Texto: Leonardo Dondi Jiménez
Federico Monetta presenta su primer y más meditado trabajo grabado en Only Music Studio en Turín, con el apoyo de la fundación cultural suiza Pro Helvetia. Back To The Origins , producido por Carlo Miori y monitorizado por Emanuele Serazio, permite vislumbrar su talento antes al servicio del cuarteto que lleva su nombre, con el que realizó sus dos anteriores proyectos: Lakes y Walking In my Soul. Cercano y dispuesto, Monetta nos habla de sus raíces, sus compañeros de viaje y sus fuentes de inspiración (entre ellas su propio hijo).
La idea de retornar, de redescubrir lo que en un principio le hizo estar pegado a la música, acoge el cocktail de ideas que se entrelazan en este proyecto. Se podría decir que su formación en el conservatorio, y posteriormente en Jazz, es el soporte sobre el que nos presenta este rico proyecto.
¿Qué representan para ti Ivrea (su lugar de nacimiento donde se inició con el piano los 7 años), Aosta (donde curso el conservatorio) y Lausana (donde obtuvo la licenciatura y la maestría en piano Jazz)?
Justamente hoy he estado en Ivrea, ayer pasé por Aosta y anteayer estuve en Lausana. Siempre me estoy moviendo entre los tres espacios. Nací en una localidad que se llama Quincinetto, que cuenta con poco más de 1000 habitantes que es raro que no toquen un instrumento de manera amateur o profesionalmente. Mi primer instrumento fue el acordeón. Yo y otros muchos hacíamos sonar música popular por los distintos pueblos de los alrededores. Al no haber mucha gente que tuviera un oído capaz de adaptarse a nuevas canciones que se generaban espontáneamente entré dentro de este circuito musical nómada. Todos los domingos estaba tocando en sitios distintos y ganaba dinero, lo que para un joven como yo era algo anómalo.
¿Estas experiencias son la fuente que después se entremezcla con tu aprendizaje en el conservatorio y la escuela de Jazz?
Si, justamente. Ivrea y sus pueblos son mi fuente de inspiración. Aosta, por otro lado, donde asistí al conservatorio, representa un mundo más cerrado y académico, de algún modo menos vivo. Al estar acostumbrado a aproximarme a la música de un modo más intuitivo, por el oído, algo desencajaba y no sabía bien cómo ubicarme en un principio. Con el tiempo me fui adaptando, pero no sin pasar por un problema serio de tendinitis en las manos que me impidió hacer cosas tan sencillas como lavarme los dientes y que casi me hizo renunciar a mi carrera musical. Lausana representa el Jazz que ya me fascinaba y tocaba antes de ir allí. Tuve la suerte aprender del maestro Franco D´Andrea antes de ir. En el conservatorio tuve la sensación de que, mientras absorbía muchísima información, al mismo tiempo no potenciaba ese instinto. En aquel entonces no había comprendido el valor que tendría para mí.
¿Estos vívidos recuerdos guardan relación con el título de tu álbum: Back To The Origins?
Éste es el origen de alguna manera al que quiero retornar: a este espíritu festivo, intuitivo, efervescente y auténtico.
¿Algo así como “el instinto del origen”?
Exacto. El instinto del origen es una noción que me encaja bien.
¿Por qué volver al origen? ¿Qué hay ahí que se nos haya olvidado?
Precisamente este carácter instintivo, natural; al que también ahora puedo dotar de forma gracias a mi aprendizaje. Si los contenidos que adquiero pierden este carácter espontáneo carecen de interés para mí. No sólo para mi música, sino que es condición para toda cosa que pueda llegar a cautivarme. Si se pierde esto, estamos, valga la redundancia, perdidos; de ahí mi interés en el retorno a algo que en esencia es primario.
El disco oscila entre lo arrollador y la quietud en casi cada pista. Estuve leyendo que precisamente el piano que escogiste (el Fazioli F-278) se caracteriza por un gran contraposición entre agudos y graves. ¿Existe una relación entre estos aspectos?
Pude escoger entre cuatro pianos (dos fazzioli y dos stainway) que se encontraban en la misma sala. Al probar los cuatro instrumentos, uno de ellos contó con algo que me sedujo más: lo expansivo de su sonido. Esa fue, más bien, la cuestión determinante. Fue, ciertamente, una elección meticulosa y acertada.
¿La cuarentena tuvo algo que ver con este proyecto en solitario en vez de con tu cuarteto?
