Texto de José Andrade / Fotografías de José Andrade, Arturo di Vita & Alessandro Garofalo
La segunda edición del Sicilia Jazz Festival confirma a la majestuosa cuidad de Palermo como destino atractivo dentro del circuito de festivales de verano. Las calles de la capital siciliana vibraron durante doce días de una programación con cabezas de cartel consagrados como Christian Mc Bride, Diane Reeves, Sarah Jane Morris, Paolo Fresu o Snarky Puppy. Y una agenda ecléctica de propuestas de pequeño o medio formato como la explosiva colaboración del saxofonista palermitano Gianni Gebbia y el cautivador multinstrumentista francés Mederic Collignon o el homenaje poético y musical que celebró el centenario de Charles Mingus a cargo del Conservatorio de Música Siciliano Arturo Toscanini di Ribera.
Hay pocos festivales que se organicen en teatros, iglesias y foros con una riqueza arquitectónica e histórica como este. Sicilia is different y su bien organizada propuesta tuvo lugar alrededor de un Jazz Village, en pleno centro de Palermo, conformada por el Palazzo Chiaramonte construido en 1307, el Teatro Santa Cecilia fundado en 1697, la Chiesa dello Spassimo, elevada en 1506 y en un foro con capacidad para unas dos mil personas como el Teatro di Verdura, asentado en una villa del siglo XVIII a las afueras de la ciudad.
La bella decadencia de Palermo te cautiva en cuanto pisas sus calles. Si levantas la vista, consigues atravesar a los simpáticos turistas que buscan encorvados –todos lo hemos hecho- una dirección en Google Maps y aprecias boquiabierto los puntos de fuga que dibujan los edificios que nacen en el centro de la ciudad y se pierden en el horizonte al ritmo de John Coltrane en tus audífonos. Sí, A love Supreme es lo que reclaman a voces ciudades mediterráneas como Palermo saturadas por un modelo de sol, pizza y playa que se ha convertido en los últimos años en un cortina de humo que no nos deja ver el potencial creativo de las poblaciones locales. Aunque, ¡ojo!, la riqueza gastronómica de Sicilia es otro punto a favor para una próxima visita a la isla… A lo que vamos, con esta segunda edición, el Sicilia Jazz Festival quiere consolidarse como un modelo complementario al fast tourism y va por buen camino.
Mi primer contacto con el Jazz Village fue al ritmo de Carlo Butera y sus Jazz Manouche Trio en el Teatro Santa Cecilia. La complicidad de estos tres músicos transmite una buena dosis de gypsy swing en la ejecución de standards del género. Ya con el ritmo en vena y a pocos metros, el Palazzo Chiaramonte acogió a la holandesa Jazz Orquesta of the Concertgebouw (JOC) y a la cantante Trinttije Oosterhuis en un tributo a Frank Sinatra. Los organizadores del festival, en rueda de prensa, destacaron la relevancia que el Sicilia Jazz Festival quiere dar a las colaboraciones con otros certámenes europeos. En este caso, la JOC fue invitada a Palermo gracias a una colaboración con el festival holandés Amersfoort World Jazz Festival (AWJ). Como miembros de la World Jazz Network, “ambos festivales se esfuerzan por aumentar la movilidad de los artistas e intercambiar talento cuando y como sea posible”, comentan los organizadores del festival. De hecho, del 11 al 14 de agosto, la Orchestra Jazz Siciliana visitará el AWJ como parte de este proyecto.
One more for the road y de vuelta al Teatro Santa Cecilia sin quedarme a los aplausos para el carismático y brillante Peter Beets en chanclas y bermudas al piano de la JOC. Un tour de prensa es lo que tiene, muchos conciertos y poco tiempo para disfrutarlos todos. En el escenario del Santa Cecilia ya sucedía algo. La colaboración del saxofonista Gianni Gebbia y el, entre otros talentos, jazzvocalist francés Medéric Collignon ya había comenzado. Dos cosas que agradecer a Jacques Paupet, compañero de la revista francesa Couleur Jazz: organizar una cata de vinos sicilianos a las afueras de Palermo sin trastocar nuestra agenda de trabajo y segundo, introducirnos en la jungla musical de la colaboración franco-italiana de Médéric Collignon y el Gianni Gebbia Magnetic Trio y su homenaje a Sidney Bechet. El omaggio se trataba en esencia de versionar el tema Petite Fleur del genio innato y sufridor que fue Bechet y discurrir en gran parte del concierto construyendo y deconstruyendo temas propios de Gianni Gebbia o de su contrabajista Gabrio Bevilaqua con un nivel de libertad, de cambios de ritmo e improvisación asombrosas. El nivel creativo del multinstrumentista Medéric Collignon – especialmente con su voz – es de otro planeta y de uno a punto de estallar. Lo del francés fue pura potencia, sentimiento y desgarro en la interpretación abstracta que hizo en varios temas del set list.
