Charles Lloyd, la leyenda del saxo que no cesa de batir récords

Fotografía recuperada de : https://charleslloyd.com/

Texto: Eduardo De Simone

@eduardodesimone

El saxofonista de Memphis fue elegido en las principales categorías de la encuesta que anualmente realiza entre críticos de jazz la revista norteamericana DownBeat. Se presentará el 28 de julio en España, como gran cierre del Festival L’Estertit en la Costa Brava.

A sus ochenta y siete años, Charles Lloyd no se conforma con haberse convertido en leyenda viva, reverenciado por músicos de todas las generaciones. Junto con Sonny Rollins (que ya no puede tocar en vivo) y Benny Golson son los grandes budas sagrados del saxo.

Lloyd acaba de batir un récord en la encuesta anual de críticos de jazz que convoca la revista norteamericana DownBeat. Se llevó los votos para ingresar en el Hall of Fame, fue declarado artista de jazz del año, saxofonista tenor del año y su reciente disco The sky will still be there tomorrow, editado por Blue Note, fue escogido como el álbum del año. Nunca en los noventa años que esta publicación especializada lleva realizando la encuesta se había verificado un acontecimiento semejante.

En el pico de su gloria Charles Lloyd se presentará en España, más precisamente en el Sea Jazz L´Estartit, que tendrá lugar en ese balneario de la Costa Brava a fin de este mes. El 28 de julio Lloyd irrumpirá en escena con su trío más reciente –Larry Grenadier en contrabajo y Eric Harland en batería- más el agregado del notable guitarrista Jakob Bro. El festival tendrá otros platos fuertes, como el pianista Emmet Cohen con su trío, en la previa del show de Lloyd, y la banda de latin jazz dirigida por Chucho Valdés y Arturo Sandoval, que están listados para el día anterior, el 27. También serán de la partida la saxofonista Lakecia Benjamin y el quinteto Artemis, artistas mujeres de altísimo nivel, entre ellas Renee Rosnes en piano, Allison Miller en batería e Ingrid Jensen en trompeta.

Las distinciones de DownBeat para Lloyd se remontan a 1967, cuando obtuvo su primer galardón como artista del año. Eran tiempos revolucionarios para la interacción entre el jazz y el rock (pero no confundir con el jazz rock o fusión que sobrevendría después) y Lloyd fue el primer artista de jazz en presentarse en el reducto habitualmente rockero de Fillmore West.

Para ese entonces ya había editado su segundo disco, Forest Flower, a través de la etiqueta Atlantic, que resultó ser una de las primeras grabaciones de jazz en vender un millón de copias.

Sin saberlo entonces, se había convertido en el “descubridor” de Keith Jarrett, joven pianista que incorporó a su grupo junto a Cecil McBee en contrabajo y Jack DeJohnette en batería. En rigor de verdad fue DeJohnette quien lo escuchó antes que nadie en una serie de sesiones junto a los Jazz Messengers de Art Blakey y de inmediato se lo recomendó a Lloyd. DeJohnette, que además de baterista también es pianista, se convertiría en uno de los integrantes del trío más reconocido de Jarrett, junto a Gary Peacock en piano.

La presentación del mencionado cuarteto de Lloyd en el Fillmore West detonó numerosas colaboraciones con músicos del rock, entre ellos The Doors, Byrds y Grateful Dead. La hiperactividad de aquella época lo llevó a ser el primer artista de jazz en ofrecer un show en la entonces Unión Soviética, concierto que tuvo lugar en 1970 y que quedó registrado en un disco lanzado por Atlantic.

Aunque había alcanzado una cima de éxito indiscutible, Lloyd desapareció de escena a fines de los setenta para regresar con toda energía e innovación en su faceta de compositor hacia fines de los ochenta, cuando firmó para el sello alemán ECM, donde grabó álbumes extraordinarios junto a Brad Mehldau, Geri Allen, John Abercrombie y Jason Moran, entre otros.

Hace diez años cambió su mirada y cerró trato con Blue Note. Allí publicó algunos discos de alto vuelo, entre ellos el mencionado The sky will still be there tomorrow, ahora distinguido por DownBeat. Fue lanzado como parte de la celebración por su ochenta y seis cumpleaños y en la sesión participaron Jason Moran en piano, Larry Grenadier en bajo y Brian Blade en batería. El disco incluye homenajes a sus admirados Thelonious Monk, Booker Little (su amigo de la adolescencia) y Billie Holiday. “Escuché a Lady Day en la radio cuando tenía ocho o nueve años y me enamoré de ella, y tuve la ingenua noción de que quería casarme con ella y cuidarla y conducirla en un largo y sinuoso camino. Todavía no podía alcanzar el pedal del embrague. ¡Grandes sueños! Pero bueno, no llegué a Nueva York a tiempo”, le dijo risueño a DownBeat en referencia a la icónica cantante.

También reveló que está preparando algún tipo de tributo a la gran pianista Geri Allen, de quien está escuchando varios archivos con música acaso inédita. “Geri vino a verme por primera vez una vez cuando estaba tocando en Nueva York en el Knitting Factory. Se me acercó y me dijo: necesito tocar contigo. Fue tan condenadamente sincera y profunda así que dije, bueno, está bien. Bienvenida. Entonces nosotros comenzamos tocar juntos en un cuarteto con Eric Harland y diferentes bajistas”.

Reivindica la ternura como uno de los elementos más estimulantes de sus recientes viajes musicales. Así lo definió en el El País años atrás: “La ternura, eso es lo que el mundo necesita. A menudo me llegan con que mi música es demasiado blanda. Lo que es, es tierna”.

Basta con escuchar su vocación por contagiarse de ecos de gospel o del hechizo del blues para certificar que es capaz de dejar en trance a cualquier audiencia. O si se quiere, atender a su versión de “La llorona” en el disco I long to see you junto a Bill Frisell y un gran quinteto para comprobar que la dulzura de su sonido es la contraseña para descifrar la actual etapa de una carrera que aún no tiene previsto concluir.

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