Populismo musical bien entendido.
Por Jaime Bajo. Fotos cedidas por Noches del Botánico.
Noches del Botánico, un evento veraniego en el que la música de raíz afroamericana va ganando presencia, nos convocó a una de esas citas que todos los amantes de la música negra nos marcamos en rojo en el calendario. Dos artistas a los que podríamos calificar de JASG (jóvenes, aunque sobradamente groovies) por su inequívoca vocación al baile y su predisposición al jolgorio colectivo sin olvidar las que fueron sus raíces. El góspel en el caso de Cory Henry, el jazz apertusita y festivo de Nueva Orleans en el de Trombone Shorty.
No supuso un gran hándicap para Cory Henry & The Funk Apostles la caída de un árbol sobre el graderío que ocasionó un retraso de una media hora sobre el horario previsto y la pertinente intervención de los bomberos, porque desde el primer instante se mostró como un perfecto maestro de ceremonias invitando a todos los allí presentes a bailar. A TO-DOS, insitió.
Cory Henry no engaña a nadie: lo suyo es un ejercicio de revival disco-funk con voluntad de hacernos mover el esqueleto. Su repertorio y planteamiento no varió en exceso de aquel con el que no obsequiara en su actuación de noviembre en la sala Clamores, si bien reduciendo considerablemente la cantidad de versiones (Marvin Gaye y Funkadelic fueron sacrificados en esta ocasión). Las hubo, claro, como el clásico de “Stayin´ alive” de The Bee Gees, que tan buena acogida tiene en directo y de la que realiza una versión extendida con sus dos coristas repitiendo ese fraseo hipnótico y desesperado que reza en repetidas ocasiones “life going nowhere, somebody help me please”.
De Cory Henry pueden asombrarnos varios factores. La intensidad que le aporta cuando clava sus dedos en el órgano hammond B3 con ese Leslie de vibrato tan característico. El manejo de la situación que tiene para compatibilizar la interpretación de una melodía con su mano derecha y la supervisión de su banda con la mirada. La capacidad de hacer a cada componente de la misma protagonista, mención honoris causa para el teclista Nicholas Semrad -autor de un prodigioso solo y cuya intervención permite a Henry liberarse del órgano para cantar o improvisar algún baile-. Un espectáculo, en definitiva, de fuerte impregnación góspel -sirva de ejemplo el muy coreable estribillo de su recién estrenado Ep “Art of Love”, “Our affairs”, que clama “el cielo es el verdadero amor”- y que caldeó el ambiente para que Trombone Shorty lo hiciera enardecer apenas unos minutos después.
Bien es cierto que al neorleano Troy Andrews a.k.a. Trombone Shorty no le hubieran hecho falta teloneros para saber ganarse al público desde que irrumpe en el escenario. Su puesta en escena, el carisma que derrocha y la disposición de todos los elementos sobre el escenario -situando los vientos en primer término o enfrentándoles en un duelo con el bajista según lo requiera la dinámica de la canción que interpreten- nos invita a comprender que Shorty ha entendido bien lo que el “show business” requiere de él para abrirse camino como “entertainer”. Desde sus poses exhibiendo trompeta y trombón hasta la iluminación del bajo, no hay nada que parezca haberse dejado al azar.
Y en esa coctelera desenfrenada de jazz de Nueva Orleans aliñado con funk, rock y soul, tiene cabida desde un pretendido guiño a nuestro país con la versión de “Livin´ la vida loca” de Ricky Martin tras felicitar a su compañero de banda, el saxofonista BK Jackson, guitarras afiladas aquiriendo todo el protagonismo -a veces en detrimento del sonido, pues se prefirió que ese fuera algo más sucio y menos brillante por momentos-, el infalible truco del soplido circular de Shorty con su trompeta sobre “Hurricane season”, y un popular medley donde caben desde el “Where it´s at” popularizado por Beck hasta “Give it away” de Red Hot Chili Peppers pasando por el “I want you back” de The Jackson Five sin que el espectáculo global se resienta o chirríe. Reservó como eclosión final para el bis una irrupción sobre la platea para conseguir que todos terminásemos coreando el estribillo y nos llevásemos un recuerdo imborrable de una velada en la que brincamos y gozamos de lo lindo con el “populismo musical” de Shorty y su compinches de la Orleans Avenue.
1 comentario en «Cory Henry y Trombone Shorty (Real Jardín Botánico Alfonso XIII, 18/07/2018)»
Cory Henry no canta bien, alguien debía decirlo y hacérselo saber 🤭