Texto. José Bolívar Durán / Fotografías: Bernat Casasnovas
El concierto del viernes 4 de Junio en el Claustre del Carme de Maó se aplazó por las lluvias. El del sábado 5 se mantuvo, pero, también por el clima, tuvo que realizarse en el Teatre de Calós cuando originalmente se pensó al aire libre: en la Plaça de Sant Joan de Ciutadella de la bella Menorca. Frente a los imprevistos, la banda Balkan Paradise Orchestra realizó dos presentaciones el mismo día y en espacio cerrado. Sin embargo, a pesar de los cambios, los conciertos llegaron con la alegría y la calidad esperada; la fuerza de la música y el paisaje que ofrece el cielo y la naturaleza menorquina, fueron trasladados al Teatre de Calós por la agrupación barcelonesa en el Menorca Jazz Festival. Sus once integrantes y un maravilloso público que supo adaptarse a las dificultades climáticas y pandémicas, hicieron que los recitales estuvieran cargados de un ambiente enérgicamente festivo.
Balkan Paradise Orchestra, banda que nació en 2015 en las calles y parques de Barcelona con su propuesta que tiene como base la música balcánica pero que estudia y fusiona ritmos que van desde la música catalana hasta el rock, pasando por influencias de la música clásica y el flamenco, ofreció dos recitales en los que no sólo la música fue protagonista, sino el baile. Coordinadas y muy bien articuladas coreografías acompañaron el concierto, a lo que la mayoría del público, respetando las normas de bioseguridad, tuvo la voluntad de sumarse, y bailar: en su puesto, con las mismas distancias, sin moverse del lugar, la mayoría de asistentes (especialmente los niños) se movieron al ritmo de las bailarinas y sus instrumentos. En el espectáculo de la agrupación se vibra con la música y con una propuesta de danza en la que hasta los instrumentos son utilizados: trompetas, clarinetes, trompas, tubas y percusiones no sólo son ejecutadas, sino que cada una de las integrantes de la banda las integran a sus movimientos.
Algunas integrantes de Balkan Paradise le contaron a más JAZZ cómo se había iniciado este proceso: “empezamos con que cada una bailaba por su lado siguiendo el ritmo, lo que sentía, pero rápidamente observamos que podíamos incluir una coreografía que acompañara la propuesta musical”. Y bueno, la propuesta musical… sin duda y, como lo afirman ellas mismas, las influencias de Emir Kusturica y Goran Bregović han inspirado su trabajo (de hecho en sus inicios versionaban algunas de sus composiciones). Sin embargo, con el tiempo y como se refleja en su segundo álbum, “Odissea”, sólo interpretan temas propios; salvo “Ausencia”, canción que ya conocíamos por la gran Omara Portuondo. Y éstas composiciones fueron llevadas al Menorca Jazz Festival con una abierta y alegre receptividad del público. Bernat Casasnovas, presidente de Jazz Obert, en conversación con más JAZZ, precisaba que “existían críticas hacia el festival por el hecho de llevar también propuestas musicales que no necesariamente se enmarcaran en la música jazz, pero que la concepción de apertura, de ser un festival abierto, les llevaba a mantener la intención de articular en el festival el jazz con otros géneros”. Y por lo visto, el resultado es un gran acierto.
Balkan Paradise, banda que también ha participado en otros festivales de jazz en lugares como Turquía y Alemania, presentó un repertorio cargado de una explosiva fuerza que recuerda el ímpetu y el ambiente festivo de la música balcánica. El recital se abrió con “Cotnes”, un tema cargado de una atmósfera arraigada en las coloridas e itinerantes fiesta gitanas; siguiendo con “Essence”, un balcánico más intenso acompañado de una coreografía en la que ya el público empezaba a moverse en sus sillas; luego “Amchoor” y el protagonismo del alegre y místico clarinete articulado con fusiones modernas; y “Manea cu Voca”, en el que las voces, además de los instrumentos y el baile, salieron a relucir en el escenario… hasta aquí, un público que aplaudía en su sitio, sentado…
Después vino “Unza Unza time”, tema con el que para algunas personas fue inevitable ponerse de pie y seguir los compases, las percusiones, hasta los pequeños pero explosivos silencios que brinda la música balcánica. Luego “Trubalkan” y “Pingu” en una línea parecida, llegando a la dulce y maravillosa versión de “Ausencia” y al reflexio e introspectivo “Low”. Y de repente la vuelta de la alegría y el baila con “Da mas over”, “Disco” y “Chara”. Inevitable resaltar la dulce y entrañable fusión que hicieron al final del concierto con la canción “La masovera”, propia de la cultura catalana en la que una mujer realiza las compras de la semana y, a la vez, lo va narrando.
Balkan Paradise es una banda que invita a la alegría pero también a la tradición. A la fusión, pero a lo que permanece. El sello del Menorca Jazz Festival se mantiene gracias a su apertura, a su equipo que de forma voluntaria se entrega para que la comunidad tenga acceso a estos espectáculos, a un público menorquino que disfruta y que poco a poco ve que el turista también asiste a los conciertos.
Hace unos días, después del concierto que homenajeaba al músico LLorenç Torres Nin (1887-1964), un menorquí de Sant Lluís, la organización Jazz Obert agradecía en sus redes sociales el apoyo del público durante todo el festival. Sin embargo, estamos seguros de que el público está de igual forma agradecido. El local y el que poco a poco va conociendo el Menorca Jazz Festival: un espacio abierto en el que el jazz es el protagonista, pero en el cual también convergen propuestas que buscan llegar a todo aquel que ama la música.