Texto: Adrián Besada
Fotos: Darío Bravo
Román Filiú (Santiago de Cuba, 1973) se ha consagrado como una de las referencias jazzísticas nacionales gracias a una prolífica actividad como compositor, intérprete y sideman. Su genialidad lo ha llevado a escenarios de todo el mundo, siendo considerado como una de las figuras más respetadas por su destacada inventiva, que oscila entre lo clásico y lo contemporáneo. Siendo un músico embarcado en multitud de proyectos, actualmente se encuentra presentando su nuevo trabajo, el personalísimo Suite Oriental 1.
Con motivo de este nuevo álbum, grabado junto al cuarteto de cuerdas Ashaí, en el que está el destacado violinista y amigo de Filiú, Reynaldo Maceo, el equipo de Más Jazz Magazine se desplaza a Madrid para hablar sobre creatividad, música, política y composición en su estudio.
Estamos aquí por tu nuevo trabajo Suite Oriental, pero estás con más cosas entre manos, ¿cierto?
Román Filiú: Sí, además de Suite Oriental hay un disco con Melon [Lewis], que tiene música compuesta por mí. Esa está basada en la música del siglo XVIII y XIX de Cuba, parte de los grandes compositores como Ignacio Cervantes, Saumell, todos esos compositores que escribieron música criolla influenciada por la música clásica, pero era como música de salón, porque tenía estos elementos cubanos. Era como una música bailable de la época, unas contradanzas. Entonces yo, pensando en ese tipo de música, escribí una suite entera. Escribí ocho temas, en los que son solamente saxofón y piano. Aquí todo está escrito, todo el piano está escrito. Tiene como chá-chá-chá, tiene contradanzas, etc. Tiene continuidad con un proyecto que tenía antes, Cuartería, a partir de este he ido escribiendo danzas para diferentes formatos.
Igual que en Suite Oriental, ¿no?
Román Filiú: En Suite Oriental tengo eso también. Entonces, sí, es como para tener un hilo conductor a través de todos los discos.
Respecto a este tipo de música que estás haciendo, ¿lo meterías dentro del jazz o crees que estás haciendo otra cosa?
Román Filiú: Para mí el jazz existe como género, pero el jazz creo que se ha convertido en otra cosa, porque hay muchas influencias. La música yo creo que tiene que evolucionar. Estamos en el siglo XXI y la música tiene que ir hacia adelante. Aquí lo que he hecho ha sido tomar elementos, tanto elementos del jazz como de la música de cámara, así como de la música cubana, y los he puesto juntos. Yo creo que lo llamamos jazz porque tiene la parte de la improvisación, ese momento en que uno sobre el tema dado hace sus variaciones, pero la improvisación es solo una parte de esto, hay un gran trabajo de escritura detrás.
Estoy completamente de acuerdo, el jazz ya trasciende lo que suena, es un símbolo, entonces hay que utilizarlo como tal. Lo que me estaba preguntando es si el tema de coger esta música cubana del siglo XIX de salón y traerla al ámbito del jazz es una cuestión solamente musical o también política. Hay un punto de reivindicación también, de identidad, porque la música cubana, lo que aquí se escucha en Madrid, por ejemplo, no es eso, no se parece en nada a lo que tú estás haciendo.
Román Filiú: A mí siempre me ha interesado de dónde vienen las cosas, cuál es el origen. La manera que yo tengo de trabajar es aprendiendo del pasado. Cuanto más mayor me hago me doy más cuenta de que ese tipo de música, esos compositores de los que te hablaba, tenían una habilidad para escribir música. Ellos dijeron, ¿cómo puedo hacer esto que sea mío? Eso es lo que yo trato de hacer, de desarrollar una música en la que se integren elementos de lo que yo viví, de lo que aprendí, de lo que somos. Aunque sea superficial o escondido, pero para yo sentir que hay una conexión, ese elemento tiene que estar.
