Texto de José A. Montero / Fotografías de María Ramos
El pianista jienense presentó ‘Continente 27’ en la programación matinal del 41 festival de Jazz de Cartagena.
Dijo Forrest Gump que la vida es como una caja de bombones, lo que no dijo es que pasamos el tiempo a mordisquear todos los bombones experimentando todas las combinaciones posibles de esas veintisiete emociones que dicen que forma el catálogo básico del ser humano. Como dijo Van Gogh, esas pequeñas emociones son las grandes capitanas de nuestras vidas a las que obedecemos sin darnos cuenta.
De ellas sabe mucho el pianista Chico Valdés, no en vano ha titulado a su último trabajo ‘Continente 27’, en el que cada canción muerde, o más bien da pequeños pellizcos en muchas de ellas. Con este buen surtido de emociones se presentó ante el público que completaba el aforo de la Terraza de ‘El Batel’ el pasado domingo dentro de la programación diurna del 41 Festival de Jazz de Cartagena.
Acompañado en la percusión cómplice por Guille Cortés y en la voz multiplicadora de Belén Vega, Chico Valdés arrancó la sesión con ‘Sueño a Lorca’, un inspirado tema que apoyado en ‘La Leyenda del Tiempo’ y ‘La Tarara’ descubre nuevos horizontes, creando nuevos diálogos que iban llegando a los cerebros del público al ritmo de la brisa de la bahía de Cartagena.
Melodías que beben de Federico García Lorca y de Manuel de Falla, pero de mil fuentes, de Lole y Manuel, de Camarón, de los hospitales, de las calles de Madrid y de Sevilla, de los olivares de Jaén. Mil fuentes, las de Priego de Córdoba, que riegan las manos de Chico Pérez cuando camina o cabalga sobre el piano.
Extraño. Pero también sonó a Chucho Valdés. Quizá porque la noche anterior el genio cubano actuó en el Nuevo Teatro Circo. Por la puerta se vio a Chico ilusionado por acudir a la cita del maestro. Tras el concierto acudió al camerino y quizá algo del Caribe se quedó prendido.
Bulerías, colores, pino verde, palabras que se fusionan con la brisa y huelen a aceituna. Con el paso del tiempo Chico Pérez va siendo ese pianista con poso y con el reposo necesario para saber que su tiempo ya está aquí, que dejó de ser promesa. Hasta las ‘Gruserías’ van tomando cuerpo con el tiempo y cada día suenan con más aroma y cuerpo, decantando momentos brillantes de diálogos puramente jazzísticos con Guille Cortés.
Manantial de fuente clara. Todo fluye en el piano y en el escenario. Quizá valga como resumen escueto, certero y sincero, la frase que Belén Cortés dirigió fuera de micro a las primera filas: “¿A qué toca bien?”. Ahora es el momento de la admiración, el aprecio estético, la diversión, el asombro, la calma, el anhelo, el embelesamiento, la emoción, el interés o la alegría. En apenas dos años Chico ha crecido lo suficiente para que muy pronto ocupe su espacio en los grandes escenarios.