En realidad no. Este proyecto lo venía pensando desde hace tiempo. Con el cuarteto ya tuvimos una gran gira. Estuvimos por muchos lugares. Casualmente por España no. Tenía un proyecto más con ellos que quedó en el aire, pero en vez de paralizarme decidí centrar mi atención en este trabajo solista. Además, el último empujón fue pensar en las palabras de mi profesor Franco D´Andrea: “según mi criterio, tu talento encajaría mucho mejor con un trabajo solista con el piano”. Él pensaba que lo mejor era ir por tu cuenta hasta encontrar unos compañeros con los que hubiera verdadera química. En este momento me sentí verdaderamente preparado para afrontar una empresa como esta. Evidentemente, si vas por tu cuenta es más difícil de gestionar el asunto, pues la evaluación del sonido carga sobre una sola persona. Es una manera más basta de exponerse pero también permite hacer que brille más el sonido de una mente y de un instrumento en particular. Tardé un año más o menos en escribir las canciones, entre imaginarlas y tocarlas. No me puse prisa, quise hacerlo con calma. Además, con el confinamiento estaba todo paralizado y tenía poco sentido hacer las cosas rápidamente.
En tu página web encontramos numerosas colaboraciones con otros artistas: ¿Cuál recuerdas como la más significativa?
Sin lugar a dudas una de las más importantes sería con el trompetista Fabrizio Bosso. Tanto por su feeling en términos de claridad y comodidad para adentrarse en la esencia de un proyecto como por su valor humano. Para mí, la humanidad de un artista (además de su talento) supone un valor crucial para cultivar mi admiración. Precisamente por esta noción me guié cuando formé mi cuarteto. Tardé años en encontrar a las personas adecuadas, pero cuando ya conté con ellas todo fue sobre ruedas. Hacíamos vida y música juntos. Por otro lado, también compartí momentos estupendos con el trombonista suizo René Mosele: otro músico excepcional y una persona exquisita.
¿Nos podrías mencionar un referente del pasado y otro del presente ?
Michel Petrucciani es una infinita fuente de fascinación. Su combinación de ritmo y melodía es realmente particular. El otro día reescuché su disco Flamingo, un disco que hizo junto al violinista Stéphane Grappelli: es increíble. Había pasajes en los que me brotaba el llanto. Muchos pianistas denigran su estilo pero a mí me parece sensacional y disfrutable tanto para gente que sabe lenguaje musical como para cualquiera que quiera sentarse a disfrutar. Un lenguaje abierto: eso es precisamente lo que tiene y algo que yo también trato de buscar. Lo mismo podríamos decir de Brad Mehldau, mi referente actual.
En último lugar me gustaría que dieras un apunte sobre cada canción de tu nuevo proyecto solista.
I colori del cielo:
“Los colores del cielo” era un modo de hacer referencia a emociones estridentes, desmesuradas, abrumadoras…
Il viaggio:
Cuenta con este nombre por dos razones diversas: por un lado este constante trasvase entre estas tres localizaciones cruciales en mi carrera y, en segundo lugar, tiene que ver con cierta noción de viaje espiritual. Los dos sentidos están revueltos precisamente porque decidí leer la biblia, – más por curiosidad y por inspiración que por creencia – cuando me desplazaba de un lugar a otro.
L’indispensable:
No hay percusión, es el efecto del pedal del piano. Pero lo tuvimos en cuenta intencionadamente por como sonaba. Me gustó el matiz que incluía.
Troublemaker:
La introducción fue lo último que compuse y creo que fue un acierto incluirla. Es sencilla y poderosa.
Rec:
“Rec” refiere a grabar. Registrar con la cabeza vacía y dejar que surja el sonido. Reiterando la intención de que el instinto vaya cogiendo forma libremente. Me gusta caminar solo por la noche sin un rumbo particular, dejándome llevar. Paseo, en cierto modo, como traté de producir este álbum.
Nespolino:
Esta canción se compuso antes de pensar el disco. Tiene que ver con mi hijo: cuando lo vi por primera vez a través de una pantalla en una ecografía me pareció tan pequeño como una níspola. La escribí pensando en que iba a ser papá. De hecho, salvo esta canción, en este disco es mi hijo de 8 años quien puso títulos a las canciones. Debería tener él los derechos…
¿La mente de un niño tiene este carácter intuitivo y primigenio que buscabas para el álbum?
Exactamente, sentí que él era quien mejor podía darme una noción más libre de cómo podría nombrarse cada canción.
Bella ciao:
Mi interpretación de la canción se basa en la bellísima versión del coro londinense Swingle Singers. Además, mi abuelo fue partisano y se encargó de cuidarme gran parte de mi infancia. Lo que realmente me impulsó a componer esta pista fue la combinación de estas dos buenas razones.
Back to the originS:
Mi hogar, la diversión y los buenos tiempos. Todo esto reinterpretado desde mi perspectiva vital actual.
Message from the sky:
Una canción me vino paseando y que era más amplia de lo que después puede plasmar sobre el piano. Aun así me pareció que debía incluirla, que no podía faltar este mensaje incompleto del cielo.