Veinte minutos separan el Jazz Village del Teatro di Verdura, el amplio foro en el que los cabezas de cartel casi siempre acompañados de la Orchestra Jazz Siciliana (OJS) – participaron en diez de los doce conciertos programados en este gran espacio – presentaron sus propuestas. El italiano Paolo Fresu inauguró el escenario con su trompeta y llenó la noche con una sensibilidad musical “de poeta” como he leído y con acierto en algunos medios italianos, con temas propios y temas populares italianos elevados a italian jazz standards con arreglos hechos a medida por la OJS y dirigidos con mano firme por el maestro Domenico Riina, que consiguió desplazar la orquesta del formato pequeño al grande, según la necesidad de Fresu, con elegante sutileza.
Las tres siguientes tardes en el Teatro di Verdura rindieron un homenaje a standards del jazz, canciones populares italianas y versiones rock o pop llevadas al jazz con los arreglos originales de la Orchestra Jazz Siciliana dirigida por los maestros Vito Giordano y Giusseppe Vassapoli. Puro divertimento y ganas de gozar es lo que se avecinaba. La concurrencia fue destacable y brilló con luz propia la británica Sarah Jane Morris con su majestuosa voz y carisma al servicio de un repertorio del que rescato la muy aplaudida versión de Have I told you lately, composición de Harold Rome versionada, entre otros, por Van Morrison. También el reconocido pianista italiano Raphael Gualazzi, conectó con poco esfuerzo y casi de inmediato con un público entregado de principio a fin; sobre todo cuando sonaron clásicos italianos en los que el público no desafinó en los coros. No fue menos la espléndida y aplaudida actuación de New York Voices que jazzearon clásicos de los 70´s y 80´s , levantaron a los espontáneos de sus asientos con Don´t You Worry About a Thing de Stevie Wonder y levantaron las cejas de muchos con su impoluta técnica a capella en el inicio de Bohemian Rhapsody de Queen. Tres días de complicidad con un público ávido de entretenimiento y del que alguno habrá salido con las manos ardiendo o afónico.
Las calurosas tardes en el Jazz Village fueron amenizadas por la Marching Brass Street Band, una pequeña escisión de la Orchestra Jazz Siciliana (OJS), que pintó muchas sonrisas y arrancó pasos de baile improvisados a aficionados y turistas refugiados a la sombra de los cientos de simpáticos cafés que adornan el centro de Palermo.
Un punto aparte fue el omaggio al cinema italiano del violinista Francesco Nicoli con fragmentos de audiovisuales de clásicos como Cinema Paradiso (1989), La Vida es Bella (1999) o Érase una vez en América (1985) en el que se convirtió en mi centro de operaciones y punto de encuentro con el resto de la troupe de periodistas europeos que cubrieron el festival: el Teatro Santa Cecilia. Es remarcable el esfuerzo del gestor cultural y musicólogo, Luca Luzzu, que desde la Brass Group Fondazione ha desempeñado una labor curatorial y de coordinación con los medios notable.
Si en 2021 la primera edición del Sicilia Jazz Festival se abrió paso entre los mares adversos de un planeta en plenas restricciones sociales por causa de lo que todos ya sabemos y queremos olvidar, en 2022 la segunda edición se hace mas fuerte gracias a la santísima trinidad que sujeta iniciativas valientes como la del SJF y con vocación de hacer historia: un grupo de locos apasionados por la música, espacios adecuados, seguros y amplificados, además de una significativa financiación ; desde la organización destacan el apoyo del gobierno regional que ha confirmado su compromiso con una Sicilia dirigida al turismo cultural y musical.
