Texto: Adrián Besada
El jazz patrio ha sabido explorar y explotar infinidad de recursos para hibridad, fusionar y repensar el jazz desde diferentes enfoques, sin embargo, desde hace algunos años, la tendencia ha sido la de homogeneizar. Se han establecido ciertos cánones estilísticos y técnicos que hacen que muy pocas propuestas sean realmente sorprendentes. Actualmente, en el panorama jazzístico, la tendencia ha sido en ir hacia corrientes como el soul, el R&B o el hip-hop, por lo que cada vez resulta más complicado encontrar proyectos que pongan el foco en ideas románticas como lo tradicional o lo poético.
Esto es precisamente en lo que basa su música Pecesquelaguarechaza, en una mirada actual y jazzística a la música tradicional chilena y el canto a lo poeta, siempre bajo la mirada del jazz contemporáneo, la investigación y la creatividad. Para saber el cómo y el porqué de este grupo hablamos con Daniel Román, guitarrista y compositor chileno germen de este cuarteto, que nos habla del proyecto y de su peculiar forma de abordar el jazz en particular y la música en general.
La primera pregunta es obligada, ¿por qué este nombre?
El nombre esta inspirado en una película de Lucrecia Martel llamada “Zama” y te cito el fragmento textual, porque me pareció trascendente en muchos aspectos: “Hay un pez que pasa la vida en vaivén, luchando para que el agua no le eche afuera, porque el agua le rechaza, el agua no le quiere. Estos sufridos peces, tan apegados al elemento que les repele, emplean todas sus energías en la conquista de la permanencia. Nunca les vas a encontrar en la parte central del rio, sino en las orillas” dice. Como me interesa la tradición del canto a lo poeta y las décimas, me pareció interesante construir un nombre de 8 sílabas emulando las cuartetas y la tradición literaria de las llamadas décimas Espinel, citando de alguna manera aquel fragmento de la película. Ahora el nombre, finalmente un oxímoron, remite a una imagen imposible. Hay gente que derechamente se ríe, me imagino que porque es una frase que de alguna manera interpela y es contradictoria, o absurda hasta cierto punto, pero para nosotros representa una mirada de la música como inmersión y del artista como un sujeto que no se encuentra jamás del todo confortable en la materia que trabaja. La música podría ser la respuesta a la limitación de las palabras y la experiencia tal como la conocemos. La poesía en esto es ejemplar. Nos recuerda que las palabras son una limitante, un material necesario, pero también un vehículo para crear esos lugares imposibles, desmontando esta idea del lenguaje como mera herramienta de comunicación. En la película de Martel se habla de la “conquista de la permanencia” y, en ese mismo sentido, todos luchamos en un medio hostil. De una u otra forma, todos somos peces que el agua rechaza. No se quien se puede sentir tan cómodo en el mundo, o en las palabras, o en la música, o en la pintura, como para no sentir que habitar esos sustratos requiere, necesariamente, de una “conquista”. Es un nombre agonístico y nuestra música también da cuenta de eso. Estamos, al igual que el pez, “apegados al elemento que les repele”.
Ya habéis pasado por diferentes formatos, ¿cuál es la concepción original del proyecto, dúo, trío, cuarteto? ¿De dónde nace, quiénes sois?
El proyecto original es un dúo. Jorge de los Santos y yo. Jorge, nacido en Cáceres, es un baterista y un pianista con mucho talento. Absolutamente dispuesto a explorar. Sumado a eso es tremendamente hiperactivo y como compositor siempre aporta una mirada general de lo que hacemos que permite que las cosas no se nos vayan de las manos. Las exploraciones deben, de alguna manera, volver de su extrañamiento y en eso Jorge es más reflexivo y razonable. Por bromear le digo que somos como Thelma y Louise, las chicas de la peli que terminan lanzándose en un descapotable de la mano al abismo. A Jorge le agradezco infinitamente su compromiso férreo al proyecto y su voluntad inquebrantable. Yo, por otra parte, soy un compositor y guitarrista chileno que actualmente vive en Madrid y tuve en Chile un grupo llamado MECHA del cual era el compositor y guitarrista. Fue el germen de peces, o su antecesor, en muchos sentidos. Con los amigos y maestros de MECHA aprendí muchísimo. Hugo Rojas, Alejandro Rivas, Nicolás Ríos y Ximena Rodríguez, también creyeron en mis composiciones y el trabajo con instrumentos autóctonos abordados desde una mirada más contemporánea.
Respecto al número de integrantes y el propio nombre, siempre ha habido un interés por sacarse de encima esa autoridad del nombre, tan potente en el jazz, y hacer circular un proyecto por donde otros también puedan transitar. Hemos trabajado con Cesar Filiú, magnífico en todos los sentidos posibles y con Fernando Lamadrid que, a estas alturas, podríamos decir que nos ha apadrinado. Pero no descartamos otros instrumentos ni otros músicos, según lo consideremos necesario.
Es fácil escuchar en vuestra música muchas influencias, pero las composiciones mantienen una coherencia estilística y sonora, ¿cómo componéis?, ¿cómo es el proceso creativo y musical?
