Introducción: Julián Ruesga
Texto: Dave Liebman
“Europa y su papel en el jazz”, es un artículo escrito por el saxofonista Dave Liebman donde ofrece su visión del jazz en Europa, comentando sus experiencias con los músicos del continente. El artículo data de 1999; lo hemos tomado de su página web y su publicación responde al evidente interés que ofrece la mirada de un músico estadounidense de jazz que ha recorrido Europa tocando con los músicos europeos más destacados (Joachim Kühn, Daniel Humair, Paolo Fresu, Jon Christensen o Bobo Stenson). Este ha presenciado desde una posición privilegiada la transformación de jazz y su difusión por Europa a lo largo de las última cuatro décadas del siglo XX. Otra versión del artículo se publicó en la revista Jazz Educators Journal de la Asociación Internacional de Educadores de Jazz, Vol. 31, nº 6, mayo de 1999. Para quién esté interesado en consultar la versión original en inglés:
https://davidliebman.com/home/ed_articles/europe-and-its-role-in-jazz/
David Liebman (1946) es un saxofonista, flautista y educador de jazz y es conocido por el uso de la atonalidad. Ya en su juventud estudió con Lennie Tristano y Charles Lloyd y, tras graduarse en Historia Estadounidense en la Universidad de Nueva York, comenzó su dedicación profesional a la música de jazz. Entre1970 y 1974 trabajó en la banda de Miles Davis. Después, junto al pianista Richie Beirach forma el grupo Lookout Farm y grabó para el sello alemán ECM. De 1981 a 1991 formó otro grupo junto a Beirach, Ron McClure y Billy
Hart, Quest, con el que recorrió Europa y grabó siete álbumes con la banda. Desde entonces es uno de los saxofonistas más importantes de la escena jazz internacional, con más de quinientas grabaciones, de las que casi doscientas están bajo su dirección y codirección.
Liebman ha publicado material docente sobre jazz, incluidos DVD educativos, y ha colaborado regularmente en diversas publicaciones periódicas, como el Saxophone Journal y el International Association of Jazz Educators Journal. Es autor de varios libros importantes: Self Portrait of a Jazz Artist (Advance, 1996), Jazz Connections: Miles Davis and David Liebman (Em Text, 1995), A Chromatic Approach to Jazz Harmony and Melody (Advance, 2000) y Developing a Personal Saxophone Sound (Dorn Publications, 1994). Algunos de estos libros están traducidos a varios idiomas. Liebman y el musicólogo Lewis Porter publicaron What It Is: The Life of a Jazz Artist (Scarecrow Press, 2012), una biografía de Liebman.
DAVE LIEBMAN: “Europa y su papel en el jazz”
Cuando repaso los días pasados en la carretera al final del año, el porcentaje de tiempo en Europa supera con creces a cualquier otro lugar. Me atrevería a decir que esto es cierto para la mayoría de los artistas de jazz en activo, incluso para algunas “super estrellas”. Así ha sido durante varias décadas, quizás más, si tenemos en cuenta a famosos expatriados como Ben Webster, Dexter Gordon, Johnny Griffin y otros. Sidney Bechet, el padre del saxo soprano, tiene plazas y bulevares con su nombre en Francia. ¿Se trata simplemente de que la hierba siempre es más verde allí, o de que encontrar aceptación en el propio patio trasero siempre ha sido tradicionalmente un reto mayor para los creadores? ¿O se debe a que los europeos consideran el jazz como algo extraño y exótico, lo que explica su atractivo durante tantos años? Quizá deberíamos decir que los europeos son más sofisticados y cultos que nosotros. Al fin y al cabo, en casi todos los lugares de Europa hay algo realmente antiguo mirándote a la cara, sobre todo si lo comparamos con el World Trade Center o la Torre Sears. En mi opinión, es todo esto y más lo que hace que Europa sea una tierra tan fértil para el jazz. Existe una larga tradición musical que, además de haber servido a la liturgia eclesiástica, ha elevado la creación musical a la categoría de arte.
Desde el punto de vista técnico, la armonía del jazz deriva en gran medida de la estética clásica europea, y se ha escrito mucho sobre el linaje común desde Bach hasta Schoenberg. Debido a esta larga tradición, la música se considera una necesidad en Europa. Con las tendencias políticas socialdemócratas que han marcado la política de posguerra, la razón por la qué las artes han seguido sobreviviendo allí es la financiación gubernamental. Simple y llanamente, hay dinero para apoyar las artes y, aunque los principales beneficiarios son la ópera, el teatro y las orquestas de música clásica, el jazz ha sido apoyado. Seguramente difiere de un país a otro y fluctúa a medida que cambian los gobiernos, pero en líneas generales es así. En la última década ha aumentado el co-patrocinio con empresas privadas para compensar el menor gasto público. Hay que recordar que, hasta hace poco, todas las radios y televisiones eran estatales y estas emisoras tenían la responsabilidad de presentar todas las formas de cultura, desde el rock a las músicas del mundo, pasando por el jazz o la música clásica. Por último, la imagen romántica del club de jazz lleno de humo y de toda la cultura del jazz en general resuena con fuerza en Europa, donde el concepto del café como lugar de encuentro para pasar el rato forma parte de su estilo de vida. Para resumirlo, cito una frase que me dijo el famoso empresario George Wein (fundador de los festivales de jazz de Newport y JVC): “¡Si no fuera por Europa, no existiría el jazz!”.
