Texto: Jaime Bajo
Cuando buena parte de la escasa atención mediática que suscita el flamenco en nuestro país se encuentra focalizada en destacar las virtudes (innegables) del nuevo trabajo de Israel Fernández junto a Antonio “El Relojero” –Por amor al cante– o en fijarse, en base a su originalidad, en las propuestas de flamencos heterodoxos herederos de la escuela iconoclasta de Enrique Morente como las de Perrate -junto a Za!-, El Niño de Elche -ya sea junto a Toundra en Exquirla o bajo el respaldo de Sumrrá con el auspicio de Jazz Vitoria-, Rocío Márquez & Bronquio, Rosario “La Tremendita” o María José Llergo, el tándem creativo que conforman el guitarrista Juan Gómez “Chicuelo” y el pianista Marco Mezquida se afianza álbum tras álbum, alcanzando su punto acaso más álgido con este tercer trabajo de título “Del alma”.
Un encuentro más o menos casual que quedó plasmado en el seminal Conexiones (2017), que introdujo al tercer componente en discordia, el percusionista Paco de Mode, en el exquisito No hay dos sin tres (2019) y que culmina la trilogía en Del alma, el fruto de envíos cruzados de bocetos de canciones -la repleta agenda de ambos obligaba a ello- y cuyo proceso se vio materializado en la grabación que tuvo lugar en tres jornadas de junio de 2024 en los estudios Sol de Sants de Barcelona. Siete composiciones originales de regusto mediterráneo entre las que caben palos de ida y vuelta como soleás, guajiras, rumbas o seguidillas que, sin necesidad de inventar la pólvora, fluyen con naturalidad y soniquete -el “groove” flamenco- entre el clasicismo de Chicuelo y la prestancia y modernidad que Marco le imprime a cada una de sus múltiples grabaciones de estudio y directo.