Texto de Federico Ocaña
NOI (Errabal, 2021) es el segundo disco a nombre del guitarrista Marco Martínez, músico afincado en Asturias, donde ejerce como profesor y agitador de la escena jazzística. De su carrera, donde ha participado en proyectos de música moderna en su sentido más amplio, con jazz fusionado con el cancionero popular, funk y hip hop, llegan hasta este “NOI” las colaboraciones con algunos de los músicos que aquí le acompañan, pero, sobre todo, un sonido despreocupado por las fuentes “originales” del jazz, si alguna vez las hubo, o lo que es lo mismo, una música moderna, sin etiquetas, preocupada, ahora sí, más por la coherencia del trabajo en su conjunto que por el despliegue técnico y el virtuosismo. Todos los temas son composiciones originales de Martínez y en todos nos sorprende la capacidad de concentrar la emoción en pocas notas, alcanzando una experiencia que es casi contemplativa, aunque temas como “Quebranto”, “NOI” o “Todo está allí”, prueban que hay líneas melódicas preciosas bajo esa apariencia de inmovilidad.
Inicialmente, este era el propósito de su creador: concentrar o condensar en pocos minutos la emoción. La única clasificación previa a la escucha que puede tentar al oyente es la de música incidental o escénica porque “NOI”, antes de que lo escucháramos en disco, se subió a los escenarios acompañando la obra “Todo está allí” de Victoria A. Musetti, dirigida por Sergio Gayol en el Teatro del Cuervo de Gijón. Ante esta responsabilidad, el músico sabe que su importancia puede ser tan decisiva como catastrófica: cuando el acompañamiento desentona con la obra, el resultado perjudica al montaje en su conjunto. “NOI” se extrae de las iniciales de “Natalia, Olga e Irene”, las “Tres hermanas” protagonistas de la obra de Antón Chéjov que sirvió de inspiración a Musetti. Si la intención era mantener la fidelidad a este retrato chejoviano de la soledad y la desolación, dibujadas por Marie Lavis en la portada del disco, debía adaptarse a la escena teatral y conseguir transmitir la emoción contenida de los personajes (fíjense en los ritmos ternarios, como las tres hermanas, que elige Martínez para varias de las composiciones), sus ilusiones y decepciones.
El genial dramaturgo ruso fijó algunos de los principios clave del teatro contemporáneo y Martínez los sabe interpretar a la perfección. Para uno y otro, lo importante de la escena transcurre muchas veces fuera de ella. Ambos plagan de silencios la obra, atienden a esa contención que comentábamos. Eligen el momento adecuado para poner a los personajes o a los músicos a dialogar y, cuando lo hacen, lo hacen sin eludir el conflicto, como sucede en “Acto cuarto” y “Quebranto”, aunque, por lo general, así por ejemplo en “Este tema lo escribí para Irene” o “Capricho y ceguera”, las distintas voces se mantienen en un plano de igualdad, en esa horizontalidad que se impone sobre los distintos instrumentos, limita su atmósfera a una intensidad baja y los condena a no acaparar los focos.
El conjunto no es un dogma ni la soledad un problema: los momentos más barrocos y brillantes son una feliz coincidencia en medio de un paisaje desamparado, como nos invitan a pensar la “soledad” del piano en la pieza titulada “Sensibilidad” y la estructura de los temas (muchas veces la introducción y la coda se asignan a un solo instrumento, o parece que se divide la composición en dos partes, como en “Cizalla”, para que dejar en el ambiente esa sensación de ausencia, de vacío).
No es fácil presentar un perfil psicológico tan complejo a partir de la música. Las sensaciones que dejará en el oyente, más claras si se examina cada tema por separado (“Sensibilidad 2.9” se leería, así, como una balada al uso, “Quebranto” amagaría con ser un tema de jazz rock, “Todo está allí”, un tema que suena a standard, se presentaría como un swing ralentizado), probablemente serán también complejas en la escucha continuada de este disco. Y este segundo es el tipo de escucha que requiere y que recomendamos.
Este “NOI” musical -no por ello menos dramático- cuenta con Marco Martínez en la guitarra, voz y simples, Horacio García al contrabajo, Pier Bruera a la batería, Eladio Díaz al saxo en “Quebranto” y “Sensibilidad”, César Latorre en “Sensibilidad” y “Sensibilidad 2.9” y en la percusión en la canción que da título al disco Fernando Arias.