La escena europea del jazz
Antes de la Segunda Guerra Mundial, se tocaba algo de jazz en algunas partes de Europa, pero fue sin duda la generación de la posguerra, expuesta a Bird y a los boppers (algunos de los cuales fueron de gira), la que tomó el jazz y empezó a desarrollarlo, al principio de forma imitativa, y luego, poco a poco, expresando una personalidad propia. Cuando hablamos de Europa, nos referimos a un área comparable al tamaño de Estados Unidos, pero con más de una docena de culturas, historias y tradiciones distintas. Cada país tiene su propia visión del desarrollo del jazz, con una forma distinta de hacer las cosas. Dada la rica tradición clásica en la que estos músicos nacieron y en muchos casos se formaron, puede imaginarse las interesantes y diversas fusiones de influencias que han tenido lugar allí. Las raíces afroamericanas del jazz que damos por sentadas en Estados Unidos no existían realmente en Europa. Pero lo que sí poseen, además de los clásicos, es la proximidad a muchos tipos de músicas del mundo llegadas a través de la colonización y la posterior inmigración desde Asia, Oriente Medio y África. De hecho, Europa tiene sus propias circunstancias que se han mezclado con el jazz estadounidense.
En la década de 1980 convivían multitud de personalidades y estilos notables de jazz. Algunos habían llegado a través del be-bop, mientras que la nueva generación se vio afectada por el free jazz y Coltrane, así como por la fusión. En esa década, la enseñanza del jazz estaba muy avanzada en toda Europa. De hecho, los años 80 representaron prácticamente una explosión de interés por el jazz, con muchas más colaboraciones entre músicos europeos y estadounidenses. Siempre había existido la tradición de un solista americano tocando con una sección rítmica europea. Esta tendencia se acentuó en los 80, cuando incluso músicos menos conocidos fueron invitados a tocar con músicos europeos. Por último, el papel de las discográficas independientes se acentuó en Europa a partir de los años 70, sobre todo con el fenomenal éxito del sello alemán ECM. El productor discográfico europeo era de una raza especial: intransigente, experto en una o varias áreas de la música, ávido coleccionista de discos totalmente dedicado al “arte por el arte”. Gracias a su apoyo y compromiso, muchos músicos estadounidenses se forjaron una reputación para desarrollar su arte. Personalmente, mis dos primeras grabaciones como líder fueron para ECM a principios de los años 70 (Lookout Farm y Drum Ode), y si no fuera por el gran apoyo de varios de estos sellos a lo largo de los años, probablemente no estaría escribiendo ahora.
Europa y yo
Tal vez fuera el destino, pero ya en mi primer viaje a Europa, cuando estaba en la universidad, conecté con el ambiente. En junio de 1967, estaba terminando mi tercer año de carrera en la Universidad de Nueva York. Mis padres me dieron 1.000 dólares, un libro titulado Europe on 5$ A Day, un billete de avión y la reserva de la primera noche en un hotel de Londres. Con mi tenor y algunos nombres de músicos me puse en marcha. Esa primera noche en Londres hice algunas llamadas nada más entrar en el hotel. Acabé en el famoso club Ronnie Scott’s y conocí a todo un grupo de jóvenes músicos que ensayaban en una big band. Durante las semanas siguientes estuve con el saxofonista John Surman y Dave Holland (que un año más tarde vendría a Nueva York a tocar con Miles Davis). El 17 de julio, día de la muerte de Trane, llegué a Estocolmo y me quedé un tiempo con músicos de allí, participando en mi primera grabación (Och Hans Vanner, Love Records), con el pianista Lars Werner. Después de estas semanas fui a Italia, España, Francia y Copenhague (escuchando a Dexter Gordon) tocando más que nunca. Fue la primera revelación de que, después de todo, existía la posibilidad de tocar jazz. Mi vida y su enfoque habían cambiado para siempre. No sabía cuántas veces volvería a esos mismos lugares a lo largo de los años. Cuando volví en los años 70 fue muy diferente, con Miles Davis, Elvin Jones y pronto mis propios grupos. Pero fue realmente en los 80 cuando empecé a relacionarme seriamente con músicos europeos, a publicar libros, a enseñar y a grabar mucho. Desde entonces ha sido una carrera continua.
Para mí, Europa ha sido una Meca con una relación diferente en cada país. No sería el músico que soy sin Europa y estoy eternamente agradecido a quienes me han apoyado allí. En general, diría que los principales factores han sido la apertura, la curiosidad y, sobre todo, el respeto que he sentido por parte del público y los músicos europeos. Dadas las diversas diferencias culturales, esto me ha beneficiado mucho artísticamente al tener que adaptarme musicalmente y seguir manteniendo la integridad de lo que hago personalmente. Los músicos europeos, en general, están menos ligados a la cultura del bop en el sentido estético. Es muy interesante ver cómo las influencias de varias culturas, la música del mundo y la tradición clásica, han interactuado para crear una música tan individual en algunos casos. Dudo en calificar de “free” el jazz europeo que encuentro, pero diría que hay una notable apertura tanto por parte del público como de los artistas a tocar de una manera menos tradicional.
[…] El hecho de que un músico como yo, impregnado de jazz estadounidense y neoyorquino en particular, pueda tener la suerte de compartir momentos espirituales con tanta gente de otras partes del mundo es un testimonio del atractivo universal y el poder potencial de esta música. Sinceramente, creo que en el futuro veremos cada vez más colaboraciones internacionales de músicos de jazz de todo el mundo, que infundirán a la música un soplo de aire fresco y entusiasmo. Sin duda, Europa ha sido un regalo de Dios para la vida del jazz.
Fuente: Liebman, David. “Europe and its role in jazz”. En Jazz Educators Journal (1999), https://davidliebman.com/home/ed_articles/europe-and-its-role-in-jazz/ (consultado el 16 de abril de 2024).