Por ejemplo, hay una pieza que en el disco se llama “Loma de San Juan”. Esa pieza, en realidad, está inspirada en que nosotros íbamos a jugar, cuando niños, a un sitio que se llama la Loma de San Juan, en Santiago de Cuba, que fue donde se libró la última batalla entre Cuba y España, ayudada por los Estados Unidos. Hay un significado profundo ahí. Yo creo que sí hay política. Hay la reivindicación del lugar de donde soy, de donde vengo, de la música que escuché y de lo que somos, de que somos gente resistente. Tenemos como una visión de seguir para adelante.
Claro, pero lo que tú plasmas al final es tu camino. Porque también estuviste en Cuba, Nueva York, ahora España. Las influencias cambian. La forma de entender la música cambia. Lo que estás haciendo ahora tiene ese punto de identidad con la música cubana, pero suena muy diferente a lo que normalmente entendemos en España por música cubana.
Román Filiú: Yo supongo que cada artista tiene sus intenciones y sus influencias o lo que quieren conseguir de la música o en lo que ellos creen. Para mí, ser artista significa creer en lo que en lo que tú realmente sientes. Conozco muchos que sí hacen una cosa y ellos creen fehacientemente en eso y por eso les funciona. Para mí la música tiene ese poder de mostrar si eres honesto o no.
Me estabas diciendo que viviste en varias ciudades de todo el mundo, también tocaste con Irakere, giraste con Chris Potter, entre otras muchas cosas, ¿tú cómo entiendes el jazz desde esa perspectiva tan amplia y desde contextos tan amplios?
Román Filiú: Abrí mucho mi mente desde el principio a muchas influencias y a muchos artistas. Trato de escuchar toda la música que puedo. Igual trato de buscar toda la literatura que puedo acerca de los artistas o tener conversaciones, o acercarme a esa gente y saber cómo piensan. He tenido la oportunidad de conocer a grandes personalidades y estar cerca de ellos. Gente que yo admiré desde mucho tiempo, que yo escuchaba. Me decía: “hay algo ahí que yo no sé qué es pero me está hablando”. Si tú escuchas la música de Henry Threadgill tú dirías bueno Henry Threadgill es un jazzista, un saxofonista que toca increíble, pero si tú lo escuchas bien eso no es jazz, tiene la improvisación y tiene los elementos del groove, pero realmente eso es música pura, eso es una obra maestra de la composición, ¿entiendes? Y ese tipo de música a mí siempre me llamó la atención.
Entonces no entiendes el jazz como una cosa cerrada, no puede haber unas características formales que lo definan definitivamente, ¿verdad? Me da la sensación de que lo que planteas es el jazz como una [bella] excusa para representarse uno mismo y para representar las inquietudes que surgen de los contextos, bien sean de tipo político, cultural, artístico, identitario…
Román Filiú: El jazz es como un lenguaje mediante el que tú puedes llevar un mensaje, como bien dijiste, político y cultural fuerte, es una música en la que cabe todo porque es muy flexible. Yo quiero pensar que la música que hago tiene eso, por eso siempre estoy añadiendo cosas, mirando, escuchando, transformando, porque nunca quiero quedarme igual. Este proyecto, Suite Oriental, ya lo había pensado hacía tiempo, pero cuando dije que sí a Conde Duque fue como: “bueno y ahora ¿qué voy a hacer? ¿cómo voy a hacer esto?”. Yo había escrito algo para cuerdas así, pero no quería que las cuerdas fueran, por ejemplo, solamente como un background, notas largas detrás de la melodía, por eso lo planteé de una forma nueva, no tengo batería, no tengo bajo, mi batería y mi bajo son las cuerdas y el piano. Para construir esto rítmicamente tuve que hacer un una investigación y tuve que escuchar muchas cosas, fue un ejercicio de imaginación y eso es lo que a mí me interesa, sacar algo que yo siento que tiene que ver conmigo, porque para mí eso es la música.
A la hora de presentarlo, ¿como crees que lo entiende la gente? ¿Crees que el público que te escucha está preparado para entender ese mensaje? Me refiero, al final no deja de ser un jazz para el que hay que estar, en cierto modo, preparado para escuchar.
