Entrevista con Íñigo Zárate, director del Festival de Jazz de Vitoria

Texto: Adrián Besada

@besagartha

Fotos: Antonio Torres y Pepe Mateos

@atorresjazzphoto y @pepemateosjazzphoto

La última edición del Festiva de Jazz de Vitoria ha sido sorprendente por diferentes motivos, aunque, sin duda, uno de los elementos que la caracterizaron ha sido el eclecticismo de su programación. En el imaginario colectivo este festival se entiende como una puerta hacia propuestas transgresoras y poco ortodoxas, por lo que muchos aficionados y profesionales del jazz se preguntan qué hay detrás de esta programación y qué hace a este festival un bastión del jazz nacional. Asimismo, cabe destacar que, en los últimos años, el festival ha sabido adaptarse a los gustos y vaivenes de la industria de la música, acercando el jazz a nuevos públicos y dando forma a un proyecto que esperan mantener por mucho tiempo.

Detrás de un evento de esta envergadura hay un gran equipo humano que trabaja contra viento y marea para sacar adelante una de las citas imperdibles del jazz europeo, un equipo que, desde el año 2019, está liderado por Íñigo Zárate, director del festival y gran aficionado al jazz. Este atiende a Más Jazz Magazine en el Teatro Principal de Vitoria durante el transcurso del mismo para hablar sobre la filosofía y concepto que lo atraviesa, además de su particular e interesante visión de la música y de este género.

¿Cuándo comenzó tu andadura como director del festival?

Íñigo Zárate: Pues no llevo tanto, fue en el 2019. En el 2020, el año de la pandemia, no hicimos el festival pero estamos muy orgullosos de haber hecho uno de los primeros ciclos una vez que se levantaron las restricciones. Se canceló la edición pero conseguimos sacarlo adelante.

¿Pudo ser precisamente esta etapa la que hizo que el festival tienda más a la experimentación o a buscar cosas nuevas? ¿En qué momento empezaste a entender el festival de esa forma?

Íñigo Zárate: A mi este tipo de música me ha gustado siempre y entiendo el jazz como algo con un poco de riesgo también. Funciona con esta dinámica desde el momento que entramos nosotros a llevar el festival, fue más el cambio de dirección que otra cosa.

Todos los aficionados tenemos un programador dentro y a cada uno que le preguntes su festival sería diferente al de cualquier otro. Esta es mi forma de entenderlo.

Esta filosofía tiene mucho que ver con esa faceta de promotores de proyecto, ¿cierto?

Íñigo Zárate: En la medida que podemos sí, nos involucramos en los proyectos. Es bonito darle oportunidades a proyectos que quizás no saldrían de otro modo. Si tenemos la oportunidad nos gusta apoyar.

Desde el festival intentamos también llegar a todas las sensibilidades del jazz. Hemos tenido cosas muy especializadas y otras más abiertas al gran público, como el de Chucho este año. Habrá ediciones que pequen un poco más de populares y otras de especializadas —o como quieras llamarlo—, pero bueno, intentamos mantener un razonable equilibrio.

A la hora de afrontar un festival de jazz, ¿cuáles son los retos más grandes con los que puedes encontrarte?

Íñigo Zárate: El económico en primer plano. Esto se trata de gestionar dinero. A nivel de programación luego haces lo que puedes con los músicos que están de gira y demás, pero el mayor reto es conseguir financiación. Ahora tenemos mucha financiación pública, mucha financiación privada y las entradas, que es prácticamente la tercera parte del presupuesto. Necesitamos de esas tres patas.

Cuando nos falla cualquiera de ellas vamos un poco a riesgo, porque somos una asociación sin ánimo de lucro, no buscamos beneficio económico y todo el dinero que pasa por aquí se gasta en música, no podemos guardar dinero para el año siguiente. Nuestro presupuesto tiene que terminar a cero.

Esto hace que nos tengamos que plantear las cosas de un modo en el que no buscas beneficio, pero tiene el riesgo de que si se te cae un patrocinador o una empresa privada, que nos ha pasado, nos pone en riesgo la edición del año siguiente.

Se programa un poco al día entonces…

Íñigo Zárate: Efectivamente. Sí que es cierto que tenemos un recorrido largo y estamos muy asentados, por lo que no nos podemos quejar. Tenemos un mínimo de presupuesto bastante estable que nos permite tirar para adelante.

Claro, el Festival de Jazz de Vitoria es una insignia para la ciudad y para los aficionados del jazz de España, supongo que no hay interés en que desaparezca.

Íñigo Zárate: Sí pero esto no está escrito en ningún sitio. Nadie te asegura al cien por cien que si pinchas un año alguien vaya a salir al rescate. Ya hemos tenido alguna situación y algún problema de los que hemos salido por nuestro propio pie, ahí ya nos dimos cuenta de que si hay algún problema nadie va a venir con un cheque en blanco a solucionarte nada.

