Texto. Federico Ocaña
Contener en apenas un minuto y medio una pista, un álbum, un estilo. Parece sencillo, pero sólo se consigue con un estilo perfilado, un álbum coherente, sin fisuras, y pistas trabajadas y pensadas con cada músico. Blessed are the Weird People, de DJ Toner Quartet, consigue transmitir estas tres difíciles cualidades en un disco que, con este presupuesto, convence con una propuesta donde destacan los pequeños detalles. Cada tema evoluciona desde ese minuto y medio, una metáfora, en realidad, que refiere al conjunto de recursos, de timbres, que marcan la pauta rítmica y armónica, siempre a la espera de las pequeñas sorpresas que ofrecen las mezclas.
Funciona el disco como un diálogo entre ecos: cada melodía se instala a base de repeticiones y se esfuma antes de que se puede agotar su desarrollo -o agotarnos en él. Da la sensación, por tanto, de ser cortes que siempre hubieran estado ahí: distintas emisoras, distintas instalaciones, paisajes sonoros, de una duración máxima de cuatro minutos, en los que se ofrece una perspectiva concreta, un momento de la evolución. Entramos en los temas in media res y los dejamos para que se abran a otros nuevos, lo que da una sensación atmosférica, de vuelo permanente, un vuelo liviano: no el golpeo del sonido contra el muro, sino su reverberación, como decíamos, su eco.
Escoltan en este diálogo a Antonio Herrera (DJ Toner), como integrantes del cuarteto, Marc Ayza, Chick Juárez y Alfonso Alcalá. Con más lucimiento, por lo general, del primero, en temas como “Blessed People”, quizá uno de los temas más ricos del álbum, o “The Lost Memory”, donde el diálogo y la creación de matices son más atrevidos, es de destacar el peso de los otros tres miembros, visible por ejemplo en “Gm79”. Son relevantes también las colaboraciones, donde encontramos a tres músicos con una querencia especial para la experimentación, la fusión y la disolución de fronteras entre estilos.
En Erik Truffaz, todo un pionero de la fusión entre electrónica y jazz, presente en “Kintsugi”, “Affective Computing” y “Natural Love”, escuchamos el entendimiento intachable de la función minimalista del instrumento solista (la trompeta, en este caso) en la conformación de un ambiente, interviniendo pasados unos compases para quedarse posteriormente sosteniendo la melodía, dialogando en distintas frecuencias, con precisión siempre. Truffaz consigue poner vida, drama, en el fondo sonoro con muy poco. Puede sonar sencillo, pero es, quizá, lo más complejo. Qué decir de Jorge Pardo: su flauta en “Coming soul” nos evoca puro disfrute, como toda pieza que toca, creciendo desde los inicios del tema con el bajo y el teclado y con libertad plena en lo que resta. Y, por último, la frescura (por su juventud y porque su presencia ahonda aún más en la actualidad de este trabajo discográfico) de Lian Faz, en lo supone un acercamiento a la música urbana, particularmente acentuado en el de los primeros minutos de “Dream Gang”, más indirecto en “Can You Hear Me”, donde el fraseo, algo más constreñido por el beat y el bajo, ejerce por momentos como eclosión de un efecto más. Es, en todo caso, una voz cercana en su timbre también al R&B y soul, que modula con calidez particularmente en el intercambio con el teclado en este mismo “Can You Hear Me”.
El conjunto suena percusivo sin agresividad, con las bases integradas como un instrumento más. El esfuerzo de los músicos, en ese sentido, es notable, porque la producción, como no puede ser de otra manera dados la influencia del hiphop y el buen hacer de DJ Toner en la introducción de los efectos, suena moderna, pero consigue esta frescura también gracias a las interpretaciones particulares. Loops de trompeta, sordinas, leitmotivs del piano rematados con un acorde que se queda suspendido, el acompañamiento impecable del bajo, nos recuerdan que los efectos estaban ahí antes de las mezclas y que estas pueden romper géneros manteniendo el respeto a los orígenes; de ahí que escuchemos una cierta continuidad con el Cool, con el Lo-Fi, con ciertos aires del Soul.
Se trata, en fin, de un álbum abierto, destinado a la escucha, en el que intuimos una mezcla en directo igual de coherente, primando un sonido acolchado, cálido, que deja al oyente asentado en ese ambiente, casi un paisaje, y le ofrece matices que acompañan ese fragmento de viaje, esas pinceladas sencillas que, a medida que se incorporan al lienzo, lo enriquecen tanto en la densidad de los colores como en la superposición de los propios matices, dando lugar a figuras nuevas, provengan éstas de la mesa, la voz, el piano o la trompeta. Una “extraña” mezcla para “gente extraña”, sin prejuicios; una apuesta tan acertada como el título del álbum.
Blessed Are The Weird People se publica mañana viernes 9 de abril en una cuidada edicion limitada, de solo 300 copias, en vinilo de 180 gramos de color rojo.
Puedes escuchar y conseguir una copia del álbum pinchando en esta imagen