Román Filiú: Las veces que lo hemos tocado la recepción ha sido muy buena, porque hay canciones con las que la gente se siente identificada. Esto se debe, creo, a que si muestras algo sincero se entiende así, y todo es música original.
Ahora que estoy haciendo esto del máster de cine he aprendido muchas cosas en cuanto a las músicas y los sentimientos y lo he aplicado en esto del cuarteto. Por ejemplo, la canción que estabas oyendo ahora es un danzón inspirado en la situación que estamos viviendo a día de hoy en el mundo. Estamos en guerra, no sabemos a dónde vamos y necesitamos algo que nos conecte, entonces pensé un poco en cómo yo puedo hacer para que la gente cuando venga al concierto se sientan seguros, sientan que hay esperanza, y escribí esa canción, la única que fue prácticamente improvisada. Después la arreglé, pero me gustó porque estudiando luego me di cuenta que los recursos que había usado en esta composición son recursos que se usaban en el renacimiento para describir el lamento, la tristeza y después la esperanza. Fue casi intuitivo, pero para mí la investigación es importante para transmitir un mensaje en la música. A veces lo consigo y otras no, pero es una cosa que me interesa mucho y que solamente he probado en este proyecto. Pero eso es lo que te digo, que yo trato de buscar una línea investigativa en cada proyecto que me lleve a conseguir lo que yo quiero.
Al final el tema de estudiar música para cine o para audiovisual te lleva un poco a eso también, a entender la música como un medio de manipulación, en el buen sentido, claro, de conducir los sentimientos o las sensaciones.
Román Filiú: Sí, pero funciona porque hay una intención, yo quería eso en esa pieza, fue el resultado de buscar y buscar.
Ahora me estaba preguntando ya por el hecho de la carrera del músico, por ese largo proceso para encontrar un lenguaje y personalidad. Desde tu perspectiva ¿cómo es ser músico?, es decir, ¿qué significa ser músico?
Román Filiú: El creador, el músico o el artista es un personaje solitario. Es algo difícil porque tú estás ahí metido en tu mundo. Con respecto, por ejemplo, a las escuelas y eso creo que toma tiempo desarrollar un lenguaje, porque hay como una prisa por ser esto o ser lo otro, pero realmente no estás yendo a la parte comunicativa de la música, a transmitir algo. El jazz es una música, por otro lado, que se basa en escuchar, en conocer. Por suerte he podido experimentar eso, me he juntado con gente que sí aprecian esa forma de aprender. Eso es lo que tiene esta música, que la madurez de los artistas comunica, eso es lo que eso para mí es importante. No te enseñan eso las escuelas, quieren que toques todos los acordes y todas las escalas y está bien, pero hay una parte de todo esto que hay que aprenderla solo oyendo todo el tiempo y buscando, equivocándote y sentándote a hablar con la gente. Esa parte ahora está más en peligro por el tema de las redes sociales, la gente está más distraída. Lo decía Sonny Rollins hace poco: “aléjense de Netflix”.
¿Crees que es algo generalizado?
Román Filiú: Yo creo que es una cosa también de los tiempos que vivimos, con la tecnología hay mucho acceso a muchas cosas y la gente dice: “bueno, lo veo en YouTube”. Sí, tú aprendes cosas, pero no hay nada como el contacto directo y hablar con la persona ¿me entiendes?
Sí, que la música sea una especie de lección de vida es importante.
Román Filiú: Sí, el día no puede terminar si no has tomado esa lección. Por eso es necesario rodearte de gente que te alimenta, que te dice: “oye, escucha esto”. Muchas veces veo que falta ese entusiasmo para escuchar o para ir a conciertos. Es complicado pensar, es complicado escuchar realmente y es complicado imaginar. Yo creo que aquí hay que empujar un poquito más el amor a la música. Y no solo el jazz, la música en general. Escuchar requiere esfuerzo también. Aun así, realmente la gente no puede vivir sin música. Si asumimos esto es fácil entender otra cuestión importante, que el músico tiene que vivir de su música.
