Texto: José An. Montero / Fotografías: María Ramos
El festival de Jazz de San Javier siempre merece un espacio aparte. Los días playeros de Julio, el reencuentro año tras año, el acogedor auditorio al aire libre del parque Almansa convierten este festival en un templo del disfrute jazzístico alejado de engolamientos puristas. Aquí no hay disimulos, ni postureos, aquí se disfruta del jazz y de la buena música, por extensión.
Desde horas antes, se respira ambiente de concierto en los alrededores, ambiente en las terrazas de los alrededores y desde mucho tiempo antes de comenzar van llegando los abonados armados de víveres y cojines, algunos de maravillosos cuadros Vichy, para hacer aún más acogedores los clásicos programas dobles del festival. Parada obligatoria es la cantina del auditorio para proveerse de cerveza fría, croquetas y empanadillas de pisto. No en vano el Festival de Jazz de San Javier está declarado desde 2018 Fiesta de Interés Turístico Nacional. Lo merece. Sin duda.
El gran Tete Montoliú no llegó a conocer el ambiente jazzístico de San Javier por apenas unos meses. Fallecido el 24 de agosto de 1997, el festival murciano echó a andar en el verano siguiente. Bien merecía el primer grande del jazz español estar presente de una manera u otra en el cartel del festival.
Precisamente, fue este 14 de julio y este lugar, el Festival de Jazz de San Javier, los elegidos para estrenar el proyecto ’25 años sin Tete’ en el que Chano Domínguez ocupa el piano y se reúne con quiénes fueron sus escuderos durante décadas del músico y compositor catalán. El argentino Horacio Fumero al contrabajo, que formó parte de sus colaboradores desde 1981 hasta su muerte, Eladio Reinón, también acompañante habitual de Tete o de Bebo Valdés, el baterista David Xirgu y la cantante Carme Canela, voz imprescindible del Jazz español.
El concierto arrancó con ‘Freddie Freeloader’ de Miles Davis, un tema que sirve de puente entre el repertorio de Tete y el de Chano Domínguez, que lo incluyó en su álbum ‘Flamenco Sketches’ (2012) en versión trío, piano, contrabajo y batería.
No tardó en hacer su primera aparición sobre el escenario Eladio Reinón, sonido clásico dónde los haya, arrancó aplausos con la esperada interpretación de ‘Historia de un amor’, el tema que dio título al álbum de Eladio Reinon Quintet & Tete Montoliú de 1993 y que, a la postre, sería uno de los últimos grandes éxitos del maestro. El bolero del panameño Carlos Eleta Almarán ha dado muchos éxitos en los últimos setenta años y sobre el escenario sigue funcionando como el primer día.
Metidos en harina de la transmutación de boleros en ‘standares’ de jazz. Era el turno de Carme Canela que se estrenó sobre el escenario con una maravillosa versión jazz de otro bolero, ‘Cómo fue’ de Benny Moré. En un homenaje a Tete Montoliú tampoco podía faltar el bloque dedicado a Joan Manuel Serrat al que estuvo ligado desde finales de los sesenta. Dos inspiradas versiones de ‘Son aquellas pequeñas cosas’ y ‘Paraules d’amor’ sirvieron para que la nostalgia flotara junto a la luna llena.
Aunque, tal como se refirió el propio Horacio Fumero, Tete Montoliú no solía incluir muchos temas propios en sus directos, ‘Jo vull que m’acariciis’ fue un tema recurrente en sus repertorios. Fumero, hizo su propia versión de este tema para contrabajo al que puso por título ‘Caricias’. Probablemente fue la interpretación que más aplausos arrancó de la noche, pues cada vez que se sumaba el piano de Chano tras las estrofas en solitario al contrabajo de Horacio Fumero brotaban los aplausos del público de manera incontenible.
Este homenaje necesario finalizó con otro tema de Tete, ‘Acuarela’. Siempre conviene pararse y recordar a los que hicieron del jazz un arte mayor en un país que en esos tiempos andaba a otras cosas. Tete Montoliú no tocará nunca en el Festival de Jazz de San Javier, pero ambos son imprescindibles para entender qué es el jazz en España.