Texto: Federico Ocaña / Fotografías cortesía de Karonte Distribuciones & ACT Music Group Gmbh
“Jazz at Berlin Philharmonic XI: The Last Call” recoge la última grabación de los guitarristas Larry Coryell y Philip Catherine. Tuvo lugar el 27 de enero de 2017, tan sólo unas semanas antes de que Coryell falleciera (lo hizo el 19 de febrero). Se trata de una grabación en vivo que el público de la Berlin Philarmonic pudo disfrutar gracias al buen hacer de Siggi Loch, productor responsable también del sello ACT que ahora rescata estos siete temas.
El dúo de Coryell y Catherine había abierto con Miss Julie (Coryell) y Homecomings (Catherine) su actuación en los Berliner Jazztage de 1976, reproducida luego en el álbum de estudio Twin-House. Toda una declaración de intenciones, y no solo por el “regreso a casa” a que refiere el tema de Catherine: revivir aquellos días, aquel entendimiento. A Coryell siempre le fascinó esta formación de dúo, particularmente el dúo de guitarras: estamos ante un músico al que no le importaba, todo lo contrario, medirse con otros, tocar al unísono los dos, alternar el papel solista que le correspondería por veteranía y técnica con el de acompañante -un acompañante exquisito, por cierto. En el caso de Catherine, guitarrista todoterreno, desde que ambos colaboraran a finales de los 70 siguió caminos cuanto más abiertos, mejor. Sus destinos estaban llamados a cruzarse de nuevo.
Se reservan el dúo de guitarras para los cuatro primeros temas: Miss Julie y Homecomings, amén del clásico de Luiz Bonfá Manha de Carnaval y Jemin-Eye’n (Coryell). La formación y el formato (las guitarras y el directo) dejan a los músicos total libertad a la hora de recrear temas aparentemente sencillos, como Homecomings y Manha de Carnaval. Las improvisaciones en ambos equilibran la armonía más compleja de Miss Julie y abren paso al disfrute de Jemin-Eye’n, un tema con espíritu de propina. Es inevitable verlo así, como una propina de Coryell y Catherine, póstuma en el caso del primero, tanto más por cuanto en los siguientes temas cambian totalmente el espíritu y el tono. En Embraceable You (Gershwin), una balada a la que el piano de Jan Lundgren aporta un bajo caminante elegante, a dos manos, la presencia del pianista sueco podría eclipsar de alguna manera el trabajo que venían realizando los dos guitarristas.
No lo hace, ciertamente, si pensamos en esta segunda parte del concierto como un segundo concierto, con entidad propia, donde se rescatan standards (el citado de Gershwin, Bag’s Groove de Milt Jackson y Green Dolphin Street de Peterson), en un ambiente de homenaje. Si el piano de Lundgren aportaba solvencia y solemnidad a dicho homenaje, el bajo de Lars Danielsson en Bag’s Groove, así como las citas de Coryell y Catherine, de las que no se libra ni Stravinsky, derrochan humor. La última formación, en el último tema, cuenta con Lundgren, Danielsson y Paolo Fresu a la trompeta. Y ahí el quinteto prolonga el estado festivo con diversos cambios de ritmo, bien sostenidos en cambio en los rasgados de Coryell y Catherine, que dialogan de dos en dos con un acompañamiento discreto, cimentado sobre Danielsson.
“Última llamada” (last call) es el nombre de un encuentro que no es ni ocasional ni azaroso, sino trabajado a lo largo de las décadas, medido y coherente, como toda la música que compartieron estos dos gigantes de la guitarra. En este disco uno más uno no suman dos, sino muchos más: un blues evolucionado, un directo ensamblado como un álbum de estudio, improvisaciones aparentemente sencillas llenas de saltos interválicos descendentes en progresiones ascendentes y viceversa, donde es difícil encontrar un arpegio sin adorno, una música enmarcada por los aplausos entre tema y tema que nos transportan a una velada pasada y nos recuerdan la importancia de la música en directo.
Es este un disco, por tanto, altamente recomendable y que no está sujeto a modas o estados de ánimo, destinado a ocupar su lugar en la escucha por derecho propio. Coryell y Catherine nos lanzan una última llamada que es más bien penúltima, porque invitan a volver la vista y revisitar su discografía con ese punto necesariamente nostálgico y casi dramático que arroja una grabación en vivo de un músico que nos dejó poco después de realizarla.