Texto: Daniel Glückmann
Fotos: Leesa Richards (en estudio) y Daniel Glückmann
@gluckjazz (en concierto)
No se pierdan la historia de Richard Bona. Daría para una o varias películas.
Imaginen a un niño con tres añitos en una pequeña aldea del sur de Camerún llamada Minta, donde Bona nació en 1967 dentro de una familia de músicos que tocaban en la iglesia del pueblo. Su abuelo le fabricó al niño un “balafón”, un instrumento tradicional de percusión parecido a la marimba o al vibráfono con teclas de madera y calabazas como resonadores que se toca con dos mazas de punta acolchada. Hasta tal punto el pequeño estaba predestinado para la música que, desde esa edad, tocaba el balafón el día entero.
En el pueblo le admiraban como a un niño prodigio y a los cinco años ya tocaba en la iglesia. Pero su insaciable curiosidad le llevó a interesarse por la guitarra, que era el instrumento de moda en los grupos musicales más modernos. Así que ni corto ni perezoso se fabricó una que llegó a dominar, usando una lata de aceite como caja y alambres de una bicicleta como cuerdas, que por supuesto, destrozaban sus dedos.
Ya en la ciudad de Douala, con once años, consiguió tocar la guitarra en una banda local hasta que, un tiempo más tarde y visto su talento, el dueño de un club de la ciudad le preguntó cuánto ganaba y por veinte veces más (¡!) le ofreció crear una banda de jazz, la música del momento para que tocara en su club. “¿De qué?…qué es eso del jazz?”. “Yo ganaba un dólar por día por tocar desde las nueve de la noche a las seis de la mañana y este hombre me ofrece veinte dólares? Cuanto adoro a este hombre”, dijo Bona. Y el dueño del club, que tenía una buena colección de vinilos, le dijo que eligiera cualquier disco y que escuchara esa música. El álbum que cogió fue uno de Jaco Pastorius y el tema que sonó al azar fue “Donna Lee”. Se quedó estupefacto y le pidió al hombre que lo pusiera una y otra vez. “El aparato lo está reproduciendo a más velocidad, ¿no es así?”, le preguntó. “No, este es el tiempo real”, contesto el empresario. Richard Bona nunca más se separaría del bajo eléctrico y con el tiempo se ha convertido en uno de los mejores bajistas de siempre.
Douala se le quedó pequeña y a la muerte de su padre, con veintidós años se muda a París, la gran metrópoli para un músico de Camerún que tiene una arraigada conexión con Francia, antigua potencia colonial del país africano. En París profundizó mucho en el jazz y rápidamente tocó con Manu Dibango, Salif Keita, Didier Lockwood, Marc Ducret pero hubo alguien al que pese a conocer brevemente, marcaría su futuro: Joe Zawinul quien inmediatamente le dijo: “Cuando vayas a Nueva York ven a verme”.
Cansado de París, “todo llevaba mucha preparación y procesos demasiado largos”, viaja a Nueva York con lo puesto y desde una cabina llama a Zawinul quien, antes de que él dijera casi nada, le dijo: “Tu eres Bona. Ven a verme”. El camerunés no se lo podía creer. Hasta hoy se pregunta “¿Cómo supo que era yo?” Y cuando decidió ir a verle, un par de días después resultó que la cabina desde la que volvió a llamarle estaba al lado de la casa de Zawinul. “Esto no puede estar pasando”, se decía el joven Bona. Pero sí, estaba pasando y sólo unas semanas después Richard Bona estaba en la banda de Joe Zawinul haciendo una gira, nada más y nada menos que por Europa (¡!) de donde acababa de llegar y más tarde conociendo al mundo de las jams de los clubes de NYC con todo lo que eso implicaba en esos años.
Luego vino todo lo demás: tocar con Mike Stern, Randy Brecker, Bob James, Chick Corea, Bobby McFerrin, Branford Marsalis, hacer una gira mundial con Pat Metheney y por supuesto, empezar a grabar con sus propias bandas. Su primer disco como líder fue “Scenes from my life” al que siguieron muchos más. En su página web: www.richard-bona.com encontrarán todos los detalles.
Y así llegamos al día de hoy, con Richard Bona como uno de los músicos africanos que hacen música global más importantes de la actualidad. Con un músico cuyo fantástico sonido habla de África, de Jazz, de Afro Beat, de Pop, del Latín, en definitiva, de todas las músicas e influencias que han formado y forman parte de la vida de un talento privilegiado como el del músico camerunés, nacido en la aldea de Minta hace cincuenta y seis años.
Antes de su concierto en Madrid, contesta algunas preguntas en exclusiva para MasJazz Magazine. Su gira es relámpago y no podemos entrevistarle en persona, aunque aún tenemos la esperanza de poder saludarle y fotografiarle durante su concierto.