El hecho de traer propuestas como Trueno me da la sensación de que va por ahí, de cuidar al público del festival. Me refiero a esa tendencia de que los festivales de jazz estén un poco envejecidos y con poca afluencia de gente joven.

Íñigo Zárate: Esto es así. Es un reto. Traer a gente nueva al festival es esencial a medio y largo plazo. Hoy, afortunadamente, tenemos nuestro público y todo funciona relativamente bien, pero ¿qué va a pasar dentro de veinte años? Hay que empezar a trabajar en eso, empezando por los medios a través de los que nos comunicamos, son carros a los que hay que subirse sí o sí. En este caso, Trueno es un músico que para la gente joven es un referente, aunque para los mayores de treinta y cinco años sea un completo desconocido, a pesar de que en Spotify era número uno en España hace una semana. Con esto voy a que la forma de comunicarse y moverse cambia mucho con las nuevas generaciones.

Aunque a mi también me pasa que recibo algunas críticas cuando en Más Jazz nos salimos de los contenidos más esencialmente jazzísticos, creo que este se presenta de forma transversal en muchas músicas. Aun así, me cuesta verle el punto jazzístico a Trueno.

Íñigo Zárate: No estoy de acuerdo. Entiendo lo que dices porque en parte es así, pero el propio Robert Glasper ha dicho hace no mucho que el hip hop es el jazz de hoy.

La gente se echa las manos a la cabeza porque hoy viene Trueno al Festival de Jazz de Vitoria y es una cosa como muy loca y que está muy lejos del jazz, pero es que el hip hop empezó con una raíz jazzística. Hace unos años ya tuvimos a artistas de hip hop y a nadie le chirrió, lo que pasa es que el nivel mediático de artistas como Trueno causa un poco de desconfianza.

Sí, parece que popularmente se asumen como incompatibles el mundo del jazz y del mainstream.

Íñigo Zárate: Hoy la situación es esa, pero no puedo estar más en desacuerdo. El jazz ha sido el mainstream de prácticamente todo el siglo pasado. Es una música que ha nacido de la gente, de los barrios. Sí que es cierto que según ha evolucionado ha cogido muchos caminos hasta que se ha convertido en una música especializada. Aun así hasta hace no tanto estaba de moda el acid jazz, que era música de discoteca con un fondo de jazz.

Sí que es cierto que algunas líneas tienen un punto más sofisticado o intelectual, si quieres, pero decir que el jazz es solamente esto no tiene sentido.

Sí, el público en general entiende el jazz de una forma unívoca, con unas características particulares, como cumpliendo con unas premisas que en el jazz más moderno ni siquiera se cumplen.

Íñigo Zárate: Mucha gente habla de jazz sin conocerlo. Jazz hay de mil tipos colores, tamaños y formas. La gente solamente ve a músicos locos tocando muy rápido y no entienden nada, pero creo que el jazz no es así, y en cuanto te acercas un poco todo el mundo sale reforzado y sale contento. Conozco más aficionados al jazz que se ponen de uñas con determinados conciertos que al revés, gente que no es aficionada al jazz y la metes en casi cualquier concierto y salen encantados.

¿Habrá novedades los próximos años?

Íñigo Zárate: Sí, pero no tenemos nada claro. El próximo año tenemos una oportunidad muy fuerte porque este teatro se va a restaurar. Hoy es el último concierto que hacemos aquí. Esto nos da la oportunidad de cambiar de espacio y te obliga a replantearte cosas. Dependiendo de dónde terminemos, que todavía no está claro, le daremos una vuelta al festival. Tenemos demasiadas cartas encima de la mesa pero todavía nada decidido.

Para terminar, si quieres mojarte un poco, ¿cuál fue el concierto que más te gustó del festival?

Íñigo Zárate: De los que llevamos el que más me sorprendió fue el de Sumrrá con el Niño. Me gustaron muchos, como el de Myra Melford o el de Sylvie Courvoisier, igual que el de Clara Peya, que quizás era una propuesta que se salía mucho de lo que era el resto del festival y fue genial. El primer día de Pablo fue una barbaridad de concierto.

Quizás sí que por la expectación y por el riesgo que conllevaba esa programación, el de Sumrrá es especial. Tenía el factor sorpresa, era la primera vez que tocaban, su primera vez en Vitoria, etc. Tenía un punto de riesgo que cuando vi lo que hacían… claro, fue totalmente a ciegas. Hicieron una residencia la semana pasada y estuvieron encerrados una semana trabajando esta música, no sabíamos lo que iban a tocar. Entonces, claro, hay un momento de tensión. Pero bueno, hicieron lo que yo en mis mejores sueños tenía en la cabeza; si les pidiese hacer eso habría pedido exactamente lo que hicieron el otro día, que era integrar al Niño en la música de Sumrrá. Para mí fue perfecto.

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