Texto y entrevista de José Bolívar Durán / Fotografías de Txus García
Escuchar la música de Cimafunk y no moverse es imposible. Claro… su formato musical fusiona una historia cultural, social y política de rebeldía y libertad de los cimarrones, con la fuerza de un género de raíces negras que lleva décadas haciendo bailar, porque está concebido para eso; para bailar: el funk. Y es que el baile además de ser terapéutico, de significar un alimento para el espíritu y para el cuerpo, juega un papel central en la conformación de las identidades. Como lo expone con amplitud Ángel Quintero a lo largo de su obra, ‘Cuerpo y cultura. Las músicas mulatas y la subversión del baile’: la danza es una manera de entendernos y valorarnos, y a su vez de luchar contra los poderes que intentan homogenizar la concepción de la cultura, de la sociedad, de la vida misma.
Empecé por contarle a Cimafunk que, en los colegios donde trabajo, en los que realizo formaciones en el marco de la Educación para la Justicia Global(1), en algunos casos uso su música como herramienta de análisis. ¿Por qué? Porque todo proceso educativo que aborde racismo, clasismo, conflictos, desigualdades, es inevitable analizar marcos históricos que expliquen esos fenómenos; hablar de racismo sin abordar el cómo hemos llegado ahí, es vacío. No llega. Pero claro, hacerlo de forma divertida, sabrosa, musical, es mucho mejor. Entonces le subo al altavoz, espero a que la energía de la música haga lo suyo, y después procedo a extraer algo de la historia de los cimarrones, algo del contexto del funk y sus posibilidades, para que esa forma de pasarla bien y de alimentar la alegría, tenga además un sentido social y político.
Con Erik Alejandro (su nombre de pila) nos vimos horas antes del concierto del Festival Cruïlla 2022. Un hombre cálido, divertido, descompilado, alegre. y empecé por lo básico. Las influencias de las que habla normalmente: Benny Moré, Bola de Nieve, James Brown, Fela Kuti… Cimafunk nos comentó: “Pues mira. El Benny ha sido el mejor cantante que yo he escuchado, pero además fue un gran showmen: es un referente principal en la música cubana. De Bola de Nieve… después de un concierto con Chucho Valdés y con Pacho Céspedes hace unos días, Chucho decía, porque lo conoció, que el Bola, además de cocinar muy rico, había sido uno de los músicos más grandes de la humanidad, y yo lo comparto: su música siempre me acompañará. Y me pasa con ellos lo mismo que con Arsenio Rodríguez, Pablo Milanés, incluso Omara Portuondo… desde niño era como escuchar a alguien de la familia, toda esa música fue muy cercana. Al final lo que puedo decir es que toda esa música hace parte de mi identidad. Con Fela Kuti y James Brown, pues fueron artistas que fueron sumando a esa identidad por su fuerza y su importante trabajo”.
Volviendo a la agenda social y política de la que se habló al inicio y teniendo en cuenta el mensaje de la música de Fela Kuti, Cimafunk complementó algo en nuestra conversación, realmente vital para estos tiempos: “…todo es político porque todo tiene una identidad, y esa identidad se convierte en un discurso. En mi caso, mi identidad y mi discurso están centrados en curar. En ayudar a la gente a pasarla rico, que gocen, de hacer adictivo el bienestar. ‘La música es el arma’ decía Fela, y así lo veo yo. La música genera un estado tribal y ese estado sana en lo personal y en lo colectivo porque se proyecta energía. Incluso para sanar enfermedades físicas. A mí la música me salvó, me ayudó a encontrarme. A quererme yo mismo, a decirle a la gente que los quiero. Al final das un consejo y la persona dice “ah, ya”, pero si le das música, y la gente no puede parar de bailar, se va sanando”.
Al respecto hablamos brevemente de Terapia y Alimento, sus álbumes. En cuanto a Terapia el artista cubano nos contó que “fue un gran aprendizaje musical y personal. Me demostró todo lo que podía hacer: organicé la grabación, compuse y escribí las canciones, hice los arreglos, contacté a muy buenos músicos y les expliqué lo que quería. Fue un buen paso para sentirme más seguro de mí mismo y hacer lo que he seguido haciendo”. En cuanto a Alimento complementó: “así lo llamé porque hacer el disco fue lo que me alimentó espiritualmente durante todo el proceso de la pandemia. Pensé, además, que el álbum fuera una especie de descarga, palabra que en Cuba significa tanto una improvisación musical como una liberación de la carga emocional acumulada”.
En cuanto a su voz y su forma de cantar, Cimafunk también nos comentó algo que está en absoluta coherencia con la visión identitaria de su música. Además, al escucharlo en esta conversación, evidenciamos que su acento, su cadencia y su armonía están presentes tanto en la forma de expresarse como en su música… Nos siguió contando Cimafunk, “Yo canto como hablo, y siento que hablo como lo hace la gente que conozco desde niño… la gente del barrio, de la zona de donde soy. Cuando me siento a escribir me sale así. Y esa es una forma de conectarme con la gente”. Importante afirmación en una sociedad en la que mucha gente quiere parecer otra gente y, por eso mismo, reitero la importancia de trabajar con estos referentes en las aulas escolares.
Finalmente una pregunta obligada en el breve espacio en el que estuvimos conversando. La típica pero necesaria, “¿qué le dices hoy a las chicas y chicos que están intentado hacer música?”. Acá Cimafunk fue categórico: “mi mensaje es que no esperen por nadie, el caza talento no existe. Las herramientas están porque hoy incluso uno mismo puede hacer la música. Lo importante es ser tu mismo, seguir la propia intuición. Nadie suena como tú y eso es lo que hay que entender”.
Ha sido un placer conocer a Cimafunk. Conocer su autenticidad, su identidad. Su música, sin duda, seguirá creciendo y generando esa sanación de la que él habla. El escritor Salman Rushdie dijo alguna vez: “algo que les sucede a los migrantes es que pierden muchas de las cosas tradicionales que enraízan la identidad, que enraízan al yo”, y he ahí uno de los grandes núcleos problemáticos de los impactos de las sociedades globalizadas: la pérdida de la identidad y todo lo que eso implica. De allí que resaltemos esto en nosotros mismos, en las escuelas, en las entrevistas… de allí que abracemos músicas que busquen eso: amor a lo que somos para amar lo que nos rodea. Principio y fin de toda buena convivencia.
(1) La Educación para la Justicia Global se entiende como un proceso de conocimiento y de análisis crítico de la realidad que vincula la acción local y su dimensión global. Su finalidad es promover una conciencia crítica para con las causas que generan desigualdades y conflictos.