Texto de Federico Ocaña / Fotografías de Julián Lona #villanosdeljazz
La noche apuntaba a una cercanía que se perfilaba en el público en la forma de incondicionales del patio de butacas, asientos centrales, algunas cabezas moviéndose de lado a lado con el ritmo de los temas, más tranquilidad en la entrada, más diálogo con Javi Peña en la salida, venta de vinilos o cigarrillo mediante.
Los músicos correspondían como mejor saben hacerlo, con un discurso templado, con humor, trasladando desde el primer momento que aquella velada no iba a ser un combate entre el público versus Javi Peña Trío, o lo que es lo mismo, Peña a la guitarra, Manuel Bagüés al bajo, Gonzalo Maestre a la batería, con la vocalista Leonor Watling.
El trío se desempeña habitualmente en cafés y clubes donde esa cercanía encaja bien con la que predican sus gestos y su música. El propio Peña reconocía que el grupo llegaba frío al escenario del Teatro Pavón al no haber podido rodar recientemente los temas en otros contextos antes de llegar a este. Pero en un festival de jazz como es el Villanos del jazz que desde el año pasado apuesta por un género cada vez más abierto, con constantes hibridaciones hacia el funk, el soul o la electrónica, es necesaria y se agradece la presencia de grupos como el trío, una formación nacida y curtida en nuestra ciudad, con un punto desenfadado y una música basada en estilos que a veces esas hibridaciones olvidan.
Si hablamos del repertorio, hablamos de composiciones del propio guitarrista (un muy divertido “The Cat”, por ejemplo, que contagiaba con cambios de ritmo del instinto felino de la guitarra), versiones de jazz, pop (“Strawberry Fields Forever”, de los Beatles), temas clásicos de rock, blues, country y folk (Peña se midió en directo con la técnica de Merle Travis, apuntando a ejemplos de músicos que en su momento también buscaron esa combinación ganadora de técnicas y raíces musicales).
Esa fusión de blues, folk, country y jazz, de punteo cambiante, sencillo o complejo (como el inventado por Travis), se vio bien reflejada en temas como “Travelling”, composición de Peña, que, por cierto, transmitía adecuadamente ese sentimiento de viaje, esa road movie que es en un plano general la historia de la música americana y que debería ser también a microescala cualquier tema con raíz de blues que se precie.
Bagüés ejerció de soporte seguro para las estructuras de uno u otro estilo, con un Maestre también muy acertado, con una percusión deudora del swing. Watling, por su parte, alternó presencia y ausencia del escenario. Su primera aparición, con la formación al completo en una lenta y delicada versión de “My Favorite Things” que abrió el concierto, dejó el ambiente grave, denso y cálido que constituye ya casi un sello para la actriz y cantante. Curiosamente en “Strawberry Fields Forever”, un tema compuesto para ser cantado y en el que el trío recreó ese mismo ambiente, esa misma densidad del sonido con toques incluso psicodélicos, Watling no compareció, aunque se resarciera más tarde participando en prácticamente todos los temas de la última parte del concierto.
Peña bromeó en algún momento con su identificación con un comercio de antigüedades con el que comparte nombre y, según el músico, también espíritu. El concierto que brindaron los cuatro músicos, con el guitarrista como líder, le da la razón sólo parcialmente. Bien sea por la actualización necesaria de toda versión, bien sea por la forma de mezclar (en un mismo tema y en un bloque de temas) las distintas fuentes de la música americana, el Javi Peña Trío hace que esos sonidos en apariencia antiguos sigan vigentes.