E-JAZZ #3: LUCÍA REY

Fotografía de Larisa López

Texto: Daniel Román

@romanro.daniel

Fotos cedidas por Lucía Rey

@luciareytrio

 

1.- Las palabras y la música, pero antes, los párpados y el gesto. Bailar no requiere más que el propio cuerpo en movimiento, la belleza del acto, la nervadura de la pantorrilla que suspende. Lucía en el piano, danzando, mientras su madre también bailarina, dirige la clase. Esta escena de infancia puede que sea el bosquejo de un tiempo detenido que vuelve sobre sí; danzar el piano, musicar la danza.

Fotografía de Juantxo Egaña

2.- Definición de Nómada: «carente de un lugar estable para vivir y dedicado especialmente a la caza y al pastoreo». Lucía heredó la danza e hizo el superior de piano. También, atrapada por la improvisación y el jazz, migró. Ha crecido en Granada, estudió en Cuba, EEUU y actualmente vive en Madrid. Fue profesora, pero poco tiempo. Su composición Before Falling, de su último trabajo musical, es el eco de ese acontecimiento, la consecuencia de una decisión –como si de una profecía trágica se tratara– que todo músico debe en algún momento enfrentar o eludir; vivir para tocar. Y Lucía vive para tocar. A como dé lugar.

3.- Sumergirse en la corteza y dar con el sonido: soñar con el movimiento que, incansable, esboza una melodía por venir. ¿Qué música se desprende en esos cinco segundos de desvelo y en qué superficie anida?, ¿dónde migra el susurro que avienta la imaginación? una mano erguida apisona las cuerdas.

4.-«A la caza y el pastoreo» señala la definición. El nómada, a su pesar, no encuentra la paz. Es cierto, cazar es ir tras un botín, expectante, incluso un desafío que moviliza. Pero de su resultado depende la propia existencia. El nómada sueña para atenuar el terror de la falta de movimiento, porque si no se mueve –para cazar o pastorear– no vive: como en la danza.  En el fondo es un sobreviviente que no tiene lugar porque aquello que lo nutre está fuera, lejos, y hay que perseguirlo. Las estancias son, en consecuencia, momentos de calma, pero en falta. Lucía no se detiene; gira –con diversas compañías–, acompaña, compone y sigue su intuición: la música debe ser parte de su momento personal o no ve la luz. También está presente en todo el proceso de creación. En este disco prescinde de productores y sellos discográficos.

5.- La libertad tiene un precio, dicen, pero Lucía Rey no deja de soñar. ¿Cómo es ser mujer en el mundo del jazz? Pues estar, aunque mucho mejor preparada que otros, relegada ante ese primer vistazo que la cataloga como una chica y asume que un instrumentista hombre, por naturaleza, es mejor. Porque en la pruebas de sonido les preguntan a ellos como van las cosas y no a ella que es la jefa del proyecto.

6.- Lucía está, pero no va a estar –Nómada–.

7.- Cuando no esté, será porque encontró aquello que la nutre y que no deja de perseguir: un momento de ingravidez –cuando las puntas empujan el piso– que abre lugar a la ocurrencia de la música.

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