Texto: José Bolívar Durán @culturadelasalsa
Fotos: Txus Garcia
Todo arte es político. Toda música es política. El tema es, claro, cómo decidamos entender y vivir la política; si yacer en la desidia que generan los desgastados liderazgos partidistas, si marchitarse en bares y ‘redes sociales’ con las estériles polémicas y fake news que a diario se publican, o si volver a lo vital que habita en ella, a lo esencial: entender que no es otra cosa que la búsqueda de más y mejores formas para vivir en sociedad. O, como se recordaba en la Bienal de Pensamiento 2022, en la que se conmemoró la obra de Gabriel Ferrater, Joan Fuster y Blai Bonet: ‘la política es el arte y la ciencia de estar bien’. Para no olvidar: ‘el arte y la ciencia de estar bien’.
Y Paquito D’Rivera lo tiene claro… En la música, como sabemos, la política puede expresarse de forma explícita e implícita: John Coltrane y Nina Simone, por citar dos ejemplos, se manifestaron enérgicamente contra diversas formas de violencia, pero también acompañaron sus posiciones y discursos con bellísimas composiciones que generaron grandes cambios musicales y sociales. La buena música está llena de subtextos que subyacen detrás de lo evidente, porque el subtexto no es solo el significado que se alimenta del fruto de la palabra y la melodía, sino también de las asociaciones que evocan las estructuras identitarias, socioculturales, económicas, políticas, etc.
El reencuentro de Paquito D’Rivera y Chucho Valdés en el Palau de la Música Catalana, así como las conversaciones que el saxofonista y clarinetista sostuvo con Más Jazz, evidenciaron la presencia de una narrativa que invita al cambio, al repensar en qué estamos y cómo estamos, a entender que, desde la música y con la música, podemos hacernos preguntas de cómo es la política de hoy y de qué manera nos está afectando. Paquito D’Rivera, homenajeado por el Festival Internacional de Jazz de Barcelona con la Medalla de Oro, además de músico, fue maestro de ceremonias durante el concierto: abrió con agradecimientos y reflexiones en torno al poder dialógico de la música, habló de cada composición y apuntó breves pero importantes comentarios frente algunas realidades de la actualidad.
‘I missed you too!’ (‘¡Yo también te eché de menos!’), el álbum que enmarcó el concierto del pasado 18 de noviembre, es en sí mismo una invitación a encontrarnos de nuevo; rápido hemos olvidado recientes épocas pandémicas y está bien decírnoslo, ¿no? Ahora, en el contexto de la relación entre Valdés y D’Rivera, quienes en su momento hicieron parte de la maravillosa agrupación Irakere, ese ‘echarse de menos’ cobra un sentido muy profundo. Después del exilio de Paquito y las distancias geográficas, emocionales y políticas con la realidad cubana, volver a compartir escenarios con Chucho significa muchas cosas. Más que una reconciliación, es una nueva puerta a diálogos.
‘Es el mejor concierto que hemos tocado hasta ahora con Chucho’, fueron las primeras palabras de Paquito cuando iniciamos el diálogo y, sin duda, el espectáculo fue un reflejo de ello: un público heterogéneo y vibrante, diverso y atento, alegre y, evidentemente, conocedor de los artistas, las influencias, el carácter y madurez de la propuesta de ‘I missed you too!’, lo constataron. La ya leyenda Chucho Valdés en el piano, el magistral Paquito D’Rivera en el saxo alto y el clarinete, un potente Diego Urcola en la trompeta y el trombón, un aplomado contrabajo y bajo eléctrico de José Armando Gola, las modernas pero ancestrales percusiones de Roberto Vizcaíno Jr, y en la batería, el gran Dafnis Prieto. Sesenta años después de su primer encuentro, Valdés y D’Rivera nos han dado un nuevo regalo… les echábamos de menos.
Lo vivido en el Palau podría resumirse también con otra frase de Paquito: ‘en el arte no hay nada previsto, no sabes lo que va a pasar’, en dos sentidos. El primero, la improvisación que fluyó con tanta amplitud y libertad a lo largo del concierto por parte de todos los músicos; el segundo, el carácter narrativo, emocional y político que, con firmeza y gracia, antecedía y explicaba cada una de las composiciones. Narrativo porque hubo una línea, un orden, una historia… el reencuentro; emocional porque en ese reencuentro había múltiples afectos (incluso personales) expresados; político porque se habló con altura y diplomacia, pero a la vez con claridad de los efectos que causa la represión de ciertos regímenes políticos. Arte puro.
En la conversación con Más Jazz, D’Rivera recordaba la famosa frase de José Martí: ‘es criminal quien sonríe al crimen, quien lo ve y no lo ataca’ y, en el concierto, quien estuvo atento pudo percibir que había una postura por parte de él mismo con lo que hoy sucede en contextos donde sistemas políticos fallidos vulneran día a día los derechos humanos. Respetando los músicos que no se manifiestan con ninguna causa, Paquito sí nos dejó su opinión al respecto: ‘…no hay que estar hablando de eso, pero si se tiene oportunidad, hay que mencionarlo. Debemos dejar de ser oportunistas, de intentar quedar bien con dios y con el diablo’.
Así, con magistral sutileza, se interpretó un maravilloso joropo venezolano, La fleur de la cayenne, que nos recordó gran parte de lo que se ha perdido en ese país: no solo en materia de libertad y diversidad, sino de riqueza y esperanza. También Lorena’s tango, Mambo influenciado y Mozart a la cubana, evocando las posibilidades interculturales de la música. I missed you too como un himno al reencuentro y a la oportunidad que tenemos de expresar los afectos. Un Paq-man (apodo que tiene el músico cubano en ese país) cargado con un destacado solo de batería. Y, cerrando, el festivo El majá de vento.
‘Es necesario acercar los músicos a la lectura’, expresaba D’Rivera a Más Jazz porque es evidente que le preocupa la apatía social y política de la actualidad. Y complementaba: ‘un músico puede ser como un burro tocador de montuno… pero cuando te acercas a la literatura, el mundo se abre muchísimo’. Y esa literatura se refleja, repetimos, en la línea narrativa que el artista construyó en el concierto. Y quisimos profundizar en eso, porque poco se ve, y nos encanta: hablar de quién compone, del contexto estético e histórico de los temas. Al respecto, nos recordó: ‘Frank Sinatra hablaba no solo del compositor, sino del arreglista’. Y, claro, eso también lo echamos de menos: el respeto por todos quienes tienen que ver con un espectáculo musical.
En otras ocasiones Paquito D’Rivera ha dicho que ‘el exilio te deja huérfano’, y en el concierto expresó esa sensación apátrida agradeciendo al público: ‘quien escucha música se vuelve familia, y los catalanes escuchan muy buena música y, por lo tanto, son una buena familia; por eso me siento en casa’. En la entrevista, cerraba con esto: ‘la música está en todos lados. Incluso la que es horrible está en todos lados’. Así es. Por esa razón echábamos de menos esta unión, la que multiplica la buena música, el buen mensaje, el necesario espíritu crítico. Paquito D’Rivera en su lectura universal e interdisciplinar de la música nos acerca a todo esto, y más… a recordar que echamos de menos las buenas sonoridades en la actual vorágine de tantas músicas vacías, a asumir posturas en defensa de los derechos y las libertades, y a echar de menos la verdadera política: ‘el arte y la ciencia de estar bien’.