Entrevista con Chris Potter: “Escuchar toda la música en cualquier momento es demasiada información para procesar”

Texto y Fotos: Daniel Glückmann

@gluckjazz

Downbeat es probablemente la más importante revista de jazz del mundo (mejorando lo presente…) y dijo de Chris Potter que “es uno de los mas copiados y estudiados saxofonistas del planeta” y sus lectores lo calificaron como “uno de los mejores de todos los tiempos”. Valga estas referencias para situar la importancia de este músico, nacido en Chicago en 1971, en el panorama actual del jazz.

Preparándose para su inminente viaje a Europa, liderando un cuarteto estelar junto al pianista Brad Mehldau, el contrabajista John Patitucci y el batería Jonathan Blake, a tocar en los mejores festivales de Francia, Bélgica, Italia, Suiza y también en La Laguna, Las Palmas y San Sebastián, Chris Potter atiende a Mas Jazz por teléfono desde su casa en Estados Unidos. Su apretadísimo tour incluye volar cada día a un evento diferente y no deja tiempo a mucho más.

Sin embargo, hemos podido conocerle y fotografiarle en el Festival de la localidad francesa de Juan Les Pins antes de su magnífica actuación del pasado 13 de Julio donde el cuarteto presentó su nuevo álbum, “Eagle’s Point” (Edition Records).

MasJazz (MJ): ¿Cómo ha cambiado el Chris Potter de hoy respecto al que comenzara tocando con el trompetista Red Rodney a los 18 años?

Chris Potter: Recientemente comencé a pensar en todo esto cuando, de vuelta en Carolina del Sur, donde me crie, tuve la ocasión de encontrarme con algunos de mis viejos maestros. Esos maestros, que en una época en la que no había muchos chicos interesados en el jazz, me hicieron conocer a Sonny Rollins, a Cannonball Adderley y marcaron así mi vida.

Básicamente mi proceso de pensamiento sigue siendo similar, ha sido más una continuación que un cambio completo, eso sí, profundizando mucho en cada una de las ideas musicales que intento desarrollar, experimentando mucho con el saxo y encontrando soluciones que a esa edad no sabía cómo abordar. Luego, el haber tocado en tantas bandas, con tanto músicos te hace sentir como que has vivido muchas vidas.

MJ: ¿En que medida le ha enriquecido esa “convivencia” con otros músicos?

Chris Potter: La comunidad del jazz funciona así. Todos dependemos uno del otro. Y desde el principio, el jazz ha sido una música hecha en comunidad donde nadie hace las cosas sólo sino intercambiando ideas y experiencias con otros músicos.

MJ: Con esa perspectiva, ¿Cómo definiría Eagle’s Point, su último álbum?

Chris Potter:  En cierto modo, lo siento como una mirada hacia atrás. Hacía mucho tiempo que no grababa con Brad Mehldau, aunque él fue una de las primeras personas que conocí cuando me mudé a Nueva York en 1989 para estudiar en la Manhattan School of Music donde él estudiaba igualmente. Tocando con él conocí también a John Patitucci y a Brian Blade (el batería del disco). Son personas que conozco hace 30 años o más y quería volver a hacer algo con ellos. Después de tantas experiencias vividas por cada uno fue muy especial reunirnos y grabar juntos de nuevo. Cuando compuse los temas del álbum, lo hice pensando en que los grabaríamos juntos un año más tarde. Lo pasamos muy bien.

MJ: Ahora que se reencuentran para la gira, ¿qué espera que vaya a salir de los conciertos en vivo? Además, a la batería no estará Brian Blade como en el disco sino el también extraordinario Jonathan Blake.

Chris Potter: Han pasado casi 2 años desde que lo grabamos y no hemos vuelto a tocar juntos. Tal vez todos nos sorprendamos, pero seguro que será increíble. Al tocar en vivo la música crece y se vuelve más profunda. Brian no pudo estar en la gira, pero la aportación de Jonathan Blake, con quien he tocado en numerosas ocasiones, será muy importante.

MJ: Usted ha venido mucho a España y este año estará en los festivales de Canarias y en el Jazzaldia de San Sebastián. ¿Qué tal es su experiencia en este país?

Chris Potter: He estado en España muchas, muchas veces y me encanta. Es un lugar maravilloso por todo. No solo por la cultura sino también por la comida, la arquitectura y por los increíbles lugares en los que he tocado, tanto en antiguos como en nuevos escenarios. Luego está el flamenco. No soy ningún experto ya que tocar unas bulerías es realmente complicado pero el flamenco y, en general la música española, definitivamente ha impregnado al jazz desde Miles Davis, Chick Corea y tantos otros. 

En este álbum hay un tema llamado “Malaga Moon”. Yo estaba trabajando en una melodía cuando estaba de gira con Dave Holland y Zakir Hussain (percusionista y músico indio con el que grabaron “Good Hope” en 2019) y tocábamos en Málaga. Ese tema tiene un aire flamenco y no sabía cómo llamarlo hasta que vi esa enorme luna al salir de nuestro concierto lo que me inspiró para llamar “Malaga Moon” a ese tema.

MJ: Soy consciente de que esta no es una pregunta fácil, pero ¿cómo definiría “su” sonido?