Es importante mencionar la relevancia que tiene para este festival la Orquesta de Jazz de Sicilia (OJS) que es la cara visible y centro de acogida del talento de una red de conservatorios a lo largo y ancho de la isla que nutre sus filas. En ese sentido, la OJS y el Centro de Estudios The Brass Group Fondazione se han convertido en un proyecto sólido de inserción laboral y social de futuros artistas en la isla a través de un programa de becas de las que ya se han beneficiado unos 150 jóvenes, según palabras del maestro Ignazio Garsia, mentor de esta fundación. En esta línea, quiero mencionar el atractivo proyecto del Conservatorio de Música Arturo Toscanini di Ribera que tuvo lugar en el Teatro Santa Cecilia, con una puesta en escena que rindió homenaje al centenario de Charles Mingus a través del jazz y la poesía con el académico musical Gianmichele Taormina en la dirección de un quinteto de estudiantes que dieron un ritmo cadente y misterioso a veces y otras vertiginoso a sus textos con una sección de saxos impecable.
En cuatro días en Palermo pude sentir el compromiso de los organizadores del Sicilia Jazz Festival por crear unas bases sólidas para futuras ediciones y la satisfacción de volver a sacar adelante un proyecto de esta magnitud contra viento y marea en un contexto global casi apocalíptico para cualquier emprendimiento cultural. He leído muy buenas reseñas de los conciertos a los que no pude asistir en los siguientes días y certifican que se montó la gozadera en los de Dianne Reeves Quintet y Christian Mc Bride acompañados de la Orchestra Jazz Sicilian. El Sicilia Jazz Festival clausuró su segunda edición con Snarky Puppy por todo lo alto en el Teatro di Verdura con una carta de intenciones clara para su siguiente edición: hacerse más visible y estrechar lazos en el circuito de festivales de jazz de verano y seguir apostando por el talento local.
El maestro Garsia es la clave
Un hombre encadenado a la pata de un piano de cola a la entrada de uno de los principales teatros de Palermo. La historia del jazz moderno en esta ciudad nace del acto estoico de un hombre que busca justicia. Han pasado casi veinte años desde que el maestro Ignazio Garsia, mentor de la actual Fundación “The Brass Group” en la capital siciliana, tomara la drástica decisión de protestar con una huelga de hambre y atado a su instrumento, por la reducción de fondos públicos y la negativa del gobierno regional de reconocer al Teatro Santa Cecilia como sede de lo que hoy conocemos como Orchestra Jazz Siciliana (OJS) que ya por entonces cargaba con treinta años de actividad a sus espaldas y una constante vocación de difusión de la cultura musical.
La heróica actuación del maestro Garsia no cayó en saco roto. Al contrario, en un periodo de casi treinta años, su visión ha marcado un camino bastante claro que se visualiza y escucha en esta segunda edición del Sicilia Jazz Festival y las diferentes actividades de la actual Fundación The Brass Group que organiza, entre otras, la composición de la OJS; gestiona el centro de estudios Brass Group Jazz Museum y promueve la formación de artistas y técnicos profesionales con formación musical a través de la Scuola Popolare di Musica. En definitiva, las instituciones públicas regionales han reconocido con el paso del tiempo la excelente labor del Brass Group y del maestro Garsia como “instrumento primario de producción y difusión del arte y de la cultura musical de nuestro tiempo, con particular atención al Jazz y a sus raíces Afroamericanas”. Y todo empezó con un hombre atado a su instrumento que buscaba justicia. Admirable.
La OJS, pilar del jazz en Sicilia
La Orchestra Jazz Siciliana, actualmente dirigida desde la Fundación The Brass Group, representa la primera y única orquesta de jazz pública y permanente de Italia. Fundada por Ignazio Garsia a principios de los años 70 ha desarrollado una intensa y continua actividad concertística bajo la dirección de algunos de los más prestigiosos directores de orquesta del mundo. Entre los directores residentes, el maestro Tony Vella fue el primero en dirigir de forma permanente el conjunto siciliano, que actualmente dirige el maestro Domenico Riina. La OJS y la Fundación han acogido a los mayores protagonistas de la historia de la música afroamericana: Dizzy Gillespie, Miles Davis, Art Blakey, Max Roach, Sun Ra, Ornette Coleman, Chet Baker, Bill Evans, Michel Petrucciani, Dexter Gordon, Joe Henderson, Frank Sinatra, Pat Metheny, Sarah Vaughan.