”.
Como ya hemos dicho, la segunda jornada la abrieron Enrique Oliver al saxo y Jaume Llombart a la guitarra con su dúo afincado en Málaga, ciudad que está deviniendo como una revelación jazzística, con figuras como José Carra, Ernesto Aurignac y los susodichos Enrique Oliver y Jaume Llombart, que han realizado más de 100 conciertos en los últimos 10 años autoeditando 2 discos. Por su parte Oliver, además de haber participado como sideman en innumerables proyectos nacionales, ha grabado como líder “Introducing Enrique Oliver quintet” y el disco revelación del sello Blue Asteroid en 2019 “Incerteza”.
Jaume Llombart, profesor del Liceu de Música de Barcelona, se formó en la Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUC) con Maarten van der Grintten, J. L. Gámez y Dani Pérez. Cuenta igualmente con varios trabajos publicados: “Solo Jaume Llombart”, “Everything I Love (Live)”, y “Magenta” en el sello Fresh Sound New Talent.
La actuación comenzó con un “medley” de piezas de Thelonious Monk: “Meet me tonight in dreamland/lets cool one”, la primera de ellas compuesta por Leo Friedman, perteneciente al song book norte americano, al igual que el exito latino popularizado en los 50 por el trio de Hank Jones “We could make such beautiful músic together”. Continuaron con el estándar de Charles Mingus “Eclipse”, y con “Tangerine” de Johnny Mercer y “The rabbit” seguramente de Coleman Hawkins. Hasta aquí, una muestra del cancionero tradicional norteamericano y del repertorio habitual de estándars, piezas estas en las que el dúo, además de demostrar una solvencia idiomática, aportó una comunicación y una intimidad sonora sobrecogedora, el jazz en mayúscula fluía, y hasta los pequeños quejidos “calantes” de la guitarra se confundían con el saxofón, en un “continuum” que iba más allá del protocolo solista-acompañante. A continuación sonaron dos piezas de propia autoría: “Alcolea 129” de Llombart e “Introspection” de Oliver.
De esta tanda de piezas me sorprendió la improvisación “colectiva” a dos, en un fascinante contrapunto melódico que igualaba tímbrica y funcionalmente a ambos instrumentos. Precedió “O sacrum convivium”, música sacra de Olivier Messiaen en una magnifica adaptación jazzística. Tema este de especial interés: el uso de los modos de transposición limitada de Messiaen en el jazz, de hecho ya hay un método de guitarra eléctrica de Marcos Marín González publicado en la editorial “Independently published” que adapta estas escalas al instrumento. Por último, el dúo interpreto dos nuevos estándars: “Noir bleu” de Duke Ellington y “Marshmallow” de Lee Konitz.
Auguramos un prometedor futuro a este dúo malagueño y una buena recepción a este nuevo festival de la Costa del Sol.