En principio cada canción trabaja una materialidad particular. Me interesa muchísimo la propia sonoridad de los instrumentos de Chile: guitarrón chileno, tarkas, toeres, etc. mas que para llevarlos a un lenguaje particular para elaborar desde su propia lógica nueva música. Ejemplo claro son las tarkas, que son estas cuatro flautas que se tocan simultáneamente no respetando su sonoridad o alturas, sino replicando una gestualidad particular, sin importar el resultado sonoro. Eso a mi me parece cautivante, e intento extrapolarlo a la guitarra y utilizarlo como fondo para la improvisación. Te podría decir que intentamos atmósferas extraídas de la propia sonoridad de los instrumentos autóctonos de Chile, con improvisación en la tradición del jazz y a veces algunos poemas. En una composición reciente tocamos sobre el discurso de Elisa Loncón que da al ser nombrada presidenta y fue un desafío captar la musicalidad y la rítmica de un idioma que es desconocido para nosotros. Pero, a partir de la escucha y poniendo muchísima atención a la respiración, pausas e intención del discurso, se fue abriendo, tanto en Jorge como en mi, una forma de interpretación que nada tiene que ver con lo aprendido anteriormente en escuelas o conservatorios. ¿Cómo acompañar un discurso con instrumentos musicales desde la propia escucha e intentando replicar esas palabras sin entorpecer su propia musicalidad? Estos desafíos nos parecen apremiantes y desafiantes como músicos. César (Filiú), por cierto, se acopló rápidamente a la exigencia, por su calidad musical y porque también ha explorado sonoridades “extra musicales” incursionando en elementos que derechamente podemos considerar como ruidos, pero siempre con una musicalidad increíble y al servicio del proyecto. Sin Fernando (Lamadrid), ciertamente, esto se derrumbaría completamente y ni hablar de su calidad musical y humana. Estamos felices de tocar con ellos. A cuarteto nos hemos sentido tremendamente a gusto y con mayor libertad.
¿Qué creéis que es lo más interesante de lo que hacéis?
Siempre he escuchado que en la música ya está todo hecho. Me parece que el compositor, si atiende a su propia voz y, por lo tanto, a su propia biografía siempre podrá encontrar cruces inesperados y relaciones auténticas. Por otra parte, creo que la autenticidad tiene mas que ver con deshacernos de aquello que nos limita que con esperar algo así como una iluminación. Una querida amiga decía que eso de la página en blanco es un mito. La página está completamente desbordada, solo hay que trabajar en aquello que impide la escritura, en permear los límites que la contienen. Me parece también que hay algo común a las músicas tradicionales como el blues, el flamenco, el canto a lo poeta y el jazz, que es la oralidad y la memoria como recurso principal en la creación y reproducción de estos lenguajes musicales. En el canto a lo divino vas recitando décimas, acompañado por el guitarrón y todo ocurre desde la memoria y sin ninguna partitura de por medio. Creo que el jazz y la música improvisada en general, apela a esta interrupción del ojo, de la mirada y de la propia razón, para ingresar en estados mas cercanos a la meditación, tremendamente introspectivos. Supongo que la búsqueda de ese estado en la música es absolutamente necesario y hasta cierto punto, justifica esta forma de hacer música, por sobre otras que son funcionales a elementos externos. Creo que lo que más nos interesa hacer, lejos de esperar un resultado musical estable, es propiciar estos momentos, para que aparezca lo inusitado. Esto, sin duda, puede ser muy poco atractivo para algunos, pero para nosotros, a estas alturas, es una exigencia.
La música en directo ha sufrido mucho en los últimos dos años, ¿Cómo veis la situación del jazz en general y cómo os veis a vosotros mismos dentro del panorama? ¿Qué es lo más difícil a la hora de sacar adelante un proyecto como este?
En alusión al nombre y considerando la conquista de la permanencia, la situación nos parece estable dentro de su gravedad. Me imagino que todos intentamos vivir y no solo sobrevivir de la música. Hay por supuesto un mainstream en el jazz que, aunque no lo parezca, es un circuito bastante conservador en muchos aspectos y entonces ahí estamos un poco al margen, ocupando los espacios disponibles para seguir haciendo música y entendiendo que la necesidad de atraer público a las salas de concierto tiende a homogeneizar la oferta musical. Afortunadamente Madrid es tremendamente rico en multiculturalidad y en el mundo del jazz te encuentras con músicos que traen sus propios universos sonoros y culturales desde diversas partes del mundo, enriqueciendo el jazz que aquí se produce y esto empuja un poco a los programadores a abrirse a nuevas propuestas musicales. De cualquier forma, siempre hay amigos y gente inquieta que gusta de nuestra música y que se van muy encantados de nuestros conciertos. Apostamos, ciertamente, por la calidad de lo que hacemos, por los músicos que somos y por la valentía de la propuesta. Por cierto, nos da la impresión de que componer nuestra propia música, especialmente cuando en la mayoría de los conciertos de jazz se tira de standards, tiene un plus que acá en Madrid genera mucho interés. En general los programadores quedan encantados con nuestra propuesta y no hemos tenido dificultades en conseguir conciertos. Nos encantaría, por supuesto, poder acceder a instancia mayores, como festivales en España y el resto de Europa, y dar a conocer nuestra música por todo el mundo.
Ya os han acogido en el International Jazz Day de Madrid y en el Festival de Jazz de Madrid, ¿cuál es la siguiente parada? ¿Dónde os gustaría tocar?
En concreto nos interesa conquistar todos los lugares de jazz emblemáticos de Madrid: Café Central, el Café Berlín, etc. y de España en general. Los festivales de jazz son, sin duda, lugares deseados, pero llevamos menos de un año tocando regularmente acá en Madrid y sabemos que los espacios se ganan lentamente y trabajando muchísimo.
¿Tenéis planeado sacar algún disco o alguna grabación audiovisual con la nueva formación próximamente?
En diciembre tenemos pensado grabar nuestro primer disco como grupo a que se llamará “labio”. Hasta el momento está pensado para cuarteto, pero también grabaré cantos a lo divino y la guitarra traspuesta. Serán 6 o 7 temas originales grabados con muchísimo amor e intentando entregar la máxima calidad.