Texto de Federico Ocaña / Fotografías cortesía de Errabal Jazz y de Eva Alcaide
La guitarrista madrileña Eva Alcaide consolidó su formación como guitarrista de jazz en ciudades bañadas por las aguas de diversos ríos y mares. Primero lo hizo junto al Urumea y el mar Cantábrico, en San Sebastián, donde el Centro Superior de Música del País Vasco, Musikene, sirvió de nexo para el quinteto que concurre a este “Dive into the Sea” (Errabal Jazz, 2022). De la bahía de Donosti pasó a las Tierras Bajas de Escocia, a Glasgow, a orillas del Cyde.
En los créditos del disco, un bloque de músicos conocidos ya para los seguidores de la casa Errabal, con recentísimas grabaciones para este sello. Esto solo prueba que una nueva generación de jóvenes, dinámicos y eclécticos, pide paso desde las escuelas y conservatorios, quiere dar el salto a festivales y estudios. Del jazz vocal más clásico proviene la cantante Irati Bilbao, junto a la que ya habíamos oído a Alcaide (fue en aquel “Begin” que Bilbao publicó en 2020). De la improvisación contemporánea y más arriesgada, el pianista Jorge Fernández y el baterista Aitor Bravo, dos terceras partes del No-Land Trio, una de las formaciones más sobresalientes que debutó el año pasado también en Errabal. Completa el quinteto el bajista Carlos Montull, que ha girado con numerosas formaciones de jazz y rock.
“Dive into the Sea” se abre con esa frescura, ese frescor “marítimo” que estará presente en todo el álbum: “Fresh Start”, el primer tema, se arma sobre una preciosa línea melódica con voz y guitarra al unísono y los solos de Fernández, Alcaide y Bravo. Piano y guitarra actúan contenidos, Alcaide en un estilo que sigue acertadamente a Pat Metheny, como han señalado algunas críticas, tanto en la composición como en la ejecución e improvisación, combinando armonías contemporáneas y ritmos latinos. Una vez escuchado todo el disco, podemos decir -aunque, claro, es hacer trampa con el tiempo de la escucha- que se echa en falta algún solo más largo, con menos ataduras, quizá una exposición más larga del tema, quizá un solo de la vocalista o una segunda intervención de la guitarrista, después de los compases, brillantes, de Aitor Bravo.
Con “Budelli Island” toman protagonismo primero la voz de Bilbao y el bajo de Montrull, luego le pasan el testigo a Alcaide y Bravo. La percusión marca la evolución hacia el solo de Jorge Fernández; son el pianista y Alcaide quienes más y mejor exploran y explotan esta preciosa melodía, variándola, recorriéndola, sacándole partido con cambios de ritmo y altura. “In These Hallways” y “Movement at the Coral Reef” parten de melodías muy pulidas y permiten explorar dos direcciones a partir de ese tránsito que ambos títulos sugieren, un tempo más alto en el primero. En el segundo, en cambio, los solos son dignos de una balada; es este un tema emparentado de alguna forma -por el compás, por la estructura de los solos- con el “Dive into the Sea” que cierra el álbum y que guarda un exquisito diálogo entre las dos guitarras, la de Alcaide y el bajo de Montrull. Como “In These Hallways” y “Movement…”, también trabajan en dos tiempos opuestos los dos temas menos marítimos del disco, la composición de Jimmy Rowles “The Peacocks” y el “Naima” de John Coltrane. Es poco frecuente, y se agradece, esa continuidad de tiempo lento a tiempo lento. El “Naima” de Coltrane, en cambio, ofrece un repertorio rítmico más acelerado. El respeto del valor pausado de la melodía hace que sea la batería de Bravo, aunque el estilo del solo de Alcaide también varía respecto de otros temas, combinando figuras más largas con escalas modales, apoyaturas y adornos más rápidos-, la que comande ese movimiento. El conjunto da originalidad a una composición que está cerca de ser, si no lo es ya, uno de los estándares más populares del jazz contemporáneo.
Eva Alcaide se postula como uno de los talentos que habrá que tener en cuenta en el futuro, pero, sobre todo, como una guitarrista y compositora – y arreglistas- de presente y este “Dive into the Sea” da buena prueba de ello.