Texto: Carlos Casado
Los mundos del folk, jazz y la música clásica convergen en uno del puño y letra de Eladio Diaz. El saxofonista y compositor avilesino presenta, junto a su Folk Ensemble, “Fe” (Goxe, 2019). Arreglos y solos combinados con textos de escritores asturianos nos guían por este viaje interplanetario en un trabajo que sirve de grito al hedonismo y a la independencia creativa.
No es la primera vez que Eladio disfruta estirando las fronteras del Jazz. Su disco Controlz (2015) acercaba y confrontaba el hip hop al jazz. En el último corte de ese disco, podiamos encontrar una versión de una melodía tradicional asturiana, “Coyí d’Un Artu Una Flor” en el que Eladio nos ofrecía una pista de por dónde iban a ir los tiros en su próxima aventura.
Esa aventura lleva el nombre de “Fe”. Un trabajo compuesto por once temas, divididos en nueve movimientos y dos interludios, como si de una suite clásica se tratase. En el álbum, grabado en el Teatro Palacio Valdés de Avilés, colaboran doce músicos entre los cuales encontramos: del lado del folk, Rubén Bada y Pepín de Muñalen. Del lado del jazz Horacio García, Jacobo de Miguel y Fernando Arias. También tenemos el caso de Mapi Quintana, que destaca en los dos mundos y su voz, que viaja de uno a otro con gran sensibilidad, pone la guinda a un pastel de una hora y cuarto de duración.
“Fe” se compone de nueve movimientos, y dos interludios, que dan forma musical a una suite titulada Obsolescencia Programada. La idea que transmite esta obra es debatir con el concepto del rendimiento instantáneo, resultadista, que por desgracia también existe en la música. Busca una libertad creativa que queda plasmada en el “Mov. 1 Obsolescence”. Una flauta de madera acompañada de un cuarteto de cuerda nos da la bienvenida a la suite, entra la voz de Mapi Quintana y nos resuelve todas las dudas. Sentimos todo menos indiferencia pero Eladio se hace esperar, primero disfrutamos de un solo de piano con un colchón de cuerda y por fin, Mapi da paso al saxo tenor de Eladio. Tono y personalidad se dan la mano en un solo que nos va acercando más a territorios jazzísticos. Idas y vueltas de voces y flautas, discursos de trompetas hacen que los once minutos del primer movimiento se pierdan en un pestañeo.
Otra destacada composición es el “Mov. 5 – Son d’Arriba”. Este “Son d’arriba” es un baile cuyo origen dio lugar a ríos de tinta pero la única certeza que tenemos sobre esa danza es que se bailaba en las montañas que separan y unen a Asturies y León. Eladio Díaz pone contra las cuerdas a este son fronterizo, hasta llegar al punto que en ocasiones parece que el mismísimo John Coltrane estuviera de ruta por el puerto de Leitariegos, decidido a tomar un descanso y tocar para el baile. “El Mov.5 – Son d’arriba” es el más reservado, después de la intro de Mapi, llega la calma antes de una tormenta de solos de Eladio y Jacobo de Miguel. Una canción para enmarcar y para enviar como carta de presentación.
No solo de música vive “Fe”, los textos dan contexto a toda la obra. En “Interludio” escuchamos el texto del escritor asturiano Pablo Texón. Las palabras fluyen sobre el saxofón y el vibráfono. Cuando el narrador, Carlos Barral, nos recuerda de que todos dejaremos nuestro legado en la tierra, el arreglo de este movimiento nos recuerda que es Eladio el que pilota esta nave y él decide que su legado es llevarnos a la delgada línea que separa el folk de la música clásica. Una forma maestra de terminar el primer interludio.
En el disco también encontramos el “Mov. 2 – Tonada”, con dos ritmos funcionando a la vez. Esta tensión resuelve en una parte abierta que da paso a otro solo “coltraniano”. Le sigue la frescura étnica de “Mov. 3 – Buenanueva”, con un solo de trompeta a cargo de Ricardo Formoso. En el “Mov. 4 – Habanera” escuchamos la composición más americana del álbum, así como la que más se esfuerza en mantenernos en una atmósfera de calma tensa. La melódica “Mov. 7 – Based on a true story“ ofrece un respiro, un momento para mirar a la nada y disfrutar de las líneas musicales. En el “Mov. 8 – Sentir”, el arreglo y el hermoso texto de Laura Marcos, avisa, con cierta nostalgia, que se acerca el final. Cierra “Mov. 9 – Un final feliz”, folk de cámara a cargo de bouzouki (instrumento musical de cuerda pulsada con cuerpo en forma de pera y provisto de un mástil muy largo originario de Grecia) y flauta que recuerda a esos himnos de despedida que tantas fiestas cierran en el norte.
Los trabajos como Fe son arriesgados pero también necesarios. Los discos que tratan diferentes estilos musicales con conocimiento, respeto, trabajo y sensibilidad son joyas que se deben mimar. “Fe” puede convertirse en el disco de cabecera tanto para amantes del jazz, el folk o la música clásica. También puede vislumbrarse como ese puente que nos permita romper las barreras impuestas por nosotros mismos y escuchar una música que nos desafíe. La suite “Obsolescencia Programada” no tiene pinta de quedar obsoleta pronto. Y si lo hace, que sea después de que podamos disfrutarla en directo.
Puedes escuchar “FE” en este enlace