Chris Potter: Si pudieras ponerlo en palabras quizás no sería necesario tocarlo. Es muy difícil de explicar, pero a medida que creces tu sonido también cambia y crece, está siempre en movimiento. Las cosas que escuchas influyen en ti, pero al mismo tiempo las personas nacen con una personalidad central que define la forma en que procesan la información, la forma en que sienten el ritmo, la forma en que mueven su cuerpo. Y todas estas cosas se reflejan en la música que hacen.

Tu sonido sale de una forma inconsciente expresando qué es significativo para ti y que son las cosas que te “mueven”. El sentimiento es como la estrella Polar, es lo que tiene que guiarnos a todos. Al final se trata de tocar notas hermosas, que reflejen tus sentimientos y no tocar las que no lo hacen.

MJ: ¿Cree que hay ahora un jazz demasiado académico al que justamente le falta “sentimiento”?

Chris Potter: Tener un sonido propio es muy significativo para cualquier músico y para poder tener una carrera musical. Pero sin duda, es un camino muy difícil. En el mundo actual hay muchas fuerzas que hacen que esto sea aún más difícil de lo que solía ser. Es un poco una paradoja, pero el hecho de que ahora podamos escuchar cualquier música grabada en cualquier momento del día, las 24 horas del día, los siete días de la semana sea quizás demasiada información para procesar. Yo creo que es mejor profundizar en un área musical más pequeña, incluso tradicional, es lo que paradójicamente puede potenciar tu individualidad, tu estilo; más que estar “picando” un poco de esto y un poco de aquello.

Imagina por ejemplo a Johann Sebastian Bach. Él no estaba influenciado por la musica del resto del mundo. El conocía en profundidad la musica tradicional de su época y se movía básicamente, sólo guiado por su propia imaginación.

MJ: El jazz, que ya tiene más de un siglo, ¿cree que todavía puede considerarse un género en evolución o estamos frente a una música “reinterpretada”?

Chris Potter: Es muy difícil de decir. Yo creo que sí está evolucionando. Serán las personalidades individuales de cada generación de músicos las que lo seguirán haciéndolo diferente. Sin embargo, es cierto que hay mucho que ya se ha explorado y estoy pensando en la música que se creó a finales de los años 50 en los años 60, una era dorada en la que se dieron enormes saltos artísticos. Pero creo sinceramente que mientras haya personas que realmente estén dispuestas a dedicar su tiempo y energía a crear a un nivel profundo, no habrá limitación a que el jazz siga evolucionando. 

Hubo algo que Charlie Parker dijo en una entrevista que realmente me impresionó. Dijo algo como que esperaba que, en muchos años, una persona joven pudiera hacer algo con el estilo de música que él estaba desarrollando y que siempre habría historias que contar. Desde luego, las sigue habiendo.

MJ: ¿Qué aprendizajes han sido cruciales para su propia carrera?

Chris Potter: Lo que he aprendido con todos los músicos con los que he trabajado ha dado forma a mi punto de vista musical. Hoy no sería quien soy si no hubiera tenido la experiencia de trabajar con Red Rodney, Paul Motian, Dave Holland, Herbie Hancock, McCoy Tyner, y tantos otros.

Historias que han influido en mí hay muchísimas, pero he aquí un par de ejemplos.

El baterista Paul Motian, era en los años ’50 un gran admirador de Art Blakey y Kenny Clark con los que estaba regularmente y los que le dieron la base de su estilo. Pero en un momento de su carrera en los años 60, él tomó una decisión muy consciente de alejarse y seguir sólo sus propios instintos. Quiso poder sentarse frente a una batería y tocar desde una nueva aproximación, sólo suya, como si fuera un niño que lo hace por primera vez. Pero sin duda, sólo pudo dar ese salto gracias a haber tenido una base y una formación junto a grandes músicos como Blakey o Clark.

Otra es la de Herbie Hancock. Si algo me parece increíble es como él absorbe todo lo que está sucediendo a su alrededor. Es una de las personas menos estresadas que he conocido, viendo y disfrutando de todo lo que está pasando, siempre de “buen rollo”. Es también una persona muy flexible que no se preocupa mucho por las cosas, sino que disfruta de ellas. También es alguien que siempre está muy, muy comprometido con lo que los otros músicos están haciendo y constantemente apoyándoles. Y esa fue una gran lección sabiendo el inmenso nivel al que ha llegado y el hecho de que todos le están mirando.

MJ: La música afrocubana ha tenido siempre una influencia importante en el jazz que continúa hoy día. ¿Le llega esa influencia de alguna forma?

Chris Potter: Por supuesto. Las ideas europeas y las africanas se mezclaron y de allí salió un sonido diferente y en cada país ocurrió de forma distinta. No fue igual en Nueva Orleans que en La Habana o en Salvador de Bahía en Brasil, pero todas esas ramas pertenecen al mismo árbol que llegan hasta hoy.

MJ: ¿Hay algún proyecto futuro que quiera compartir con nosotros?

Chris Potter: A principio de este año presentamos una obra con orquesta de cámara, piano, bajo, batería y saxo. Espero poder grabar esa obra y continuar escribiendo en ese tipo de formatos que constituyen un verdadero desafío para mí. Integrar en una obra jazzística todos esos “colores” es una gran motivación.

En el marco del festival Jazz à Juan, con el Mediterráneo al fondo del escenario principal, el cuarteto de Potter iluminó la noche frente a un publico experto que se volcó en una de las mejores noches de jazz del festival.

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