Texto: Jacobo Rivero
Jorge Pardo es una de las leyendas vivas más importante de nuestra música. Su presencia hechizante dentro y fuera del escenario está labrada por un montón de encuentros musicales especiales. La película documental Trance, dirigida por Emilio Belmonte, es un viaje precisamente alrededor de esos encuentros y conexiones con otros músicos para conspirar con un objetivo común, la preparación de un concierto especial, un espectáculo rodeado de amigos. Por la pantalla desfilan Chick Corea, Ana Morales, Tino di Geraldo, Pepe Habichuela, Niño Josele, Bandolero, Javier Colina, Diego Carrasco, Antonio Serrano, Fernando de la Morena, Edmar Castaneda, Israel Fernández, Ricardo Moreno, Antonio Lizana, Ambi Subramaniam, Duquende o Diego Del Morao entre otros. Canela en rama del arte y donde destaca el desaparecido Chick Corea, que junto con la presencia atmosférica de Camarón y Paco de Lucía, produce un aurea especial a la figura quijotesca de Pardo. El filme es una road movie en la que la cámara acompaña con buen pulso y admirable discreción al mítico flautista y saxofonista madrileño por distintas rutas: hoteles, camerinos, cafeterías, aviones, calles, locales de ensayo… en España, Francia, Marruecos, La India o Estados Unidos. De sus viajes y encuentros, Jorge Pardo incorpora influencias y construye nuevos retos coordinando todo el operativo.
La película que dirige con mirada abierta Antonio Belmonte nos presenta a un músico totémico de la historia del jazz y el flamenco, no solo por su valía como interprete, sino también por su capacidad para trenzar proyectos a favor de sonidos inspiradores. Hace años en el Cifujazz que se celebra cada año en homenaje al respetado difusor jazzístico Juan Claudio Cifuentes en la localidad alavesa de Elciego, Pardo –amigo de largo recorrido de Cifu- recordaba un concierto especial. Ocurrió durante un viaje a Perú donde tenía programado una actuación importante en Lima. Su intención después del evento era trasladarse a Machu Picchu unos días para conocer la ciudadela inca, pero hubo un cambio de planes y aceptó una propuesta para viajar en canoa recorriendo el Amazonas. La primera noche, mientras preparaban la zona de acampada en una vereda del río, aparecieron un grupo de indígenas asombrados por la presencia de un extranjero y le invitaron a conocer su aldea. Cuando llegó al poblado, en la semioscuridad de la selva y rodeado por toda la comunidad le preguntaron a qué se dedicaba. Jorge Pardo sacó la flauta travesera de su funda de cuero y amenizó la velada para deleite de la parroquia. Según contaba, fue uno de los mejores conciertos que ha dado en su vida. Y tiene muchos donde comparar.
La historia de los maestros de la música está repleta de viajes con complicidades en distintos puertos. El trayecto que propone el filme tiene mucho de esos encuentros con mirada mágica y respirar colectivo. Para valorar distintos sonidos y engancharse a ellos hay que tener arte, asunto que a Pardo le sobra a raudales. El músico madrileño es un mago del jazz y el flamenco, con excelente conversación de tono bajo y sonrisa media. Trance muestra cómo se arma un proyecto, pero además la vida trashumante de los que apuestan por la riqueza de la cultura compartida. Sea en los mejores escenarios del mundo, en un local de ensayo o en medio de la selva. Todo con la particular mirada de Jorge Pardo, su espiritualidad y su capacidad para entrar en trance con la música.