MasJazz: El 14 de septiembre, estará en Madrid tocando con el músico cubano Alfredo Rodríguez en la “Sala Villanos”, uno de los espacios españoles de música contemporánea más importantes. ¿Qué nos puede contar sobre ese proyecto y sobre su conexión con la música latina?
Richard Bona: Mi conexión con la música latina comenzó hace tiempo colaborando y tocando con Buena Vista Social Club, Chucho Valdés; a través de mi amor por el flamenco y teniendo mi propio proyecto “Mandekan Cubano” que puedes escuchar en mi álbum llamado “Heritage”. La música afro-cubana y latina tiene su base de una mezcla de música de África occidental, europea e indígena. Me encanta experimentar con ella e incorporarla en mis shows todo el tiempo.
MasJazz: Cada experiencia de vida es ciertamente única, pero ¿qué diferencias encontraría un joven músico africano para replicar una historia como la suya en el entorno actual del mundo de la música? Como ejemplo, estoy particularmente impresionado por la conexión inmediata que pudo hacer con los mejores músicos de su época en la Nueva York de los años ‘90. ¿Sería eso posible hoy en día?
Richard Bona: ¿Sabes?, las cosas han cambiado mucho. No hay una fórmula determinada para conseguirlo, pero ahora con las redes sociales y las posibilidades de distribución disponibles para cualquier persona en el mundo, los jóvenes músicos tienen muchas más oportunidades de ser escuchados sin tener que depender de un presupuesto o de un contrato con un sello discográfico. Sin embargo, la ética de trabajo, la cantidad de esfuerzo y la cantidad de trabajo que necesitan dedicar, además del propio talento que posean, eso es otra historia. La conexión con los grandes músicos ocurre cuando tocas y te conectas con la forma en que ellos se aproximan a la música. Si no trabajas duro, ¡nunca sucederá!
MasJazz: En sus conciertos, gracias a su música, pero también con el humor y el lenguaje que emplea en el escenario, crea una conexión muy especial con el público, por ejemplo, cuando presenta su “Magic Vudú Machine”. ¿Qué representa la audiencia en sus actuaciones en vivo pero también en el proceso creativo de su música?
Richard Bona: Bueno, la audiencia lo es TODO. Sin ella, no hay show. Amo su energía y, a menudo, improviso dependiendo de lo que siento en la sala, de qué país esté visitando. La audiencia representa lo que vinimos a hacer, que es tocar para hacer que el público disfrute, sonría y sienta.
MasJazz: Para un músico que aprendió con instrumentos hechos por su abuelo o por usted mismo, (recuerdo su primer balafón o la guitarra que construyó con cuerdas para bicicletas y todavía “inventando” otros nuevos junto con la marca de instrumentos “Markbass”), ¿cómo la tecnología está cambiando el mundo de la música?
Richard Bona: La tecnología ha cambiado el 100% de la forma en que hoy grabamos, distribuimos y promocionamos la música y ¡me encanta! ¡También está cambiando la forma en que tocamos! Gracias a los nuevos instrumentos, amplificadores y otras tecnologías que están a nuestro alcance, sonamos mejor que nunca. Es algo bueno, me encanta.
MasJazz: El sonido de su voz es increíble. Lo encuentro sutil, flotante, evocador, fino, profundo. Parece que no sale de su boca, sino que surge del aire mismo, aunque desafortunadamente, la mayoría de las veces no entendemos la letra ya que tus temas los cantas en lenguas africanas. ¿Qué tan importantes son y a qué cantas?
Richard Bona: Gracias, a menudo me preguntan sobre la letra de mis temas. Siento que si las traduzco, no sonarán de la forma en que tienen que mezclarse con la melodía. Deben sentirse con el corazón. Canto sobre el amor, la vida, la naturaleza y la paz, las cosas que todos necesitamos hoy más que nunca.
MasJazz: Uno de los asuntos que suscitan su interés es contribuir a que haya mejores prácticas comerciales y éticas dentro de la industria de la música. ¿Podría explicar un poco su pensamiento sobre este tema y cómo podrían mejorar?
Richard Bona: Sería una respuesta realmente larga si hablara de todas las cosas que no funcionan bien en el negocio de la música, tanto grabando como en vivo. Solo diré que tengo la suerte de ser un artista independiente que es flexible con la realidad para mantenerse en la cima sin perderse. Para mejorar la situación actual, es importante que los artistas se eduquen sobre muchos temas que nos afectan como la gestión de las giras, los derechos de autor. También tenemos que comportarnos éticamente nosotros mismos.
MasJazz: ¿Cuál es su próximo desafío? Sabemos que le encantan.
Richard Bona: Mi próximo desafío es continuar combinando “world music” con más “Afrobeats”. Actualmente estoy produciendo ritmos para nuevos artistas y es realmente divertido. Busco cerrar la brecha entre los fanáticos del jazz y los jóvenes abriendo sus sentidos para más buena música y buenas vibraciones.