Texto: Alicia Población
El Café Berlín era conocido como un club de jazz hasta que Andrés Pato Almada tomó las riendas de la sala y la transformó en, como él mismo dice, un club de música en el sentido amplio. De esta manera, Pato consiguió que la clientela del Berlín creciera generacional y estilísticamente al programar conciertos de música que iban desde el flamenco y el jazz hasta el folk, rock, pop e incluso funk, subiendo al escenario a grandísimos nombres como Paco de Lucía, Tomatito, Jorge Pardo o Chano Domínguez.
El pasado 16 de enero también tuvimos la oportunidad de ver en las tablas del local a otro gran nombre de la música. En esta ocasión, de la música cubana. Alain Pérez es, no solo un excelente bajista, sino también percusionista, pianista, cantante, compositor y arreglista. En 2021 fue ganador del Latin Grammy en la categoría de Mejor Álbum Tropical junto a Issac Delgado, con quien dio el salto en su carrera musical, y la Orquesta Aragón. Cultivador y defensor de la salsa, la timba y el latin-jazz, Pérez trabajó con Chucho Valdés en Irakere así como con Celia Cruz y con Paco de Lucía, a quien le fascinó su manera de tocar el flamenco.
Con una biografía musical como esta, el concierto del pasado lunes no podía dejar indiferente a nadie. Pérez se acompañó de su orquesta. Más de una decena de músicos jovencísimos tocaban a ritmo latino junto al cubano que, en esta ocasión, solo cantó. ¡Solo! Su voz, poderosa y llena de quiebros que bailaban al compás de la clave de son, nos hacía bailar a todos sin dejar que ninguna cadera fuera a destiempo.
Contó también con invitados como Big Lois y Original Elias, con quienes acaba de sacar un nuevo tema, Kderona, y con la bailaora flamenca Sarita, que se comió el escenario con sus taconeos a ritmo de timba. También lo acompañó Israel Suarez conocido como “El Piraña”, que hizo un dúo espectacular con el percusionista del grupo y su cajón. La orquesta sonaba a disco. En parte se notaba el mimo en la sonorización de cada uno de los instrumentos, que no quedaban demasiado por encima ni por debajo de otros, empastando en su justa medida tal y como pedían los temas. Sin embargo, la calidad musical estuvo presente durante toda la velada, denotando un conjunto de artistas que, no solo lleva el ritmo y la música de raíz corriendo por sus venas, sino que saben perfectamente lo importante de tocar juntos bajo un mismo groove.
El cubano nos regaló también temas más cantables, como Modo avión, del cantautor Juan Antonio Gómez, y no faltaron las menciones al saxofonista Román Feliú, quien se encontraba en la sala con otros grandes nombres de la actualidad musical cubana en Madrid como el pianista Pepe Rivero. Mientras tanto, en la sala se creaban corrillos para disfrutar al tiempo que sonaba la banda de quienes mostraban su increíble baile de salsa cubana por parejas.
Alain Pérez supo, una vez más, poner en común a las personas. Su música nos llevó al baile y sus coros nos incitaron a cantar a voz en grito entre miradas cómplices. Esa empatía salpicada de risas que nos regaló el cubano nos concilió como seres humanos, que es, al fin y al cabo, lo que hace la música.