Claro, ¿cómo ves lo de ser músico a nivel económico y cómo se valora?
Román Filiú: Bueno, creo que puede haber un problema con eso de las redes sociales, porque la gente quiere artistas que tengan miles de seguidores para programar en un festival. Hay músicos que tiene miles de seguidores, pero no pasa mucho a nivel musical. Pero bueno, tiene miles de seguidores y le va a llenar el sitio. La música en esa parte es un negocio y la gente necesita hacer dinero. Entonces, yo creo que se necesita gente valiente también que apueste por la música de calidad dentro de la industria, porque conozco muchos artistas que son buenísimos y no viven de eso. Han dicho, mira, cuelgo los guantes, porque es difícil, pero esa gente no sabe hacer otra cosa que eso, tú no puedes dejar de ser lo que eres. Tengo un amigo muy bueno, saxofonista, uno de los saxofonistas más increíbles que conozco; la última vez que lo vi me dijo: “no, ya no puedo más, nadie me programa”. Eso duele. A mí me duele verlo a él, que él no tenga esa oportunidad. Y ya no digo lo que le pasa a él por dentro. Hay que apostar por proyectos y apoyar a los artistas.
Es un mundo especialmente competitivo que requiere un trabajo constante y la industria muchas veces te obliga a pasar por un montón de procesos que no son solamente el de hacer música. El artista hoy en día tiene que ser productor, tiene que ser manager, tiene que ser tour manager, tiene que ser compositor, tiene que ser videógrafo, tiene que ser de todo.
Román Filiú: Sí, y muchas veces no hay dinero para todo. Ahora mismo, por ejemplo, para el disco que yo tuve que hacer, lo grabamos, escribí la música, mezclarlo, masterizarlo, mandarlo a fábrica, diseño. Todo eso son cosas que son necesarias, que te quitan tiempo de otras cosas. Entonces es un trabajo que no se acaba y que te hace estar pensando en lo próximo que harás antes de terminar el proyecto en el que estás.
¿En qué momento comenzó a pasar esto? Entiendo que tú has vivido una parte grande de esta transformación en la industria musical.
Román Filiú: En los años noventa yo me acuerdo de hablar con amigos míos músicos que me decían: “me acaban de dar un presupuesto de 80.000 para un disco”. Vamos, que estaban firmados con disqueras. Tú ibas al estudio y grababas. El músico, el artista, tenía un equipo detrás que le montaba todo y tú ibas, tocabas y ya está. ¿Y en qué momento pasó esto de que te tienes que dedicar a todo? Yo creo que cuando empezó todo el tema del digital streaming y todo eso, ahí fue cuando se abrió. Cuando empezaron a salir los primeros mp3 y cosas de esas. Porque claro, decían que la música te la ponían gratis y las disqueras fueron las primeras que se rebelaron contra eso, pero al final los que sufren son los músicos. Ahí fue cuando empezó todo, pero antes no, antes me acuerdo que para irte de gira, giras completas en las que tocabas todos los días, estaba todo bien organizado. Ahora tú tienes que buscarte tus bolos, el trabajo de músico ya no es el mismo.
¿Y en ese sentido cómo lo ves? ¿Es fácil encontrar conciertos y festivales en los que tocar?
Román Filiú: No es fácil porque tú tienes que estar constantemente mandando emails y llamadas. Todo eso a la vez que tú estás escribiendo música, ensayando, tocando con otra gente, preparando la agenda, etc. Son muchas cosas.
Y un proyecto como este, como Suite Oriental, de cara a festivales de jazz o salas de jazz, ¿tiene cabida en grandes festivales? Lo digo porque tú antes me hablabas de tu forma de entender el jazz, que es una forma muy abierta, que es un poco el espíritu de lo que es esta música, pero puede chocar con la industria actual, ¿tú crees que tiene cabida dentro del circuito que hay ahora mismo en España de lo que se entiende por jazz?
