Texto: Jacobo Rivero.
Sensibilidad salvaje.
El disco de Gautama del Campo, Salvaje Moderado (Nuba Records/Karonte distribuciones – 2021), tiene la capacidad de atravesar indistintamente el paisaje sonoro del flamenco para arrastrarnos hacia el jazz o el blues a través de la sonoridad de un saxo con personalidad propia. Un trabajo muy bien equilibrado, con una presentación seria y elegante en todo el recorrido. Con fuerte raíz flamenca, la propuesta musical de un artista como Gautama tiene la capacidad de sugestionar los sentidos del oyente hacia momentos donde el resto de instrumentación cobra un protagonismo especial, pero que se mantiene fiel a la idea de un disco labrado a través de distintos palos flamencos.
En ese recorrido, la presencia de Ezequiel Reina a la guitarra, Juan Miguel Guzmán al contrabajo, Guillermo Mcgill a la batería, Isidro Suárez en la percusión e Inma La Carbonera al cante es sublime. Si añadimos las colaboraciones de gente por la que solo su nombre merece siempre pagar la entrada –como son Jorge Pardo o Rafael Riqueni– el resultado es de una fuerza mayúscula. Además de Inma La Carbonera, hay cantes de Cristina de Moret y David Sánchez El Galli, siempre bien templados en la voz. Doce temas para saborear, con finales bien cerrados y con una calidad de sonido impecable. Dice Gautama del Campo en el libreto que agradece “al sol y al río que me acompañaron en mi crecimiento y me dieron la fuerza para macerar este proyecto”. Sin duda un disco de una naturaleza potente, de una sensibilidad salvaje.
Bendita locura di Geraldo.
A muchos músicos no les gusta que les encasillen en un género, opción obviamente muy respetable. Pero para mantener en pie esa identidad diversa hay que tener agallas y argumentos. Al que no le faltan ninguna de las dos características es a un músico de la calidad y trayectoria de Tino di Geraldo, probablemente uno de los nombres más indiscutibles de la cartelera. En su disco Concert Bal (Nuba Records/Karonte distribuciones – 2021), Di Geraldo se alía con un pianista de la talla de Caramelo de Cuba para formar una alianza que desarrolla en ocho piezas, donde la calidad del ritmo está en la mezcla y donde hay dosis de irreverencia y seriedad casi a partes iguales. Todo lo que parece que es, no lo es y viceversa. En el adobo está desde Art Bakley hasta Manolo Escobar, empezando por una recreación del famoso Borriquito de Peret. Lo que se dice una presentación arriesgada.
Pero es que el riesgo es un asunto que el batería probablemente más prestigioso de nuestro país no elude. En cada tema hay tal cantidad de registros y colaboraciones que uno no se aburre de repasar el libreto para subrayar nombres y apellidos de unas aportaciones de muchísima altura. De la enorme calidad de los participantes no falla ni uno, Di Geraldo se rodea de maestros (Javier Gutiérrez Massó “Caramelo de Cuba”, Renaud García-Fons, Javier Colina, Carles Benavent, Pepe Bao, Josué Ronkío, Pino Palladino, Perico Sambeat, Manuel Machado, Fernando Hurtado, Joulien Ferrer, Jorge Pardo, Juan Carlos Aracil, Alex Acuña, Karim Ziab, José Montaña, Ariel Brínguez, Ramón González, Diego y Ané Carrasco, Tomasito y Kelvis Ochoa) y todos parecen convencidos de la conspiración musical que propone el trabajo. Si algún tema deja dudas al oyente, se pasa en dos repasos porque el disco va ganando cuanto más se escucha, como los buenos licores. Que exista un músico como Tino di Geraldo con capacidad de ser punk, jazz, funk, rumbero, flamenco… al mismo tiempo es una suerte que hay que disfrutar. Un disco para tener a mano, escuchar, sonreír y volver a escuchar. Concert Bal es un trabajo bien facturado de sonido y calidad técnica, como no podía ser de otra manera con el maestro di Geraldo al frente.