Texto: Daniel Román
Fotos: Darío Bravo
Eva Ayllón es una cantante peruana de dilatada trayectoria que ha recorrido la música popular, desde el festejo hasta el vals y la marinera, con una intensidad única. Podría hacer descripciones técnicas, pero lo que realmente me vincula a ella es la pasión: me encanta. Su música me sumerge en un ritmo que siento propio, con temáticas que me conmueven profundamente. Bailo y canto sin mediar consecuencias, sin importarme el resto, ni los carros de comida, ni el calor.
Me gusta Perú, sin duda. La comida, la gente, el acento, el paisaje, su mitología y su folclor me fascinan. También admiro la comunidad peruana, que envidio por su autenticidad y solidaridad. Han salido al mundo en busca de nuevas oportunidades y reconstruyen su hábitat como si las distancias no fueran más que un número. Eva Ayllón es la banda sonora de esas vidas, de nuestras vidas. Lloramos exageradamente, vivimos a segundos de la nostalgia. Eva nos lleva a
esos lugares, nos da ánimo. Eva es una trabajadora de la música, y esto, lejos de simplificar el relato, me sumerge en nuevas preguntas:
¿Qué ofrece un músico? ¿Una voz? ¿Una virtud? ¿Un talento? ¿Un contexto? ¿Una distracción? ¿Una experiencia? ¿Una comunidad? ¿Un país? ¿Un trabajo? ¿Una búsqueda? ¿Una fragilidad? ¿Un apoyo? ¿Una compañía? ¿Luces? ¿Diversión? ¿Memoria? ¿Paz? ¿Mentiras? ¿Tiempo? ¿Uniformidad? ¿Disenso? ¿Rebeldía? ¿Una política? ¿Sus miedos? ¿Su ambición? ¿Su deseo? ¿Sus ojos? ¿Su compromiso? ¿Su valentía? ¿Su escapada? ¿Sus tropiezos? ¿Mis deseos de desaparecer? ¿Nuestros deseos de desaparecer? ¿Nuestra falta de tiempo? ¿De imaginación? ¿Sus textos? ¿Sus miserias?
En relación a Marisa Monte, podría decir que, bajo mi absoluta responsabilidad e ignorancia, tengo poco que comentar. Habrá muchísimos fanáticos que podrán fundamentar su devoción (pueden enviarme sus comentarios y yo los comparto sin inconvenientes: creo ser algo así como un intermediario y no un generador de contenidos). En este caso me declaro incompetente. Sería injusto pronunciarme o emitir un juicio sobre aquello que no logro comprender.