Román Filiú: Yo creo que el proyecto tiene un componente muy fresco en cuanto al formato y el tipo de música. Es un proyecto que funcionaría muy bien en salas de conciertos, auditorios y cosas de esas. Yo creo que en un principio no tendría por qué no tener cabida. La música cubana siempre ha tenido una buena acogida aquí en España. Sí que es cierto que esta música es diferente, a mí me gustan los boleros y me gusta todo, pero lo que realmente me gusta es elaborar las cosas, sacar mi impronta, lo que yo creo.
Quizás también está ese estereotipo de que si quieren que un cubano toque, tiene que tocar un tipo de música determinada, un bolero, un son… Yo toqué eso ya hace mucho tiempo y me gusta, lo amo. Si lo vuelvo a hacer, no pasa nada, pero para mi proyecto es un poco un acercamiento desde otro ángulo.
Está claro. A veces me da la sensación de que algunas músicas terminan por quedarse en tierra de nadie, pues no está dentro de esa corriente a lo mejor más jazzística, en el sentido de lo que el público puede entender por jazzístico, pero tampoco está dentro de ese circuito de la música clásica, que se protege y subvenciona. Es un proyecto arriesgado, pero es honesto.
Román Filiú: Es arriesgado pero tiene la melodía, tiene la sensualidad de las cuerdas, si la gente lo escucha, yo creo que si le damos una oportunidad, es algo que conmueve. De un modo u otro, lo que más me interesa de la música es que refleja un momento de mi vida y de algo que yo estaba trabajando en ese momento. Todo lo demás se va a ir, esa música se queda. Te gusta o no te gusta, se queda, está ahí. Para mí eso es importante, porque refleja un momento en que yo le puse mucho tiempo a algo, trabajé en algo, porque yo sentía que ese momento era importante y porque yo sentía que ese proyecto tenía esa importancia. Y esa parte es lo que me satisface, está ahí.
¿Hay algo que quieras así decir respecto a a este último proyecto, a tus conciertos?
Román Filiú: Sí, déjame explicarte. El proyecto también lo hice porque el primer violín del cuarteto lo conozco desde hace mucho tiempo, desde que era niño. Y este este muchacho venía a mi casa y él estudió en en Rusia. Este muchacho nos traía discos desde allí, de música clásica. En mi casa lo único que se oía era música cubana y con este muchacho yo también aprendí a apreciar la música de la que él venía. Cuando yo lo vi aquí de nuevo quise, en cierto modo, devolverle lo que él me enseñó. Y por eso hice esa música.
Me gusta trabajar con violinistas porque en principio la gente no asocia mucho esa instrumentación con esta música. Cuando lo planteé todo el mundo dudó, como ¿estás seguro? ¿Tú quieres hacer eso? Pero eso existe de hace tiempo, viene de Charlie Parker cuando hizo la grabación de Charlie Parker With Strings. Vamos, el sueño de todos los saxofonistas es tocar esa música con cuerdas, ¿sabes? Aun así lo que planteé y quise hacer fue un acercamiento diferente. Cuando pensé esa música pensé en toda la parte clásica que he escuchado y lo poco que he aprendido de composición, por mi cuenta. Cómo traerlo a un contexto en que se encaje con el saxofón y el jazz.
Entonces, el hecho del formato forma parte de tu historia también, la estás contando a través de eso.
Román Filiú: Sí, porque para mí es importante también que los proyectos tengan algo íntegro. Que tengan algo que sea de verdad. No decir, bueno voy a hacer esto porque sí, vamos a hacer esto ahora para ver si tocamos aquí. No, tiene que ser algo que yo siento de verdad porque si no, no me sale. Eso es importante. En la música yo aprecio mucho eso y todos los artistas que admiro y he escuchado y estudiado son gente que tú lo escuchas tocar y así mismo son.
¿Crees que ya llegaste a ese punto?
Román Filiú: Ahí no se llega. Nunca se llega, es un camino que no tiene final. Tú puedes sentir que otra gente llega pero yo creo que uno mismo nunca puede verse ahí…
Muchas gracias por tu tiempo, Román, creo que hasta aquí, porque ahora lo que queda es disfrutar de tu música y que se presente en directo lo antes posible.